De Cáceres a Lisboa

26SEP2017 – Cáceres 

Anoche habíamos quedado en juntarnos a las 8am a desayunar en nuestro hotel. El día empezó con la sorpresa de ser los únicos (literalmente) pasajeros, y de no haber personal a cargo ¡!  Habíamos quedado al cuidado del lugar… Por supuesto, ni rastro del desayuno ni de nadie que nos viniera a cobrar la noche, por lo que decidimos llamar a la persona que nos había atendido y salir sin más en dirección a Cáceres.

Esta ciudad capital de provincia, de unos 95.000 habitantes, era todo un misterio para nosotros… La guía Michelin le daba 3* y teníamos mucha curiosidad en saber por qué… Efectivamente, el casco histórico -declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad- bien lo vale. Está en perfecto estado de conservación y trasluce las huellas de romanos, árabes y españoles, todo en una armonía muy linda de superposición de estilos. Sus calles empedradas, los palacios y mansiones… está casi intacta y amurallada desde el s. XVI, su período de esplendor.

Teníamos el buen dato de dejar el auto en el Parking Obispo Galarza y, de ahí, ya salimos en busca de la Plaza Mayor, inmensa e imponente:

No más pasar debajo del Arco de la Estrella (¡bellísimo!)

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se llega a la Plaza de Santa María, centro monumental de la ciudad, rodeada de magníficos palacios con los escudos de las familias que los construyeron, usualmente conquistadores de «Indias» y guerreros que lucharon contra los árabes:

Algunos de esos palacios se han convertido en hoteles 5* y en «Parador» de la famosa cadena española, como éste:

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Intentamos tomar el desayuno en el «Café de los Siete Jardines», recomendado por la Lonely Planet (una galería de arte que suma un espacio gastronómico) pero no tuvimos suerte… en verano abre a las 4pm. De vuelta al estacionamiento, pasamos por negocios de delicatessen, admirando sus vidrieras:

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Rumbo a Lisboa

Camino a Portugal por la EX100 (ruta de Extremadura) para luego tomar la A6/E90 (vía Badajoz), antes de salir de España paramos a tomar un café… ¡con churros! Cuatro cortados medianos con siete churros… € 4.50 (insistimos en que algo anda mal en Argentina).

Ya en Portugal, dejamos de lado Évora y decidimos ir directo a Lisboa. Como ahí descubrimos que Portugal tiene una hora menos que España, la llegada al departamento alquilado por Airbnb nos quedaba muy temprana… fue así que, aprovechando que entrábamos a Lisboa por el increíble Ponte Vasco da Gama -de 16km, el más largo de Europa, que cruza el río Tejo (el Tajo, en español)-

 

nos quedamos visitando el Parque das Naçoes, un conjunto arquitectónico hiper moderno, construido por verdaderas celebridades para la Expo ’98. Hoy toda esa estructura se ha reconvertido en oficinas, viviendas, comercios (incluido un gran shopping) y edificios y atracciones emblemáticas de esta parte de la ciudad: la Torre Vasco da Gama (140m)

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el teleférico, al que obviamente nos subimos (imperdible, nos dio una vista panorámica bellísima del río y de las construcciones del Parque)

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el Oceanário de Lisboa (del arquitecto estadounidense Chermayeff)

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el pabellón construido por el portugués Álvaro Sisa, ¡con ese techo de hormigón increíblemente suspendido cual un toldo!

y la estación de metro Gare de Oriente, del español Santiago de Calatrava:

En nuestra anterior visita (octubre de 2006, Mario y Andrea) no habíamos estado aquí, con lo que estamos impactados con lo que nos habíamos perdido. Lindo de lindo.

Tal y como lo teníamos estipulado con Elia (portuguesa, vivió varios años en Francia), y no sin embrollarnos en las tortuosas calles de la Alfama (el típico barrio surcado por callejuelas y escalinatas, con mucha ascendencia árabe), llegamos hasta la entrada del Museo del Fado, donde descargamos las valijas y Mario quedó cuidando el auto hasta saber adónde ir a estacionarlo. La locación del departamento es brutal… y está hermoso. Lamentablemente Elia no hablaba ni español ni inglés, por lo que balbuceamos un poco en francés y nos explicó lo mínimo. Estamos propiamente que felices jugando a la casita, dos dormitorios, dos baños, kitchen y patio…

 

Ir a dejar el auto fue todo un tema… quedamos atrás de la Feira da Ladra, al lado del Campo Santa Clara, donde el estacionamiento es libre. Seguramente a la noche nos iremos a dar una vuelta para ver que esté todo bien. Pobres Ricardo y Mario, estacionando en 45° de pendiente abajo… de terror.

Son las 6pm, Cristi me ceba mates y los muchachos descansan un rato… Pronto saldremos a ejercitar cuádriceps y rodillas… el barrio es muy esforzado.

Pensando ya en un lugar para comer, me puse a repasar la Lonely Planet y sus recomendaciones… ja ja, una de ellas (también recomendada por nuestra locadora) está en la pequeña plazuela de ingreso al departamento y la vemos desde nuestra ventana.

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[En este momento histórico, me mandé una macana de aquellas… por querer desenchufar la cámara de la notebook, tiré muy fuerte y se me cayó la cámara ¡al piso! Shit, Scheiße, merda, merde… ¡y más! No anda, claro. «No reconoce el objetivo», etcétera. No sé si tendrá solución. Por lo pronto, lo único que tenemos son los celulares…]

Tratando de levantar el ánimo, salimos a caminar por Alfama. Lindo recorrido al atardecer,

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lentamente subiendo al Castelo São Jorge, desde donde se tienen unas vistas maravillosas de toda Lisboa. Mejor que hablen las fotos:

 

La realidad es que para las 8.30pm estábamos famélicos… íbamos a esperar hasta las 9.30pm, pero nos aproximamos al restó que tenemos en la plazuela, apenas saliendo del depto, y fue una cena deliciosa… bacalao, róbalo… a puro pescado, acompañado con vino blanco de Portugal, todo muy rico. ¡Ah… vamos a volver…. a volver, a volver, vamos a volver…!

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(Cristi en el restaurante, con el mozo, y yo sacando la foto desde la ventana del depto)

¡Hasta mañana!

24/25 SEP 2017 – Rosario – Barajas – Trujillo

24SEP2017- Rosario – São Paulo – Madrid

Luego de un almuerzo muy familiar y divertido en el shopping del Aeropuerto de Fisherton

tomamos el hiper-puntual vuelo de LATAM a São Paulo. No tuvimos problema alguno con la conexión a Madrid, que también salió «a lleno» y muy puntual. Muy bien por la atención, las comidas, las películas y el buen vuelo en ambos casos.

 

25SEP2017 – Barajas Trujillo

Ya en Barajas las colas para migraciones eran importantes. Mario quiso pasar con su pasaporte croata y, obviamente, fue mucho más rápido, atendido apenas por unas máquinas. Nos desencontramos por 10′, pero finalmente nos reunimos en reclamo de equipaje, con Mario ya esperándonos en la cinta y con las valijas en un chango.

Mientras yo contrataba una SIM-card por € 30 euros (wifi ilimitado, válido por un mes, tanto en España cuanto en Portugal), los chicos se fueron a Avis para buscar el auto contratado.

Allí todo bien, un VW Touran, muuuuy confortable para nosotros cuatro, caja de cambios manual (contratar caja automática implicaba € 20 diarios… un despropósito total). Lo cierto es que, habiendo aterrizado a las 2pm, poco antes de las 4pm ya estábamos iniciando nuestro road trip (como muy bien bautizó Ceci Chapo en el grupo de whatsapp de la familia que creó ipso pucho de recibir nuestro mensaje;) ).

En la oficina de Avis había un dispenser de agua (caliente y fría), divisada oportunamente por Cristi,  y listo para nuestro mate. Ya con la app de «Booking» y la vinculación inmediata con Google Maps, el celular nos guió rápidamente a nuestro destino, Hotel Boutique Dos Orillas, Trujillo, Extremadura.

El viaje duró unas 3 horas, fuimos tomando mates, charlando y riéndonos, en medio de un paisaje de momentos muy árido, otros poco más verde o con frutales u olivares… siempre prolijo y preparado para cualquiera que no conozca. Los primeros tramos (la circunvalación de Madrid -M40- y la radial -R5-), peajes muy frecuentes; luego, autovía libre.

Llegamos a Trujillo pasadas las 7pm, para apenas entrar en la Iglesia de San Martín (que cerraba a las 7.30pm)

y luego, recién luego, hacer el ingreso en el hotel. El dueño nos estaba esperando y parecía feliz de recibirnos. Nos dio unas habitaciones hermosas, con nombres de dos de los 23 países en que existen ciudades llamadas Trujillo: nosotros estamos en Trujillo Nicaragua y los Chapo en Trujillo Cuba. El hotel es… ¡hermoso! Bellamente mantenido, su construcción originaria data de 1548… apenas…

Trujillo tiene una riqueza histórica monumental y preservó su encanto a fuerza de su no industrialización y su atraso económico, como el de toda el área de Extramadura. Si bien fue fundada por los romanos, los árabes le dieron una imponente fortificación en el s. XIII para adquirir su rica fisonomía en los s. XVI y XVII gracias a las fortunas traídas de América.

Se trata de una «tierra de conquistadores», con su hijo «dilecto» de Francisco Pizarro, conquistador del Perú.

Salimos rápidamente a caminar. No debíamos perdernos el atardecer en el Castillo, inicialmente construido por los árabes en el s. XIII, adaptado luego a las tradiciones católicas y a los reyes lusitanos.

 

Seguimos de recorrida por el casco antiguo, disfrutando inmensamente el atardecer….

Hasta llegar la Plaza Mayor, «una de las más bellas de España, tiene planta irregular, con diferentes planos unidos entre sí por escaleras, y está rodeada de numerosas casas nobles de diferentes estilos que realzan su armonía. Por la noche, la plaza produce la sensación de un decorado teatral» (Michelin,  p. 480). Vean si no…

 

La Lonely Planet recomendaba vivamente el Mesón La Troya, en la propia plaza, y allá fuimos… inolvidable la «torta del Casar» (un queso servido como una provoleta, con un sabor más parecido al camembert), las «migas extremeñas» (verdadera bomba… migas de pan, chorizo, panceta… oliva, ajo, huevo arriba… ¡terrible!) y cerdo… lo típico del lugar. Todo, con una temperatura ideal, en el lugar ideal, la compañía ideal de nuestros queridos compañeros de ruta, amigos del alma… Una vez más, y como diría George Clooney, what else?!

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Aquí Medellín, Colombia

26SEP2016 – 29SEP2016

¡Qué lindo volver a esta ciudad! ¡Qué lindo reencontrarnos con mi amiga Diana Ramírez Carvajal!


Invitados por la Red Interinstitucional de Derecho Procesal y Justicia (formada por el Colegio de Jueces y Fiscales de Antioquia y varias universidades de la región, coordinada por Diana), participamos del III Seminario Internacional sobre «Argumentación y Oralidad», que tendría lugar los días 27 y 28 de septiembre.

Llegamos apenas pasado el mediodía del sábado 24, en un vuelo excelente de Copa, vía Panamá. En el aeropuerto de Río Negro (Medellín) nos esperaba Diana y el «invierno paisa» («la húmeda»), aunque finalmente no sufriéramos ni de tanta lluvia ni de ese apenas fresquito de la ciudad de la eterna primavera.

Diana nos llevó hasta el hotel Poblado Plaza, aquel mismo que conocí cuando vine por primera vez a Medellín, allá por 2006 si la memoria no me falla. El hotel es excelente, tanto por sus servicios como por su ubicación. La avenida Poblado es muy linda para caminar y al lado hay dos centros comerciales inmensos (Oviedo y Santafé), rodeados de lindos lugares para comer y pasear.

Almorzamos riquísimo con Diana en Creppes & Waffles, un clásico colombiano que también vi en Panamá, y nos acomodamos un rato en el hotel. Diana volvía a su finca de Río Negro, en las afueras de Medellín, lugar donde está finalmente radicada y en cuya universidad -la Universidad Católica de Oriente-está ahora como Decana de Posgrados.

Teníamos la tarde libre y nos decidimos por la recomendación de Diana de ir a ver cine colombiano en el Oviedo. La película Los nadies es durísima, pero un bello y certero cuadro de la vida de muchos de nuestros jóvenes latinoamericanos. Filmada en blanco y negro, no es lascerante ni violenta, más bien lleva a la tristeza y al desasosiego… Muy buena.


Al salir nos cruzamos a uno de los mejores lugares para comer arepas: J y C, que trabajan las arepas como pizzetas, con distintos ingredientes arriba. Con un par de Club Colombia rojas, una delicia.

El domingo 25 nos pasó a buscar Camilo Garzón, un joven colaborador de Diana en la Red y profesor de la Universidad Cooperativa de Colombia (sede Medellín), junto con su esposa Luisa. Ambos están recién casados y son, sencillamente, encantadores. En nuestro hotel también estaba alojado el profesor de la Universidad de Bordeaux (Francia), Arnaud Martin, investigador especialista en derecho transicional (ese «hiato»jurídico que se aplica a los casos de intento de vuelta a la normalidad institucional luego de una guerra o de alguna situación traumática en la vida de un país; en el caso colombiano, esto es parte del régimen jurídico a aplicar para el caso de los acuerdos de paz, el perdón, la memoria, la restauración a las víctimas, los juicios de la verdad, etcétera; otro ejemplo es el de Sudáfrica luego del apartheid… nos preguntábamos por las dificultades que atravesamos con nuestro propio derecho transicional…).

El trayecto en auto hasta Río Negro dura poco más de una hora y la verdad es que lo pasamos muy entretenidos. Arnaud habla un respetabilísimo español y comprende casi todo, con lo que la conversación fue por demás fluida: Argentina, Chile (donde él había estado ocasionalmente), Colombia, el plebiscito «por la paz», la universidad, la enseñanza en general, la política francesa, la europea, la latinoamericana, el burkini, Charlie Hebdo y tanto, tanto más.

Llegamos a la finca de Diana y Carlos en Río Negro… qué maravilla volver a ese paisaje… había estado aquí la primera vez y ya me habían asombrado esas montañas verde oscuro… El plan era comer un asado allí (Diana hizo un asado digno de un argentino, ja ja, delicioso), conversar y compartir con dos de los hijos: Vanessa (que estudia Literatura y escribe) y César (abogado, funcionario del Poder Judicial); más tarde vino una colega de Diana en la UCO, Beatriz, una joven abogada encantadora, que está haciendo su Doctorado en la UCA en Buenos Aires, especialista en Derecho Ambiental.

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La realidad es que no paramos de conversar animadamente hasta pasadas las 6pm… ¡sin darnos cuenta! Final del día rimbombante: chocolate caliente con arepitas de choclo… delicia.

Siempre, con la compañía de las increíbles parejas de perros:

Antes, habíamos hecho una recorrida por la finca, modelo de pequeña economía familiar, prontos a dedicarse a la exportación de palta («aguacate», aquí) Hass… una maravilla…

Diana y Carlos tienen una vida envidiable aquí… a 10′ de la universidad donde trabaja, pudiendo hacerlo ambos también desde su casa, el entorno es tan relajante… clima inigualable (26° promedio todo el año), verde sedante, contacto directo con la naturaleza, excelente wifi… What else?, diría George Clooney.

Regresamos al hotel luego de un viaje horrible para los pobres Camilo y Luisa… la congestión de autos que volvían desde Río Negro a Medellín era brutal… volvimos propiamente que a paso de hombre.

El lunes 26 lo dedicamos a organizar nuestros días de descanso y a hacer algo de compras. Gracias al contacto de la profesora Beatriz, dimos con su prima, de una agencia de turismo. Todo el contacto fue por teléfono y, luego de unas aparentes dificultades iniciales (no había disponibilidad en unos vuelos chárter), terminamos haciendo nuestra voluntad: pasar unos días en Capurganá, en la región de Chocó, noroeste del país, en el límite con Panamá, todavía el Caribe. No hubo manera de convencernos para ir a la más mundana San Andrés… vamos por lo agreste, lo rústico 😉   Ya tenemos nuestro «paquete» para pasar 6 noches en el Nautilos de Capurganá… vía avioneta de ADA a Acandí y lancha hasta el destino.

El martes 27 la actividad empezó tempranísimo. Nos pasaron a buscar junto a una profesora portorriqueña encantadora a las 7.30am para ir a Plaza Mayor, el magnífico centro de convenciones de la ciudad de Medellín.

La apertura del Seminario fue con bombos y platillos: la presidente de la Corte Suprema de Justicia nacional y el gran constitucionalista Carlos Bernal Pulido. Ambas intervenciones (con su dimensión más política y académica, respectivamente) estuvieron estupendas… ¡aprendemos tanto! De las diferencias, pero también de los lugares comunes de los problemas en Latinoamérica, claro.

La actividad se extendió hasta las 12, en que fuimos todos juntos a almorzar a uno de los restaurantes espléndidos del complejo. Para las 2pm ya estábamos de vuelta en el Seminario con un panel sobre Justicia Transicional en el que hablaba Arnaud. De nuevo, muy interesante todo.

De vuelta en el hotel alrededor de las 7pm, cenamos todos los panelistas y organizadores juntos.

La segunda jornada del Seminario era la de nuestra participación; yo por la mañana; Mario a la tarde. Creemos que salió todo muy lindo y que nos fue muy bien. Uno siempre piensa que pudo haber sido mejor, pero recibimos comentarios elogiosos y cálidos.

 

Eso sí, terminamos el día agotados. Llegamos al hotel, nos pusimos cómodos y salimos a caminar. Había que buscar el saco de Mario (que había quedado para alargar mangas) y buscar el enésimo bolso de viaje que compramos… La avioneta de ADA y la lancha por el mar picado del Caribe no son aptas para valijas 😉

 

Jueves 29 era día de visitas e intervenciones nuestras en universidades participantes de la Red. Temprano dejamos el hotel con las valijas y nos subimos al auto de Camilo Yepes, nuestro alumno el año pasado en el Doctorado de Medellín y profesor de la Universidad Autónoma. Esta universidad tiene una linda historia de fundación: hace 50 años (se cumplen este año) un grupo de estudiantes y profesores dejaron la Universidad de Medellín reclamando «poder estudiar» y, para ello, fundaron la Universidad Autónoma. Sobre las bases de la reforma argentina, copiaron el estatuto de la Universidad Nacional de Córdoba y tienen un cogobierno de profesores y estudiantes que condiciona bastante el rumbo y las decisiones. Sus alumnos proceden de estratos medio-bajos, tienen una de las matrículas más altas en la región y fuerte presencia de sus egresados en instituciones públicas (particularmente, judicatura).

Nos recibieron cálidamente el Decano y el Vice, nos acompañaron al auditorio atiborrado de alumnos donde dimos clase. Una excelente experiencia, con un grupo de estudiantes entusiastas y curiosos, que culminó con un almuerzo allí mismo y una visita por las instalaciones (lo más impactante para nosotros, la «Notaría Académica», donde se simulan con precisión las actividades de una escribanía real… sin desperdicio la profesora a cargo y toda la actividad que despliegan, increíble).


Camilo Yepes nos llevó al encuentro de Camilo Garzón, con quien cambiaríamos de auto para las valijas en el estacionamiento de un centro comercial en el que están las oficinas de Copa. La idea era intentar un cambio en vuelo por el horario de partida del tramo Medellín-Panamá para la vuelta (tenemos 9 horas de espera en ese aeropuerto para la conexión con Rosario) pero no pudo ser… conviene pasar esas 9 horas en un 5*, la banda tarifaria es imposible.

Camilo Garzón y su mujer Luisa nos llevaron hasta su estudio (divino, en un barrio precioso) y de ahí partimos a la Universidad Cooperativa de Colombia (sede Medellín; en la sede Bogotá estuve dos veces, el año pasado y el anteaño).

El edificio de la UCC está recién estrenado… moderno, inteligente, funcional y con una terraza con vistas increíbles de Medellín. Da mucha envidia…. aunque es cierto que, a diferencia de la Medellín o de la Católica de Oriente, no tiene un entorno de vegetación exuberante. Es una torre en medio del centro de la ciudad, pero ciertamente con todas las comodidades imaginables. Impresionante.


También aquí nos recibió el Decano, recorrimos instalaciones y finalmente fuimos a un aula a la que se habían convocado a otros profesores y estudiantes. Dimos clase para ellos (¡yo de intervención de tercerooooos!, malabarismos con un tema tan técnico, salió más o menos bien; Mario de la organización judicial en Argentina y de la toma de decisión judicial…). Creo que estuvimos hora y media entreteniendo a esa gente, son tan pero tan amables y dispuestos que solo esperamos poder retribuir en algo todas estas atenciones.

Terminada la clase, Camilo nos llevó a Río Negro, a casa de Diana. Su otra hija (Isabel) tuvo un bebé en marzo, están radicados en Canadá junto a su marido paisa y habían llegado de visita por unas cuantas semanas. Afortunadamente, la casa es grande… y no nos sentimos tan mal por aceptar la cálida invitación de los amigos 😉

 

 

 

 

 

 

 

Escenas de la vida en Acandí

7OCT2016

Tempranito, empezamos la partida… muelle de Capurganá, lancha movediza, muelle de Acandí, carro guiado por nuestro ya amigo Germán.

En Acandí hicimos tiempo hasta el «aeropuerto», tomando unos jugos de maracuyá… delicias antes de la vuelta.

Lo que sigue, registro fotográfico de un pueblo costeño (caribeño) de 13.000 habitantes, carros tirados por burros, bicicletas, motos y 7 (¡siete!) autos… no tienen ruta de conexión con el resto del territorio… Es el avión o una lancha de hora y media hasta Turbo y, de ahí, 9 horas de bus a Medellín… Un privilegio poder ser testigos de todo esto.

Mejor, fotos.

Escribo esto desde Río Negro, ya en casa de Diana. Carlos nos fue a buscar al aeropuerto. Queda poco…

Sapzurro (Colombia) y La Miel (Panamá)

4OCT2016

El día era el designado para la excursión a la frontera con Panamá, la frontera entre Sudamérica y América Central. Nuevamente, trayectos en barco de apenas 5′, un mar azul bellísimo y una vegetación que, día a día, se nos aparecía como más exuberante, selvática, de un verde profundísimo.

Sapzurro es un corregimiento fronterizo de apenas 200 y tantos habitantes. Nos impactó la prolijidad, la limpieza… y el kitsch…

La trepada de 257 escalones fue durísima, pero lo logramos:

Del lado panameño, La Miel tenía menos encanto como pueblo

pero la playa… ay, qué hermosa:

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Nos quedamos buen rato en el agua, en la playa. Caminé ida y vuelta por esa playa corta, pensando cuándo sería la próxima vez que pisaría la arena húmeda… Me metí en el duty free de La Miel (un galpón grande, básicamente con bebidas alcohólicas), de puro curiosa y sin comprar nada. A eso de la 1pm partimos de vuelta para Sapzurro al almuerzo. Esta vez, corvina de principal (llevo todo este tiempo comiendo solo pescado… feliz).

El almuerzo estuvo muy simpático. Desde que llegamos el sábado fuimos rotando los grupos de excursión. Sucede que los turistas colombianos vienen solo por cuatro días (nosotros vinimos por seis), con lo que nos vamos alternando con el resto. Prácticamente no hay extranjeros en esta zona que no sean jóvenes mochileros. El resto, todo turismo nacional. Hay parejas jóvenes, parejas de pensionados, mujeres solas y un muchacho también solo. Todos son muy gentiles y les intriga sobremanera saber qué hacemos acá, cómo es que llegamos a esta zona remota y de dónde venimos.

El postre era ofrecido por Chila, la famosa creadora de helados de palito, todos a base de leche de coco, en su heladerita tirada por un carro… ¡a u$s 0.50!

Al terminar el almuerzo nos fuimos a la playa de Sapzurro. La arena no era tan blanca y limpia como la de La Miel, pero el agua estaba «deliciosa», como gustan decir aquí.

Unos niños paseaban cachorros de pitbulls, uno con correa, otro sin. En mi imaginario, son perros imprevisibles y de temer. Cansada, me eché a leer en la arena y… de repente, mis fobias más atávicas: tenía un pitbull negro encima mío, queriendo jugar y llenándome de arena. Desencajada, empecé a los gritos: «¡sáquenme este perro de acá! ¡sáquenlo! ¡no es broma!»… Terminé en el agua, taquicárdica, odiándome y justificándome… en fin, me mufé 🙁   Acontece…

 

5OCT2016

Escribo esto el miércoles 5. Hoy estuvimos todo el día en el hotel. A media mañana terminé «Las partículas elementales», llorando en una mezcla de tristeza existencial, admiración por la trama y lamento por no desear leer Corín Tellado… Entre medio, ya había entrado y salido del mar varias veces… ¿Dijimos que la temperatura del agua es i-de-al? Nada de sufrimientos, ni antes ni durante ni después… increíble.

Al rato me enganché ferozmente con el blog, despotriqué contra la lentitud de la carga de las fotos, corté, volví, empecé un nuevo libro (Javier Cercas, «Las leyes de la frontera»), almorzamos, volví a escribir, a leer, al mar…

Pensaba también en todo lo que le debemos al derecho y al derecho procesal… Esta posibilidad de viajar conociendo en mayor profundidad nuevas tierras y su gente, un privilegio.

Son las 9.30pm aquí, hora de ir cerrando.

 

 

 

 

 

Playa Soledad y Bahía Aguacate

2OCT2016

Domingo de plebiscito en Colombia. Todos aquí parecen alejados de esta preocupación. La mayoría de nuestros acompañantes en la excursión incluida en el «paquete» piensa que «todo está cuadrado para que gane el sí», así que ¿para qué molestarse en ir a votar?

Don Aldo preparó todo para la salida: salvavidas, instrucciones, compra de agua y «calzado para mojar». Buena parte de la actividad del día era subir y bajar del barco directamente al agua, sin muelle.

Partimos 9.30am; en el muelle subimos a un barco de propiedad del propio Nautilos Capurganá en medio de un clima distendido y bien dispuesto a pasarla bien.

Primero hicimos una parada en Bahía Aguacate, pero sólo para dejar allí la comanda del almuerzo. Elegimos pargo y otro pescado cuyo nombre no puedo repetir (pargo, róbalo y sierra son, en cambio, ya viejos conocidos).

Continuamos hasta el punto en que debíamos desembarcar

y empezar a cruzar manglares en medio de paisajes de película (de hecho, en parajes como éstos se realizan las filmaciones de un programa con formato global; aquí se llama «Desafío» y consiste en sobrevivir a estos lares y sus inclemencias. Las vistas, el mar, las piedras y la vegetación nos abrían todo el tiempo la boca:

Luego de una caminata de aventura, llegábamos a Playa Soledad

y allí disfrutamos de un reconfortante baño de mar y sol…

En este momento, en Playa Soledad no hay nada… solo los restos de un viejo parador. Se disfruta plenamente del mar y de una inmensa paz.

Ya de vuelta pusimos proa directo al almuerzo en Bahía Aguacate. Los traslados duran muy poco: entre 5′ a 15′, sobre un mar azul turquesa y muy tranquilo. Sólo en algunas piedras de la costa las olas rompen bruscamente.

El almuerzo estuvo muy sabroso: sopa de pescado (un must de la cocina colombiana, como ya decíamos, siempre bien espesas, potentes), pescado con arroz en coco, patacones, algo de ensalada, jugo de frutas. La base de las comidas principales es siempre muy parecida.

No más terminamos de almorzar y salimos a caminar. La zona está bastante «poblada»: hostales, pequeños hoteles, puestos de comida, lotes a la venta… todo, con una estética muy divertida y cuidada.

 

En la costa hay formaciones de corales y piedras

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que forman huecos en los que golpean las olas con violencia. Así que fue toda una diversión pararse encima de algunos de esos agujeros y recibir bocanadas de aire… ¡o de agua!

(¡atrás del agua está Mario!)

Y la diversión ya fue completa en medio de una «piscina natural», que se va «llenando» y «vaciando» con las olas… Por suerte, colocaron sogas de donde agarrarse y protegerse de la violencia del agua:

 

A eso de las 4.30pm estábamos de vuelta en Capurganá. Empezaron a llegar las noticias de la victoria ajustada, pero absolutamente inesperada, del «no». La división que existe en este país recuerda tristemente a nuestra grieta, sobre todo por las -nos parece- injustas imputaciones recíprocas.

Razones para el sí: terminar de una buena vez con este conflicto de 50 años, reconciliar el país, mirar hacia adelante, perdonarse, resarcir a las víctimas, investigar aquellos crímenes que puedan encuadrar en «lesa humanidad», integrar a los guerrilleros a la vida política del país.

Razones para el no: rechazar las condiciones del acuerdo (de ninguna manera «querer» la guerra o el conflicto, aunque esto hubiera estado muy jugado en la campaña proselitista del «sí»), en particular: la reducción de penas por delitos graves, una serie de términos económicos que no alcanzamos a comprender bien (la guerrilla ocupó tierras y «desplazó» a sus ocupantes originarios; hay aquí todo un rollo con la restitución de tierras y las transmisiones de buena fe en el medio), indemnizaciones que tendrían que ser pagadas con dinero de impuestos, el aseguramiento a la guerrilla de un número importante de bancas en el congreso (una suerte de acción positiva a favor de la participación política de las FARC), etcétera.

En seguida empezaron las explicaciones a la victoria del «no» y al error garrafal de las encuestadoras: la presencia de un voto vergonzante (quienes votaban por el «no» eran tachados de votar por la guerra o por la muerte; quienes votaban por el «sí» votaban por la vida y por la paz), las terribles condiciones climáticas en algunos lugares (coletazos del huracán Matthew, que impidieron a muchos llegar a votar), la idea generalizada de que ganaba el «sí» y, entonces, para qué ir a votar, etcétera.

En los ámbitos académicos notamos que los partidarios del sí (la gran mayoría de los profesores y la casi totalidad de los estudiantes) eran muy extrovertidos y entusiastas («por primera vez tenemos la posibilidad de votar por la vida», «nunca pensé que llegaría a ver esto en mi vida», etcétera); por el contrario, quienes estaban en contra, apenas se animaban a decir que «tenían dudas», que «qué hay detrás de estos acuerdos», que «sus costos», que «por sí solos no garantizan la paz», etcétera.

Antioquia, en general, fue una región determinante para el rechazo de los acuerdos. La costa, más favorable.

En medio, nos quedó la sensación de debates y razones muy tensos, con buenos argumentos de ambos bandos. También nos impactó el editorial de Fontevecchia que leímos ese día y la comparación con la Argentina. Con la «finalidad objetiva de los acontecimientos», quién sabe si esta derrota no es la excusa para un acuerdo superador.

[En momentos en que escribo esto, 5 de octubre, el TV está prendido. La encargada del hotel vino rápidamente con la noticia: «¡Uribe está reunido con Santos!» y puso el noticiero. Luego de haber sido amigos y compañeros políticos, se enemistaron visceralmente… Hacía 6 años que no se veían la cara]

Como dijimos a algunos amigos colombianos en estos días, ¡ánimo!, es hora de escribir otra historia.

 

3OCT2016

Lunes era el día en que nos quedaríamos en el hotel, leyendo, disfrutando de los baños de mar y, por mi parte, arrancando con el blog.

Por la mañana, muy temprano (7am), empezamos ver pasar a adolescentes con uniforme de colegio por la playa…

Sorpresa inmensa al verlos más tarde tomando clase ¡en la «discoteca» de la playa! Luego nos enteraríamos que la escuela del pueblo está «en construcción» y que, mientras tanto, usan distintas locaciones para el dictado de los cursos. ¿Era o no para un cuento de García Márquez? Como dicen aquí, ¡de ataque!

 

Luego del almuerzo nos decidimos por una caminata, de la que no teníamos mayor detalle: debíamos tomar «hacia el Oeste», «ahí está el Coquerito», «lo manejan un colombiano y una argentina». Nuestra motivación era simplemente caminar y disfrutar del paisaje que bordea el mar… así que poco importaba el destino.

No nos defraudó: lamentamos prontamente no habernos puesto las zapatillas (Mario con sus Crocs; yo en Hawaianas), pero continuamos… Pasajes intrincados, arena, piedra, tierra y un incipiente compost y una vegetación enmarañada y salvaje. Allá fuimos.

Tuvimos momentos de dudas… se avecinaba lluvia, pero finalmente llegamos:

La vuelta fue durísima… lluvia pertinaz al principio, camino resbaladizo y el peor calzado. Por suerte llegamos muy bien y es una caminata directamente im-per-di-ble.

 

Capurganá…

1OCT2016

Diana y Carlos nos llevaron temprano al aeropuerto secundario de Medellín. Allí hay un monumento a Carlos Gardel y, obviamente, nos sacamos fotos:

Viajábamos propiamente en una avioneta, junto con otros pocos pasajeros y una familia completa. Habrán sido unas 18 plazas más o menos.

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El vuelo duró una hora aproximadamente y fue muy tranquilo. El día anterior habían pasado los coletazos del huracán Matthew, pero por suerte volamos lo más bien. Estaba muy nublado y, ya aterrizados en Acandí , el calor y la humedad del Caribe nos cachetearon. El aeropuerto es algo más grande que un galpón-garage… todo en esta región parece salido de un cuento de García Márquez…

Allí nos esperaba Germán, que haría el traslado desde el aeropuerto hasta el muelle para tomar la lancha a Capurganá… ¡en carro tirado por burro!

Tenemos fotos antológicas del pueblito de Acandí, pero la conexión a internet aquí es exasperante… llevo horas con este blog… calles de tierra, comercios en garages pintados de colores brillantes, carteles maravillosos, vegetación exuberante, mucha población negra… pintoresco total.

Germán era un encanto; nos contó de su sobrino Eric, que juega en Olimpo de Bahía Blanca. Ya lo recordaremos…

La lancha era un bote grande sin techo que se lanzó a un mar picadísimo… nos empapamos nosotros y el bolso, pero felices. La travesía duró media hora y tampoco fue tan dura. El destino pagó: un pueblito de ensueño, rústico de toda rusticidad. Desde el muelle caminamos hasta el hotel con un changarín para nuestro bolso.

El hotel Nautilos carece quizá de encanto, pero tiene las comodidades mínimas y lo más importante: está sobre la mejor playa de la zona, a la que tiene acceso directo. No tiene la menor sofisticación y, con poco, podrían acomodarse un poco mejor: no hay agua caliente en la ducha (sí, de no creer… cada vez tomamos más conciencia de lo que significan los servicios, la energía y el disparate que estamos viviendo en Argentina), internet en las zonas comunes y «de pago» y «flojo»… pero es que estamos en medio de la nada misma.

Vamos a lo importante, con las fotos de recién llegados:

A la tarde empezó a lloviznar un poco, pero nada grave. Nos dimos baños de mar por la mañana y para la noche habíamos logrado uno de los objetivos propuestos: Mario leyó «Regreso a Ítaca», de Padura, y yo «Tokio Blues», de Murakami. Felices.

[Ahora él ya está con «La vida de los elfos», de Barbery, y yo con «Partículas elementales», un viejo pendiente de Houellebecq]

El «paquete» incluye desayuno (frutas, cereales, arepas, panes, huevos, jugos), almuerzo (sopa, ensaladas, arroz o papa, pescado y carne o pollo, postre), cena (ídem almuerzo), jugos naturales y licores nacionales. Todo incluido. La comida es abundante y muy sabrosa.

Tenemos incluidas dos excursiones; el domingo 2 empezábamos con la primera:

 

2OCT2016 – Playa Soledad y Bahía Aguacate

Luego de desayunar nos reunimos en el hotel mismo con «don Aldo», nuestro guía. Nos repartió salvavidas y salimos en dirección al muelle de Capurganá.

[En este momento paro de escribir… ya me pone nerviosa el tiempo que me insume la carga de las fotos y no resulta nada placentero. Lo cierto es que ayer domingo pasamos un día maravilloso en esa excursión.

[Fuimos testigos en vivo y en directo del estupor que causó la victoria del «no» en el plebiscito propuesto por el gobierno para los acuerdos de paz con las FARC. Todas las encuestas daban ganador amplio al «sí» y, aun quienes ya sabían que votaban por el «no», pensaban que «todo estaba cuadrado para que gane el sí».

[Tenemos muchos testimonios «a favor» y «en contra», tanto de académicos y personas vinculadas con el Derecho (en el Seminario), como de la gente «de a pie», de aquí de Chocó, una de las zonas más golpeadas por la guerrilla y en la que el «sí» ganó por el 80%. Todo hay que comprender.

[Hoy lunes 3 nos quedamos en Capurganá, leyendo, escribiendo, tomando sol y mar. Después del almuerzo hicimos una excursión a el Coquerito… inolvidable e imperdible por muchas razones.

[Mañana salimos para La Miel, ya en territorio panameño. No sé cuándo volvemos a escribir… pero todo excelente, felices 😉   Ojalá pueda ponerme al día antes de volver…]

 

 

 

 

 

 

Copenhagen IV

24JUL2016

Despacito, despacito, nos acercamos al final del viaje. Y parece que ya entramos en otro ritmo, porque los dos nos quedamos dormidos profundamente hasta casi las 8am. Por suerte, eso no nos impidió concretar el plan de salir de Copenhagen y hacer dos visitas en localidades cercanas (unos 40′) y muy accesibles desde aquí.

Lo primero fue tomarnos un tren desde la Estación Central hacia Helsingor, en la punta noreste de la isla de Zealand, donde está la propia Copenhagen. Para estos viajes de hoy compramos un ticket de 24h «all zones», que incluye esta área grande.

Como es habitual en el continente, los trenes fantásticos, limpios, nuevos, puntuales… en suma, todo lo que uno querría tener.

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Helsingor tiene una locación estratégica, por el estrecho pasaje de mar entre Dinamarca y Suecia (alguna vez todo danés) y por el que Dinamarca cobraba «Sound Dues», eje de sucesivas disputas con otras potencias que terminaron virtualmente con la negativa de EE.UU. a pagar esos derechos.

En la actualidad, los daneses cruzan a Suecia a proveerse de mercaderías más baratas (en especial, el alcohol); la costa sueca se aprecia como la otra margen del Paraná, verdaderamente muy cerca.

El tren va en dirección norte, bordeando el mar, pero escasamente se lo ve por la tupida y verde vegetación. Además, el pueblito de Helsingor tienen su encanto por las calles de piedra y una arquitectura medieval que todavía conserva en su casco y que, después del objeto principal de la visita, recorreríamos brevemente.

¿Cuál era ese objetivo? Kronborg Slot, conocido como «el castillo de Hamlet»porque la acción de la obra de Shakespeare transcurre en Elsinore («Helsingor», en danés).

Una rápida investigación en internet para saber realmente qué había pasado (si Shakespeare conocía el castillo, qué tipo de inspiración había tenido) no arrojó demasiada luz. Parece que algunos de sus actores habrían estado aquí y le habrían brindado detalles que luego sirvieron a los fines de ambientación. Las guías y panfletos no ayudaban demasiado («WS made the little Danish Royal Palace in Elsinore world famous when in 1603 he published the much-loved play about the tragic fate of the Danish prince Hamlet», bla bla bla). Luego, en unas pantallas interactivas, nos enteramos de la autorización a un investigador para cavar en ciertos sótanos en busca de los manuscritos de Shakespeare que resultó en una bolsa de cenizas indescifrables.

Lo cierto es que, más allá de esta historia, el castillo es muy bonito, no sólo por su estilo renacentista muy armónico sino por su emplazamiento

al lado del mar y en medio de barracas fortificadas:

Pero además el castillo tiene una historia muy romántica, porque el rey que lo mandó construir (Federico II) estaba verdaderamente enamorado de su esposa Sofía (a quien desposó con apenas 14 años de esa joven), tuvieron 7 hijos (uno de ellos, el importantísimo Christian IV), fueron felices, etc. etc. La construcción data de 1574-1585 y las áreas más importantes que se visitan son el patrio central:

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salas, dormitorios y bibliotecas

el gran salón de baile, en el que en función de los 400 años de la muerte de WS, se hacen representaciones de algunas de las escenas más importantes de la obra, como la de las fotografías (muerte de Gertrude y Claudius). Pude filmar «To be or not to be…», en este mismo salón.

Hay una larga tradición de representar «Hamlet» en «su locación», que se remonta a 1816, cuando se cumplió el bicentenario de la muerte del autor. Pero fue recién a partir de 1937 cuando Helsingor se puso realmente en el tapete mundial: actores de la talla de Laurence Olivier y Vivien Leigh se apuntaron para los roles principales… y ya se siguió:

La visita continúa con los sótanos

y la capilla (la única que se salvó de un gran incendio):

Afuera, los actores de la puesta conmemorativa saludaban y jugaban con los chicos:

Empezamos a irnos de Helsingor, con estos recuerdos…

Y nos tomamos el tren, desandando camino hacia el sur, hasta la estación de Humlebæk, desde donde caminamos unos 10′ hasta el Lousiana Museum of Modern Art … todo un hallazgo, un museo que resume su misión en «arte, arquitectura, paisaje», con un parque de esculturas impar… y una colección y muestras temporarias magníficas.

Obviamente es poco lo que podemos traducir en palabras, pero destacamos las esculturas (las hay de grandes conocidos como Moore o Giacometti, y de otros de los que jamás habíamos escuchado hablar):

que ¿compiten? ¿dialogan? con un parque sensacional, árboles cuyas ramas caen hasta el piso e impiden ver el tronco y el mar… ese mar…

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Y en el interior, más impacto, fascinación, rechazo… arte moderno, bah:

(aquí entrábamos en una habitación, de a cuatro, por un máximo de un minuto; parados en una plataforma, rodeados de agua y espejos y… el infinito… bello de bello)

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(esta hermosura de Picasso, en realidad, daba inicio a una muestra «Picasso before Picasso», con dibujos de estudio del pintor, de fines de los 1890s, cuando estudiaba en Barcelona; buena parte de esta obra está expuesta en el Museo Picasso de Barcelona)

… y para el final, recordando a Ciuro que siempre recuerda al alemán, un ícono de «… al final, todo es mercancía»:

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(Andy Warhol, por supuesto)

Nos volvimos a Copenhagen y nos quedamos a cenar en el restó BOB, de la zona del Meat Packing, cerquita de la estación donde nos habíamos bajado. Decidimos que la última cena merecía unas coronas más, así que allí fue el regalo de Normita 😉

Nos lo había recomendado Roberto, el guía del tour alternativo, y no tuvo desperdicio:

 

Y sí… llegó el final. Me levanté a las 5.30am para escribir esto… si no, ya no lo haría. En un rato desayunamos y a las 11am dejamos el hotel. El vuelo sale a las 4.25pm así que estamos más que cómodos.

Hicimos un viaje inolvidable, emotivo, distinto… costará volver de aquí. Vale sobradamente la pena juntar o destinar dinero para conocer Escandinavia, es tan fuera de lo común…

De poder hacerlo de nuevo, sin dudas sería en casa rodante; sin dudas. Todavía ante esa imposibilidad, nos tomaríamos nuestro tiempo para conseguir departamentos. Las comidas afuera son MUY caras y hay un punto en que -al menos para personalidades como las nuestras a las que, encima, les gusta «jugar a la casita»- le fastidia tener que pagar fortunas, a veces por porquería.

Nos vamos con el esplendor y la elegancia de Suecia (i.e., de Estocolmo, que es lo único que vimos), con la austeridad y la solidaridad de Noruega, con la alegría y el savoir vivre de Dinamarca (casi, de Copenhagen).

Y con esta imagen, que dice mucho más…

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Copenhagen III

23JUL2016

Otro día inolvidable en el «puerto de mercaderes»… qué ciudad fabulosa, llena de vida y de ganas de vivir… ¡bien! Tiene los índices más altos de felicidad. Lo que se ve en un día soleado de verano lo confirma. Trabajan 32 horas semanales, las horas extras son un símbolo de ineficiencia y están mal vistas, privilegian la vida en familia y el disfrute… unos hedonistas plenos.

A las 9am ya estábamos caminando… el plan del día era recorrer el Barrio Latino, la peatonal para pispear los negocios de diseño y, más tarde, prepararnos para nuestro «Tour alternativo».

Pasamos por la Rundetaarn (Torre Redonda), aunque no subimos porque ya habíamos trepado la torre del castillo Christiansborg:

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pegada a la Iglesia Trinidad:

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y, desde allí, a la plaza Kurtorvet, mucho más linda de lo que se aprecia en la foto:

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Me encantan estos kioskos en la mayoría de las plazas… ¡son tan distinguidos!

Según la Guía Azul, la Catedral de Copenhagen era imperdible; sobre todo, por las esculturas clásicas de Thorvaldsen (mediados x. XIX), muy valoradas:

La peatonal más larga del mundo y una de sus plazas –Amagertorv– estaban muy animadas en sábado a la mañana

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Entramos en un par de esos negocios de diseño danés… ¡Sobresalientes! En algún punto, agradecíamos que todo esté TAN caro… ni nos planteamos la chance de comprar algo… De hecho, no nos hemos comprado ni un imán para la heladera… Tampoco es que andamos sufriendo, es otra realidad cambiaria y/o económica y a otra cosa. Bastante que nos hemos anestesiado al dolor de gastar lo que gastamos en atracciones, transporte, alojamiento y comida… Ningún sufrimiento.

Volvimos al hotel a descansar un rato antes del tour. Lo habíamos contratado en ocasión de hacer el Free Sandemans’ Tour, éste era el «Tour alternativo»: «Más allá de los hipsters y puestos de helados, hay una historia asombrosa para contar acerca de la escena ‘underground’ de Copenhagen y de las personas que la hicieron y aún hacen genial. Esta es una historia de un mundo totalmente diferente, cuestionando el status quo social, político y cultural». Así reza la promoción y vaya que resultó atractivo. Quedamos asombrados y felices de haber contratado este recorrido guiado.

El punto de encuentro era la esquina del Hotel Plaza, pegado a la Estación Central de Copenhagen. Allí nos recibió Roberto, sevillano, músico y director de orquesta, haciendo un posgrado aquí desde hace 2 años; los 10 años anteriores estudió en Holanda.

Qué pena no poder (¿saber?) dibujar en este blog… haría el esquema de los barrios de Copenhagen que nos presentó Roberto, de manera muy gráfica y sencilla. Dibujaríamos un círculo central e inferior, dividido al medio por un canal: el semicírculo superior, la City; el inferior, Christianshavn; arriba de ese círculo, un abanico que, de oeste a este, tiene los siguientes barrios: Vesterbro (oeste), Frederiksberg, Nørrebro (norte), Østerbro  (este).

El recorrido empezó, justamente, en la Estación Central, construida en 1911 por un arquitecto de la tradición danesa que, precisamente, indica que quien se ocupa de la construcción de un edificio se hace cargo de todo: proyecto, construcción, diseño interior… la verdad es que la armonía y la belleza del edificio, en su estilo «nacional romántico» (en la misma línea del ayuntamiento), están expuestas:

Saliendo de la estación, se ingresa en Vesterbro (barrio del oeste), cuyo surgimiento fue producto de desafiar la prohibición de construir fuera de las murallas de la antigua ciudad. Así lo hicieron, en general, los artistas: trabajaban en la ciudad y se afincaban en moradas humildes por fuera de las murallas, para no pagar impuestos y servicios. Lo propio hicieron los mercaderes que venían de Roskilde. De tal manera, fue surgiendo una población «extramuros» que, a fines del s. XIX, se aprovechó para expandir el proceso de industrialización.

En realidad, ¡salió mal! Las casas construidas eran mucho más sofisticadas e imposibles de afrontar por trabajadores rasos… ellos nunca fueron a vivir allí, por imposibilidad de adquirirlas o mantenerlas. Basta con verlas…

En cambio, esos trabajadores se instalaron precariamente en Nørrebro, Østerbro  o, todavía más al sur, en Amager.

Las casas vacías de Vesterbro fueron una tentación para los «okupas» del momento: fue así que el barrio se pobló de alcohólicos, drogadictos y prostitutas… o sea, la «zona roja».

Los turistas retroalimentaban el tema de la prostitución y de las adicciones (muchos sueltan sus frenos inhibitorios cuando no están «en casa»), especialmente en los ’70 (1970s).

A fines de los ’80, el ayuntamiento decidió un rediseño urbano: promovió la reubicación de familias jóvenes en el barrio, prometiendo facilidades financieras y, sobre todo, seguridad.

Una primera etapa privilegió la represión de la prostitución y las adicciones. Al no dar resultado (la prisión no era efectiva y duraba poco; las multas no podían cobrarse), se pasó a una etapa de inclusión que abarcaba apoyo higiénico (provisión de drogas y utensilios para drogarse sin riesgo), clínico (tratamientos), psicológico (terapias para las adicciones) y laboral (reinserción); en oras palabras, un programa completo que, a la postre, dio resultado.

Hoy quedan solo 2 cuadras del barrio rojo (las más cercanas a la estación central). El resto de la calle Istedgade se lleno de hoteles y hostales de muy buenos servicios y a muy buen precio, promocionándolos con buena reputación, de modo que un turista «promedio» se aloja e invade esa zona.

Tanto la iglesia de Santa María como Mændenes hjem (hogar de la humanidad) ofrecen refugio para indigentes y adictos.

[Canallas queridos… lamentamos habernos topado con esto en el medio del barrio, muy ostensible:

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Nuestros compañeritos del tour -españoles y mexicanos- no lo podían creer… obvia referencia a Messi]

De repente, Vesterbro se convirtió en el barrio más caro (todos quieren vivir ahí) pero, al propio tiempo, el más recatado. Reina allí una estética hipster, esto es, una subcultura urbana que no necesita aparentar, que rehusa de la ostentación y el brillo pero, al propio tiempo, hace un culto de la calidad, la buena vida, el disfrute… clases medias acomodadas, medias-altas, que gozan de bienestar, comodidades y ciertos placeres, pero sin alardes.

Esas tribus han llenado el barrio de negocios como, por ejemplo, éste: Mikkeller, la fusión de dos amigos (Mikke y Eller) que se pusieron, a lo Breaking Bad, a probar con cervezas producidas artesanalmente. Tuvieron un éxito sensacional con un negocio pequeño pero que ofrece 40 clase de cervezas…

El éxito de estos muchachos fue tal que, no solo abrieron otro local en Copenhagen, sino que se han expandido por el mundo (España, Alemania, Tailandia, Colombia, etc. etc.) y han convertido a la ciudad en capital mundial de la cerveza artesanal. De hecho, hay bares que constantemente importan cervezas artesanales de otros lugares del mundo y esta oferta varía periódicamente. En general, todo bar ofrece variantes de cerveza tirada, todas ellas muy buenas. Con razón era tan rica…

El barrio comenzó a extenderse y, en ese trance, se topó con otro (en realidad, una comunidad separada; ayer mostrábamos la foto del ayuntamiento), Frederiksberg, de gran tradición aristocrática.

La convivencia entre ambos se supuso difícil, por lo que hubo políticas públicas destinadas a mitigar el impacto: por ejemplo, la construcción del Det Ny Teater («Nuevo Teatro»), en la calle límite de ambos barrios, con sendos ingresos y escenario rotatorio.

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Vesterbro es también el barrio del arte callejero, que se renueva constantemente:

y el antiguo y tradicional Club de Tiro se convirtió en un precioso parque para niños:

En este punto, ya entrábamos en el Meatpacking (donde cenamos la segunda noche) ,el antiguo mercado de la carne, el matadero.

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Al igual que ocurre en tantas ciudades, en algún momento los mercados quedaron en medio de la ciudad «extendida» y generando pésimas condiciones de salubridad. Al trasladarlo, se impuso un proyecto que convirtiera la zona en un recinto de ocio que respetara la estética del antiguo mercado. De ahí los azulejos blancos, los marcos azules, y toda esa estética de «frigorífico» que todavía luce.

Aquí hicimos una parada porque nos ofrecían un vaso de cerveza artesanal en uno de los locales… todos le dimos la bienvenida y seguimos, vía tren + metro (como se ve, el metro sin conductor… eso ya lo habíamos experimentado en Singapur… creo)

hacia Christianshavn. Esa «medialuna» al sur de la antigua «city» de Copenhagen es, en realidad, una isla artificial construida por Christian IV en el s. XVII, al perder Scania en manos de los suecos (i.e., al perder el dominio del Mar Báltico).

Con esa construcción, el monarca perseguía tres objetivos: i) disuadir a los barcos enemigos de navegar frente a Copenhagen (ahora quedaba solo un canal entre ésta y la nueva isla, por lo que esos barcos se exponían a una defensiva de ambas márgenes); ii) emular a Flandes, muy admirada por el rey; la isla está construida a imagen y semejanza de ciertos sectores de Amsterdam y con sus mismas técnicas de «ganar terreno al mar»; iii) dinamizar la actividad comercial, luego de la pérdida del Báltico, a partir de la creación de una zona franca o de libre comercio que atrajera a los alemanes a instalarse en Dinamarca. El rey no cumplió sus promesas y esas inversiones no vinieron, pero los otros objetivos se cumplieron.

 

Y ahora sí, listos para entrar en Christiania… o de cómo los hippies se apoderaron de una base militar en los años ’70.

Entramos por la puerta trasera, para tener una mejor perspectiva de las zonas a visitar:

un área de «bienvenida» y de aliento a «invertir en acciones de Christiania» (i.e., a hacer donaciones)

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Y todo lo demás fue entrar en el «Green Light District», una zona en la que no se permiten fotos y en la que hay puestos de venta de drogas «blandas» (marihuana, hachís, cocaína), a cargo de personas encapuchadas o disimulando de alguna manera su cara… Circula una cantidad impresionante de gente, de todas las edades y nacionalidades, en general husmeando y/o consumiendo alcohol y drogas.

¿Cómo fue la historia? Rodeados de «fumata» (literalmente), Roberto nos contó sucintamente los hechos: en ese lugar había una base naval, con sus depósitos y las casas de los oficiales. En un momento determinado la base naval se muda hacia otra zona de la ciudad y ese espacio queda abandonado durante dos décadas. Los niños de los barrios aledaños comenzaron a usarlo como parque hasta que, en 1971, un periodista y activista social publicó un artículo denunciando los valores «occidentales» de materialismo y acumulación de riquezas e incentivando a la construcción de una sociedad sin gobierno ni autoridad y que viviera, con lo mínimo, en lugares abandonados, por ejemplo, en la base naval. El artículo se propaló como reguero de pólvora y se llenó de hippies daneses. El gran hallazgo de estos hippies fue mantener el lugar «abierto a la comunidad», que el resto de la sociedad «entrara y viera» y, así, ganar en popularidad. Además, sumaron la oferta de artesanías, la barra de bares, conciertos, el ocio de fin de semana para muchos daneses que, lejos de verlos como «gente peligrosa», los considera «peculiares», «pintorescos».

¿Por qué no entra la policía? ¿por qué no desalojan? ¿por qué no condenan el tráfico de drogas? Precisamente por ese favor popular. En algún momento todo se complicó: los dealers introdujeron la heroína, LSD, crack y otras drogas «duras». Allí la cosa se puso espesa pero fue la propia comunidad la que se autorreguló y echó a las «mafias». Hay un pacto no escrito de «say no to hard drugs«. Se gobiernan con el «sentido común» y a través de asambleas organizadas para diversas «tareas».

Con el tiempo, hicieron una movida para adquirir las tierras a la ciudad (hoy muchos son propietarios «comunitarios» gracias a esas donaciones que masiva y espontánemente realizaban los demás vecinos), pagan alquileres, la luz y el agua. Son 850 los habitantes de Christiania. La policía entra, rara vez, y con un objetivo concreto (por ejemplo, atrapar a un delincuente que intenta esconderse allí). Hay un pacto de tolerancia. Por lo demás, son la segunda atracción turística de Copenhagen… ¡después de la Sirenita! ö

La verdad es que nunca habíamos tenido a tanta gente drogándose tan cerca. El espectáculo de algunos es bien decadente, pero tampoco insoportable, ni mucho menos. Los «boleados» no son mayoría o no causan tanto rechazo. Diríamos que lo que más se veía era «chicos bien», fumándose un porro y tomando una cerveza. El olor picaba…

Fin de los servicios de Roberto (3 y 1/2 horas, contra las 2 y 1/2 previstas en los papeles), más que felices y satisfechos con estos tours de Sandemans’. ¡Los recomendamos vivamente!

Siendo más de las 6.30pm, empezamos a salir del barrio, no sin alguna pequeña travesura

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y aprovechando a los nuevos amigos mexicanos para que nos sacaran una foto:

 

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Caminamos libremente por Christianshavn, zona de barcos, lindos departamentos, gente haciendo sus picnics de sábado «a la noche»…

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Avanzamos hasta la zona inmediatamente contigua de «street food» donde habíamos estado la tarde anterior

pero la cantidad insana de gente y nuestra «multitud-fobia» nos impidió, sensatamente, quedarnos allí para cenar. Fue así que retornamos cruzando el puente, vía la irresistiblemente fotogénica Nyhavn,

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a comprar comida y hacer nuestro picnic exclusivo en los jardines del hotel… Tanto mejor 🙂

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Copenhagen II

22JUL2016

[Esta mañana puse el despertador temprano para avanzar con el diario de ayer… a medianoche me doblegó el sueño y el cansancio, así que lo dejé para hoy. De cualquier modo no terminé y es ahora, 6pm, que estoy escribiendo ambas entradas]

Otro día bendecido de sol, buena temperatura (27ºC… los daneses ¡desnudos!, ja ja, de hecho vi a varias mujeres en las playas urbanas haciendo topless y a gran cantidad en el agua).

A las 9.30am ya estábamos sobre ruedas. ¡Había que aprovechar el alquiler de las bicis, que vencía a las 5pm de hoy!

A esta hora podemos decir que tenemos nuestros apoyos destrozados… pero de nuevo felices; pocas cosas hay que se comparen con disfrutar de una ciudad en bicicleta, con todo pensado para que el ciclista sea un verdadero privilegiado y con este buen tiempo…

Prácticamente no paramos… creo que unos 15′ en la Ópera y una media hora a eso de las 2.30pm en el hotel, para cargar energía e ir cómodamente al baño. El resto… pedaleando.

Hicimos una vuelta gigante en contra de las agujas del reloj. Lo importante era disfrutar y no atarnos a un «libreto» (mapa), pero quisimos tener un vistazo de la mayor parte de los barrios. Así que empezamos para el noreste, con estas bellas iglesias, siempre tan armónicas en su estilo:

pasamos por el Museo Nacional de Arte

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y una cantidad de parques que no fotografiamos por toda la zona Nørrebro. Por el norte y el hacia el oeste nos encontramos con Frederiksberg y su ayuntamiento

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Trepamos (¡ha de ser la única colina y la encontramos nosotros!) hasta el palacio de Frederiksberg y el Zoo, pero decidimos que no valía la pena una visita (odiamos los zoológicos). Bajamos en dirección sudoeste, pasamos frente a la cervecera Carlsberg (que invitaba a las visitas guiadas de degustación pero para nosotros, a esa hora, cerveza/bicicleta/sol era una pésima combinación. Pasamos de largo y gran bicicleteada hacia el este otra vez (todavía sin cruzar el mar) por la calle Ingerslegade; tomamos el primer puente que cruza las vías del ferrocarril hacia el sur y ahí nos topamos con el centro comercial Fisketorvet. Parada obligada al baño y a comprar un té helado para hidratarnos.

Apenas salir del shopping es encontrarse en medio de la ultramodernidad: una autopista para bicicletas inimaginada:

edificios novísimos y hermosos

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con piletas demarcadas en el mar

Ya enfrente, en Islands Brygge, más gente disfrutando y disfrutando del mes de julio y del sol:

¡y  «el pato» de Mario soñando con este trampolín!

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Por atrás de otros nuevos canales más al este, terminamos entrando a Christiania (tour alternativo de mañana, así que lo reservamos) y, otra vez afuera, desembocamos en la nueva ópera… aquí hicimos un descanso y «tiramos» unas fotos:

Más hacia el oeste otra vez, bien enfrente de lo que sería Nyhavn/Teatro Real, hay toda una plataforma llamada Papirøen en la que venden street food.

Allí hicimos tentempié de hot dog muuuuuuuy rico… una salchicha casera, nada que ver con la «de Viena», y con unos condimentos realmente distintos.

Para entonces, estábamos destrozados, por lo que volvimos al hotel por una media hora y ¡otra vez a pedalear! Entre 3.15pm aprox. y 4.45pm (en que devolvimos, también en el hotel, las bicis), reiteramos el barrio elegantísimo de Amaliensborg y el Parque Churchill, dimos varias vueltas alternativas y no pude resistir la tentación de volver a fotografiar St. Albans Church, la iglesia anglicana:

 

[Estamos haciendo un descanso entre 5pm y la hora de la cena… será picnic en algún lugar frente al mar, con nuestro vino francés comprado en el free shop de Oslo y lo que encontremos de street food 😉 ]

 

Para terminar el diario, más fotos de una ciudad preparada para el auto eléctrico:

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alquiler de bicis por todas partes:

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¡y qué lindas todas estas bombitas «retro-pero-led»… todas juntas… qué pena no poder llevarme unas cuantas…