Camino hacia Bergen

13JUL2016

Otro día estupendo de sol, con nubes dramáticas dándonos vueltas por todas partes y (casi) nada de lluvia.

La mañana empezó más que tranquila, con desayuno (no tan bueno como hacía presumir el bufet de la cena, pero muy por encima de otros). Mario cumplió su promesa y, short de baño mediante, se animó:

Al menos, no murió en el intento; dice que «no es taaan fría…». No me verán a mí en esa…

Antes de partir, hicimos algunas consultas con la responsable de la conserjería del hotel. Nos dio un par de buenos consejos (sobre todo, porque nuestra idea originaria tenía un error: donde creíamos que había un ferry, en realidad había barco express de pasajeros). Tomamos la decisión, acorde con el espíritu de la zona, de «menos es más». Acotamos nuestras expectativas y abandonamos la ruta turística Gaularfjellet… en otra oportunidad 🙂

En dirección oeste, nos subimos al ferry Hella-Dragsvkik con destino al pueblito de Balestrand… Gran decisión. Es una divinura, con su hermosa iglesia de 1897, St Olaf, anglicana, pero copiando las stave churches. No sólo era muy bella…

… sino que además fue una experiencia espiritual muy linda, al encontrarnos con una oración muy para la ocasión:

El pueblo invitaba a quedarse recorriendo algunas calles y, sobre todo, su costa, con un gran hotel de más de un siglo

galerías de arte, cafés, una joya:

… ¡y gente bañándose!

Abandonábamos Balestrand y a Mario se le vino a la cabeza la palabra «serena» para la vida que lleva esta gente, probablemente en la sociedad más rica (global y distribuidamente) del planeta… y yo que le pongo una canción a todo, recordé que en el celu tenía «Cuando ya me empiece a quedar solo» (CGarcía), cantada por la Negra Sosa: «… una vejez sin temores, y una vida reposaaaaaaada…», así que musicalizamos una vez más el momento y aquí estamos, apuntándola para esa vejez que esperamos sin temores, serena…

De vuelta en Dragsvik, ahora el ferry era hacia Vangsnes:

y, ahí no más, Vik, otro pueblito para el recuerdo, esta vez por dos iglesias: una de madera (stave church, ¡de 1130!)

y otra de piedra, no menos bella (¡1170!)

En Vik compramos insumos para el picnic, que intentó ser en este lugar:

pero que terminó en el auto, porque esos pequeños animales amenazaban con comernos las manos 😉

Previamente en la subida, unas vistas increíbles del fiordo:

y, allá arriba, arriba arriba… otra vez esas nieves hermosas:

Luego de la nieve, portentosas cascadas de agua

y, al cabo, la llegada a Voss, lugar de base para múltiples atracciones turísticas, particularmente vinculadas con deportes y vida al aire libre. En función de eso, mucha familia… muchos jóvenes… lleno casi total…

Una tormenta amenazante hacia la dirección de nuestros planes nos hizo desistir y cambiar el destino: llegaríamos un día antes a Bergen, nos presentaríamos en el hotel para el que tenemos reserva mañana y ver qué pasa; eran unos 1ookm, hora y media estimada en el GPS.

Antes, un último intento. En Voss hay un súper hotel llamado Fleischer’s por el que ni se nos hubiera ocurrido preguntar por habitación, pero en el folleto que nos dieron en la oficina de turismo aparecían unas habitaciones de «motel» (parecen unas cabinas), que pertenecen a ese hotel. No perdíamos nada con preguntar…

Y aquí estamos, parando en Voss, en el «motel» de Fleischer’s sobre el lago, que luce así:

y del que tenemos acceso a la piscina

y mañana el desayuno incluido. Antes del reconfortante chapuzón, habíamos comprado nuestras vituallas para la cena

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y recorrido algo de la ciudad:

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Y… ¡buenas noches! Otro regalito…

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