Pueblitos de la Costa Brava

13 SEP 2018 – Estartit / Pals / Peratallada / Begur / La Pineda

Ya no tengo más ganas de escribir, como suele suceder sobre el final. Mario amaneció quejándose de un ardor y dolor en el pie izquierdo … que no había pegado un ojo en toda la noche… Ricardo se lo miró y finalmente encontró decenas de espinas finísimas… todavía no sabemos qué fue lo que pisó, pero ciertamente estaba muy dolorido y Ricardo tuvo un trabajo loco, junto con Cristi, para ir sacando lo más que podía.

Calmantes y, a la noche, finalmente antibióticos. Por suerte, ya está mucho mejor, más allá de las molestias y algo de dolor todavía.

La mañana era muy bella en la playa de Estartit… ¡un privilegio ese camping!

Cuando los seis estuvimos listos, partimos para conocer pequeños pueblitos con encanto y que estaban muy cerca… Todos tienen murallas o «puertas» o «castillos» del s. XII ó XIII… todos conservan ese aire medioeval y viven a full del turismo «de escapada»… todos, a a full con el independentismo… Así…

 

Pals

(Marito sentado esperando…)

 

Peratallada

De paso, visitamos un B&B de propiedad de gente amiga de Pedro y Alicia, donde ya habían parado algunas veces… ¡la familia tiene una escritura del s. XVI!

 

Bergun

En este pueblito hay (los restos de) un castillo antiquísimo y estratégicamente ubicado

Salir con la autocaravana fue complicado… montañas, cul-de-sacs, barrios con callecitas de terror… fue un alivio llegar a La Pineda y… ¡ay!… llegar al spa de Alicia y Pedro…

À tout à l’heure, la France!

12 SEP 2018 – Ste Marie le Mer / Collioure / L’Estartit

Hoy era el día en que debíamos encontrarnos con Pedro y Alicia, que subían desde La Pineda (Tarragona) para compartir el último tramo con nosotros. Un problema con su furgoneta los dejó temporariamente en Girona, donde vive una sobrina de Alicia.

Nosotros decidimos, entonces, bajar hacia España y, eventualmente, acercarnos hasta donde estaban.

Ricardo recordó una recomendación de un amigo. Un pueblito mínimo, muy atildado, con preciosas callecitas, conocido además por ser la última morada de Antonio Machado el lugar de su tumba.

De todas las guías, sólo una lo mencionaba (Descubrir Francia. Carreteras panorámicas). Lo ponen como el punto inicial de una carretera que recorre los Pirineos desde el Mediterráneo (Collioure) y llega hasta el Atlántico (St-Jean-de-Luz, que visitamos el año pasado en el viaje por el norte de España). Está todo súper organizado, con un parking excelente y un servicio de navette gratuite hasta el centre ville.

Se trata de un puerto pesquero dominado por un Chateau Royal, una fortaleza fundada por los templarios en el s. XIII.

El balneario es realmente pintoresco…

atestado de turistas

que se agolpaba a ver un simulacro de los militares que todavía ocupan el Chateau… muy cinematográfico

La bahía era hermosa….

y la gente disfrutaba de un día soleado y cálido

Mario no pudo resistir la tentación…

Y mientras él se secaba, nos divertimos un rato por esa agradable costanera

Cerramos el recorrido por el pueblito

y nos despedimos con la calle de la última morada de Antonio Machado (la casa estaba abandonada, ojalá la pongan en valor algún día)

y su tumba, muy emotiva

En realidad, hay mucho de Cataluña en toda esta región y se nota un intercambio intenso…

À tout à l’heure, la France! Te extrañaremos mucho… pasamos unos días inolvidables.

Pocos kilómetros en dirección al sur, ya cruzamos la frontera española. Como decíamos, tratábamos de acercarnos a la altura de Girona, pero sobre el mar… el pueblo elegido era L’Estartit.

Encontramos un camping muuuuuuuy acomodado, en todo sentido… con el espacio para nuestra autocaravana a 50m del mar…

Por suerte, Alicia y Pedro pudieron acompañarnos y así celebramos… todos juntos, con el ruido del mar toda la noche… felices 🙂

Carcassonne, o un viaje a la Edad Media

11 SEP 2018 – St Martin Lalande / Carcassonne / Ste-Marie-la-Mer

Gran amanecer en medio de Aude – Pays Cathare.  “Aude” es el río que atraviesa la región; País Cátaro, por la historia de los “cátaros”, de quienes nos enteramos en este viaje…

Repitiendo a una de las guías,  los  cátaros “eran los fundamentalistas de su época; un grupo de cristianos extremadamente devotos, con rígidas creencias y desprecio hacia las enseñanzas de la iglesia”. Los Katharos (“puros” en griego), predicaban en la langue d’oc, eran antisistema y, por ello, fueron exterminados luego de una sangrienta cruzada bendecida por Inocencio III. La matanza fue feroz y los reyes franceses terminaron dominando toda esta región (incluida Toulouse, de la que hablábamos ayer).

Antes de llegar a la ciudad, hicimos una parada estratégica en busca de nuestra cena…

Dejamos la autocaravana en el parking ad hoc y nos tomamos la navette gratuite que nos dejaba a las puertas de la ciudad fortificada

Carcassonne fue uno de los mayores bastiones de los cátaros. Su historia se remonta al 1000 aC, pero tuvo su esplendor, precisamente, entre los s. VIII y XIII, con sucesivos poderosos condados incorporados al reino franco.

En realidad, hoy tiene dos partes: la Cité, con doble muralla y medioeval, y la Bastide, la ciudad más moderna, cruzando el río Aude y construida en damero, pero con varias vicisitudes históricas que obligaron a su reconstrucción.

Hoy es uno de los destinos turísticos preferidos de Francia, con multitudes colmando las callejuelas todo el año. Era un día soñado, pero –como también anunciaban todas las guías– se trata de una zona árida donde el calor se siente.

Empezamos entrando a la Cité…

rodeada de las típicas murallas de las fotos

El ingreso hasta el château está atestado de bolichitos de baratijas y comidas… ¡y de gente!

Grande fue nuestra sorpresa cuando, primero tímidamente, empezamos a ver unas franjas de color amarillo intenso sobre las paredes de piedra de castillo y murallas…

Se trataba de una instalación espectacular para poner en valor la región y su patrimonio cultural. Es toda una movida In situ. Patrimoine et art contemporain, aquí a cargo de la artista Felice Varini a quien vimos “manos a la obra” y con quien conversamos… una niña increíble, pegando estratégicamente pedazos de ese material iridiscente

Continuamos hacia la basílica de Saint-Nazare, de hermosa vidriería, y en la que viviríamos un momento mágico: un coro de cuatro voces (incluido un contratenor), ruso, cantando música religiosa… inolvidable para nosotros

Seguimos de caminata por la muralla exterior…

hasta desembocar en este impacto visual de la obra de Felice… “en dos palabras, im-presionante” (ADHisi dixit)

Embelesados con estas imágenes, seguimos bajando hasta la “otra ciudad”, la Bastide, cruzando el río Aude

El recorrido marcaba el paso por la zona más comercial, incluida una peatonal súper animada y, otra vez, “intervenida”:

(algo que, por lo demás, bajaba un par de grados la temperatura y se agradecía…)

Seguimos hasta el Canal du Midi, una obra del ¡siglo XVII!, construido por un tal Pierre Riquet para unir el Atlántico con el Mediterráneo…, hoy patrimonio universal y todavía en uso

La vuelta se nos hizo dura… llevábamos casi cuatro horas de caminata bajo un sol implacable, pero felices con la despedida

En busca de un camping b-b-b-, llegamos a uno verdaderamente tal: Le Lamparo en Sainte Marie la Mer

El camino hasta allá era bello: mar, frutales, vides, flores, guarderías náuticas… más cultura y menos natura, pero muy lindo… con las rías tan cerca como aquí:

Poco antes de las 5pm nos metimos en la piscine a sacarnos el calor y el cansancio de la brutal caminata.

A la noche, fue el momento de degustar las delicias de esta región. De nuevo, vecinos ultra generosos nos prestaron abrelatas. Una de las comidas típicas es la cassoulet (una suerte de fabada con la saucisse local), a la que agregamos unas lentejas ídem. ¡Delicia!

Otra noche inolvidable.

Toulouse, la ciudad rosa

10 SEP 2018 – Toulouse / St  Martin Lalande

Hermoso amanecer en Rocamadour, buenos mates y partida hacia Toulouse.

Teníamos unos 150km aprox y decidimos que pagaríamos peaje… el tema fue llegar hasta la autopista, salir de estos pueblos enterrados en la piedra y rodeados de montañas… encima al comienzo había un poco de niebla. Terminamos en medio de una comarca mínima, ¡con un puente en el que no entraba el ancho de distancia de ruedas de la autocaravana! Uffff… todo para atrás, con dos autos en la cola con conductoras súper comprensivas de la situación y una vieja parada en una puerta repitiendo que nos había avisado… GoogleMaps, una vez más, no discrimina automóviles de autocaravanas, así que cada tanto tenemos una de estas angustias… Encontramos rápidamente el camino alternativo para “camiones” y allá fuimos…

El parking en Toulouse, en cambio, fue ideal y sencillo, gracias a la ayuda de la comunidad de autocaravanistas que aporta a Caramaps. En la Cité de l’Éspace (un parque temático en las afueras) hay un parking gratuito y cuidado al que se ingresa pulsando un timbre. Ahí mismo está la parada de bus que, en combinación con el metro, nos dejaba en el centre ville. Claro… no teníamos idea de en qué sentido tomarlo y en qué estación hacer la combinación; los carteles y planos de la parada no nos ayudaban mucho… Preguntamos a uno de los otros caravanistas estacionados y, amabilísimo, se vino con nosotros a la parada, nos marcó dónde estábamos, dónde bajar, qué metro tomar, hasta dónde, cómo pagar el ticket… una gentileza increíble. Ahí mismo llegó una mujer a la parada, ¡que iba en la misma dirección! Así que estuvo todo el tiempo con nosotros y hasta nos regaló un mapa… Salvo excepcionalísimos casos, todos han sido tan pero tan amables… una maravilla.

Ya muy cancheros subiendo desde el metro

salimos al encuentro de la Place du Capitole

y del propio Capitole (de capitouls, consejeros que gobiernan la ciudad, nombre que aquí recibe el ayuntamiento).

Muchos nombres en esta región –Languedoc- vienen, precisamente, de la langue d’oc, lengua romance, muy parecida al catalán, otrora la región de Occitane, s. XI a XIII. Esta época correspondió a gobiernos propios de condes de Toulouse, pero la cruzada albigense la puso en manos de los reyes franceses.

Toda la historia de la región es interesantísima y hemos aprendido mucho de esta particular lengua, los cátaros (sobre los que volveremos más específicamente en la entrada de Carcassonne), peregrinos y gran cultura (la Universidad de Toulouse es muy prestigiosa). Más todavía, Toulouse fue un polo de desarrollo en las Grandes Guerras, con su industria aeronáutica a la cabeza y hoy continúa siéndolo.

Toulouse es conocida como la cité rose por el color general de sus edificios, hechos de ladrillo.

El interior del Capitole se visita, tiene una gran escalera y salones recargados de murales alegóricos de los hechos históricos de la región

o de pintores locales, como este Henri Martin

En este lugar se celebran los casamientos civiles:

Saliendo desde la plaza, hay varios recorridos por hacer. En medio, siempre algún “argentino por el mundo”

Primera visita, la Basilique St-Sernin, en memoria del mártir San Saturnino. Es una de las iglesias románicas más importantes de Francia y es un punto fundamental de la peregrinación en el Camino de Santiago. La recordamos como una iglesia muy luminosa y con fotos muy sugestivas alusivas al peregrinar.

Volvimos sobre nuestros pasos a la Place Capitole y recorrimos uno de sus lados bajo una recova en la que un artista intervino los techos con temas alusivos a la ciudad… bello

entre los cuales no faltaba Gardel

Nuestra próxima parada fue una decepción… el monasterio e iglesia de Les Jacobins estaba cerrado los lunes. Y en verdad nos hubiera gustado la visita: desde 1369 es el lugar de reposo el teólogo y filósofo Santo Tomás de Aquino, salvo un interregno de abandono de los claustros por parte de los dominicos. La arquitectura es típica de la región y ciudad:

Pocas cuadras más y llegamos al río Garonne… bellamente dispuesto para la ciudad:

con su Pont Neuf

  

Volviendo otra vez al centro de la ciudad, hay todo un barrio de mansiones privadas, construidas por empresarios que en distintas épocas se enriquecieron y que hoy se han reconvertido en sede de instituciones públicas u ONGs, y de las que se sigue admirando su arquitectura. Por ejemplo, ésta, el Hôtel d’Assézat (1557)

Retornamos a nuestro inicio, con la bella oficina de turismo en una de las torres originarias del ayuntamiento y su plaza…

¡Adiós, Toulouse!

Ya de vuelta en el parking donde habíamos dejado la autocaravana, reacondicionamos los mates y salimos en dirección a Carcassonne. 

El trayecto era por rutas menores, rodeadas de campos de girasoles (hemos abandonado un rato el maíz) y de vides. Cada tanto la ruta se enmarcaba con altos plátanos… todo muy bonito.

Habíamos encontrado un camping a unos pocos kilómetros antes de esa ciudad, ideal para hacer noche allí y la visita, temprano al día siguiente… Claro, no contábamos con que estaría completo… ¡y pintaba muy lindo! El dueño, amabilísimo otra vez, se puso a llamar por teléfono a otros campings. Impensable ir al de la propia Carcassonne (lleno), así que confirmó que hubiera lugar en La Capelle, en un casi paraje (St Martin Lalande) y allá desandamos unos 19km.

Estábamos en el medio de la nada… pero todo estuvo espectacular: ducha, cena, descanso… En realidad, y salvo ese camping después de la visita a Étretat (que tampoco estuvo taaaaan) mal, nos seguimos sorprendiendo de las buenas instalaciones, los baños limpios, la educación de los usuarios…

Fantástico todo.

Por los pueblos medioevales de la Dordogne

9 SEP 2018 – Lissac / Sarlat-la-Canéda / Rocamadour

Amanecimos sobre nuestro lago sin ningún inconveniente… un lugar asombroso de bello y apacible. Desayunamos, hicimos uso de las instalaciones del área de servicio y partimos en dirección a Sarlat-la-Canéda, en el corazón gourmet de la Dordogne. La región es famosísima por las trufas negras, todos los derivados imaginables de la nuez, los quesos de cabra y, por supuesto, el foie gras.

Pero Sarlat tenía mucho, mucho, más que eso… la capital del Périgord Noir resultó una antigua ciudad comercial de exquisito refinamiento, muy sofisticada, con callejuelas medievales

y una arquitectura deslumbrante, que podía retrotraerse al s. IX para soportar diversas “capas” de s. XIII y XIV, época de su apogeo

La Lanterne des Morts, de finales de s. XII, es una torre única en su tipo

y embellece el antiquísimo cementerio, justo enfrente

y la iglesia contigua

Leímos que los techos están hechos con pesadas lajas de piedra caliza, de apenas ¡500kg! por metro cuadrado… y así se ven:

El domingo estaba muy animado

con una iglesia devenida en mercado cubierto en 2008…

Impactados con esta ciudad, partimos hacia Rocamadour alrededor de la 1.30pm. Obviamente antes nos habíamos provisto de baguette y de gasoil, en lugares en que excepcionalmente abren un domingo a la mañana… En Francia, el domingo es sagrado.

El camino hasta Rocamadour fue complejo, como vienen siendo todos estos trayectos entre pueblos pequeños… por lo demás, GoogleMaps no discrimina “autocaravana” ni parece sencillo que vaya por rutas principales (más allá de activar o desactivar “evitar peajes”). Más de una vez terminamos en casi “huellas” (antes que “rutas”) y no sin buena dosis de vértigo…

Pero el camino también depara estas vistas, a la vuelta de curva…

y no más llegar al destino final del camping bien cercano a la base de Rocamadour para decir voilà!

A diferencia de Sarlat, Rocamadour es un destino muy popular de peregrinación religiosa desde la Edad Media, sobre todo por la devoción a una Vierge Noire. Desde luego, empalma con nuestro omnipresente Camino de Santiago…

Como dice una de las guías, el pueblo parece sacado de El Señor de los anillos… colgado de un despeñadero, incrustado en la roca… las fotos dicen más que estas pobres palabras.

Luego de acomodados en un camping muy cómodo, y aunque sentíamos el cansancio de la larga caminata por Sarlat, ¡allá fuimos!

Parecía lejísimo… pero íbamos en bajada hacia la base misma del recorrido, atravesando puertas del s. XII ó XIII

para entrar en el casco antiguo,

con una larga vía medieval atestada de bares, restaurantes, hoteles y –sobre todo– venta de recuerdos y baratijas (aquí se notaba bien la diferencia con Sarlat)

Impresiona esa arquitectura «metida» en la roca

A esa altura las piernas no nos daban para los 216 escalones que llevan a la Place St-Amadour para visitar los siete santuarios… tomamos el ascensor y allí el escenario era increíble:

otra vez metidos en la roca, algo que no paraba de asombrarnos, sobre todo cuando lo uníamos a la antigüedad de estas construcciones que arrancaron allá por el s. XII…

Muy lindo…

Desde allí las posibilidades eran un nuevo ascensor o el Camino de la Cruz por una rampa relativamente suave… así que allí hicimos nuestro via crucis:

Y, ya otra vez arriba (a nivel “camping”) lo que quedaba era retornar con estas deslumbrantes vistas, a las que la foto no hace real honor:

De vuelta al camping, duchas reparadoras y delicias de la Dordogne, incluido un rosé de Bergerac, muy cerquita de donde estamos. Caída la luz a eso de las 9.15pm, salimos en busca de esto:

¡Misión cumplida!

En el Pays de la Loire…

7 SEP 2018 – Chartres / Chambord

¡Llegamos!

Los “castillos del Loire” son muchísimos. Hemos decidido visitar solo dos, no solo porque la visita cuesta una pequeña fortuna al cambio de hoy, sino porque uno enseguida se empacha de este tipo de atractivos.

Uno de ellos es el Château de Chambord, considerado el más grande e imponente de todos, construido por el rey Francisco I en los albores del renacimiento francés.

El diseño de todo el castillo, pero sobre todo de su gran maravilla, la escalera caracol de doble hélice, se atribuye a Leonardo da Vinci, quien murió en los inicios de la construcción del castillo.

La escalera está formada por dos rampas gemelas que se superponen enlazándose en un núcleo calado… quienes suben y/o bajan por distintas escaleras se ven por los huecos pero no se cruzan nunca… el efecto es deslumbrante…

Comenzamos por la visita a la terraza, soberbia…

desde la que se aprecian los jardines bien cuidados de la entrada

y los horriblemente secos de atrás…

La segunda planta se usa para exposiciones temporarias, como la de este artista…

En la primera planta, hay apartamentos amueblados de los siglos XVI a XVIII y un museo interactivo dedicado a Enrique, conde de Chambord, quien nunca vivió allí y desde sus distintos exilios soñó con regresar convertido en Enrique V… falleció en 1883 y con él el último heredero directo de Luis XIV.

Prácticamente “cerramos” el museo a las 6pm, con un día que terminaba de abrirse…

y nosotros divirtiéndonos con la imposibilidad de sacarnos la foto…

¡Paciencia!

Teníamos muchas opciones de campings cerca, pero luego de la experiencia de la noche anterior quisimos privilegiar aquellos con buenas opiniones en las redes sociales. Así fue que caímos en Huttopia, en Bracieux, una localidad a unos 9km. Parece que es una “cadena” de campings excelente… ¡y nos costó menos que la noche anterior! El lugar era espléndido, al lado de un pequeño riacho, instalaciones increíbles, limpio, nuevo, etcétera. Aprovechamos para hacer laundry y para preparar una deliciosa cena. La noche estaba agradabilísima, así que montamos el picnic afuera ¡y hasta nos divertimos con la aplicación de las estrellas al ver a Marte bien rojo en esas noches limpias, en medio de la nada! Cuánto placer y cuánto descanso…

8 SEP 2018 – Chambord / Chenonceau / Lissac sur Couze

Así como lo pasamos genial durante la cena, la noche fue una de las más frías. Amanecimos helados… sin preverlo (dormimos todas las noches con un edredón liviano y dejamos las frazadas en la bodega de la autocaravana). Cuando abrimos la app del celular marcaba apenas 7°… una vez más, ¡menos mal que vinimos en verano!

Desayunamos, practicamos los procedimientos de carga y descarga de líquidos, de desecho de basura y compra de baguette y partimos en dirección a nuestro segundo castillo: Chenonceau.

Si Chambord era el más imponente, Chenonceau está para la novela histórica total: el castillo también es conocido como Château des Dames, por la influencia de poderosas mujeres a lo largo de su existencia.

Comenzada su construcción por la mujer del recaudador de Francisco I, éste reclamó luego su dominio. La amante de Henri II, la inteligente y muy influyente Diana de Poitiers, lo eligió como su lugar en el mundo, mandó a construir el puente sobre el río Cher y diseñó espectaculares jardines. A la muerte súbita del rey, su viuda, la (otra) muy influyente Catherine de Médicis echó a la amante y mandó construir una galería sobre el puente para montar el escenario real de su hijo. Dos de sus hijas (Margot, casada con Enrique IV;  Elizabeth de Francia, con Felipe II de España) y tres nueras (María Estuardo, casada con Francisco II; Elizabeth de Austria, con Carlos IX; Luisa de Lorena, con Enrique III) llegaron a reinas… A Mario le fascinan estas historias… no se pierde una serie ni película…

Siguiendo con la saga de las chicas poderosas de Chenonceau, tenemos a la propia Louise de Loraine, quien al enviudar se encerró aquí de riguroso luto blanco.

A partir de entonces, no hubo reinas sino “señoras”: Louise Dupin, a cuyas brillantes tertulias con Montesquieu, Voltaire, Rousseau, se atribuye haber salvado el castillo de la furia revolucionaria. Tiempo después, otras mujeres se convertirían en enfermeras jefes del hospital de campaña en que se convirtió el castillo en la I Guerra Mundial. En la II Guerra también tendría protagonismo, pues por el río Cher pasaba la línea divisoria de la Francia ocupada.

El ingreso al castillo es muy tierno y pet friendly

Se camina bajo una línea de plátanos fantásticos…

Y enseguida se desemboca en el castillo, flanqueado por dos jardines, el de Catalina de Médici

… y el de Diana de Poitiers

El recorrido está súper bien organizado y la brochure es muy explicativa. Íbamos visitando las distintas salas y leyendo, muy placentero… Hay muchísimas fotos, pero elijo apenas éstas de la fantástica galería (donde hasta nos imaginábamos los bailes palaciegos):

las idílicas vistas desde el interior….

la cocina…

¡muy lindo todo!

Desde el jardín de Catalina las vistas son bellísimas…

pero el de Diana no le va a la zaga

No nos queríamos ir… jugamos en un laberinto natural en un día soñado de sol… pero había que partir. Teníamos que empezar a “bajar” en nuestro recorrido, apuntando al sur. Nuestro destino: los pueblos medievales de la Dordogne.

Hicimos un recorrido brutal de 350km, en dirección a Sarlat-la-Canéda, nuestra próxima visita. Faltaban 60km, encontramos un supermarché y paramos. Para entonces ya eran más de las 7pm así que decidimos ir a un camping a unos 9km… ¡subiendo montaña! ¡Y luego bajando hasta un lago! Gran decepción cuando vimos el Camping Lac du Causse con la recepción cerrada… ¿y ahora? El más cercano estaba a otros tantos kilómetros y sin certezas de que estuviera abierto… Rápidamente analizamos y decidimos el parking. Activamos CaraMaps y teníamos, a escasos metros, un área de servicio sobre el mismo Lac du Causse… ¡maravilloso! Con electricidad, agua, desagües y ¡baños! El lugar estaba bastante concurrido de autos y caravanas, cerca había una fiesta que no molestó… Temperatura ideal para cenar afuera, ¡felices!

¡Graduados de autocaravanistas!

La famosa Cathédrale de Chartres

7 SEP 2018 – Giverny / Chartres / Chambord

Huimos despavoridos de nuestro mal camping bajo la lluvia… estaba bien fresco, con lo que habíamos hecho muy bien en ducharnos la noche anterior. Nuestro destino Chartres estaba a poco menos de 100km, por lo que antes de las 11am estábamos estacionando la autocaravana a unos escasos 500m de la archifamosa catedral.

El casco antiguo está atravesado por el Eure, con vistosos canales y casonas increíbles a su paso

A nuestro paso, niños con consignas escolares en típica salida de estudios

¡otra vez el camino de Santiago!

y un Tribunal de Grande Instance para Mario

Por fin la Cathédrale Notre-Dame, bellísima por donde se la mire,

con gran impacto por los vitraux (los mejor conservados de Francia… ¿por qué no del mundo, entonces?),

un laberinto magnífico, que trae a la cristiandad el mito griego de Teseo, el hilo de Ariadna y el Minotauro.

La restauración del coro está quedando bellísima… antes…

y después

Vivimos momentos mágicos con un coro brasileño que se puso a cantar bellos cantos religiosos y nos llenamos los ojos de detalles…

A la salida, una escultura muy linda llamada Synergie

y unas vistas encantadoras del jardín

Ya había salido el sol, era la 1pm aprox, y era hora de partir hacia el Pays de la Loire, para recorrer algunos de los famosos castillos…

Hacia la meca de los amantes del impresionismo…

6 SEP 2018 – Giverny

Eran las 3.30pm aprox cuando salimos hacia uno de los destinos innegociables del viaje: Giverny, la meca de peregrinación de los amantes de la pintura impresionista, una visita largamente soñada por Ricardo… allí está nada menos que la Maison et Jardin de Claude Monet.

Difícil poner en palabras la emoción de nuestro amigo cuando llegó allí… y más allá de su exquisita sensibilidad y su propia ilusión con el lugar, todos quedamos en estado de ensoñación…

Por lo demás, salió todo perfecto: llegamos pasadas las 4.30pm, cuando los grupos ya empezaban a dejar el lugar (eran hordas de turistas apenas llegamos), así que pronto fuimos sintiendo que todo el jardín y la casa quedaban para nosotros, al tiempo que salía el sol y embellecía aún más esa recorrida mágica.

Vayamos por parte… dejamos la autocaravana en un espacio especialmente destinado del parking. Atravesamos un paso soterrado de la ruta

para llegar al pueblito y de ahí a la entrada de la Fundación:

Mario había entrado con el ticket sobrante de un grupo que nos ofrecieron a mitad de precio ;); el resto del grupo entramos por el ingreso individual, que pasa obligatoriamente por una tienda gigante y bella

No más entrar, fue una gran emoción…

… pero las palmas se las llevó esa vista tradicional del ingreso hacia la casa y la fachada misma… Hubo lágrimas…

Probablemente el lugar más delicado y estremecedor sea el estanque, formado por un arroyo que justo atraviesa el enclave…

las archifamosas nenúfares

el no menos famoso sauce

o gallo y gallinas

Salió el sol y quedamos mudos de admiración

El interior de la casa era soñado. Desde luego el atelier

y la (para nuestro viaje) simbólica Étretat

Detalles y más detalles de la casa…

Salimos extasiados… no nos queríamos ir de Giverny. El pueblo tiene otro museo y muchas galerías de artistas (pintores, escultores y más), pequeños bed&breakfast, un bar en el que una moza japonesa cantaba jazz como los dioses… experiencias inolvidables. Al final del recorrido, casi como una metáfora…

Ah… qué hermoso día hoy… felices felices… pero claro, ya era tarde y salimos a buscar supermercado, primero, y camping, después… El camping (Camping de Locust) fue de lo peor. Para empezar, estaba cerrada la recepción a las 8.01pm. Tocamos timbre y apareció una mujer que empezó a preguntar… camping-car? douche? éléctricité? ¡Todo iba cargando! En otros lugares tenemos el «paquete autocaravana»; aquí no, con lo que terminó costando mucho más caro y, encima, «pas de carte»… ¡en negro! ¡a nosotros, argentinos! La ducha tenía llave; si nos queríamos duchar a la mañana siguiente, solo recién a partir de las 9; el césped sin cortar… sin papel en el baño… obvio, nada de jabón… creo que una sola cosa hubo buena: primera vez que tenemos calefacción en el baño (en pleno verano, sí, pero con estas temperaturas tan variantes y frescas…).

De cualquier modo, nos terminamos riendo de todo y comiendo otra cena deliciosa. A dormir tempranito 😉

 

 

 

 

Rouen, capital de la Haute Normandie

6 SEP 2018 – Étretat / Rouen / Giverny

El día de hoy iba a estar lleno de entusiasmo… quedamos impactados por la sorpresa y la emoción.

Amanecimos en nuestro lindo camping, retiramos nuestra baguette y en poco más de una hora llegamos a Rouen, capital de la Haute Normandie.

Una de las cosas que nos impacta de esta parte del viaje es que estamos disfrutando del río Seine –ese que tanto amamos ver y navegar en Paris– desde su desembocadura misma en Le Havre.

Aquí en Rouen ha sido determinante de la importancia de la ciudad

desde la época romana, de la que hay constantes vestigios.

Luego de varias vicisitudes históricas, incluido un intenso bombardeo en la II Guerra, Rouen parece en constante reconstrucción. El casco antiguo es un laberinto de callejuelas con típicas casas normandas… tan bellas

En el idioma de nuestro amigo Daniel Hisi, la Catedral merece dos palabras: im-presionante…

Aquí el frente diseccionado en sus tres torres:

Aparentemente, esta catedral nunca tuvo paz… incendio en los 1200, guerra de los 100 años, otro incendio en los 1500, guerras de religión, huracán en los 1600, la revolución, otro incendio en la torre a principios del 1800 y los bombardeos de 1944… ¡la reconstrucción tardará siglos! ¡esperando un nuevo desastre!

Difícil abarcarla…

La caminata por el casco antiguo es muy placentera, pero quizá las palmas se las lleve Rue Eau-de-Robec, por la que fluye un arroyo acanalado, con varias pasarelas, en las que se han formado pequeños estanques… toda una inspiración para Ricardo 😉

Las iglesias son varias e importantes, pero esta Abbatiale Saint-Ouen es de las más imponentes luego de la catedral.

La Rue du Gros-Horloge, animada y muy comercial, es uno de los puntos más populares del recorrido:

Quedamos gratamente sorprendidos por Rouen, bien vale la visita. También nos dio ocasión para rememorar los acontecimientos históricos vinculados con Sainte Jeanne d’Arc (nacida, criada y quemada viva en la zona de Rouen), con un revival acorde con el feminismo actual.

El gran Gustave Flaubert nació aquí…

En fin, lindo lindo, con preciosos recuerdos 😉

El día continuó en Giverny, pero mejor no mezclar 😉