En plan de seguir conociendo, a media mañana salimos para el Palacio de Alexei Mikhailovich, dentro del Parque Kolomenskoye, de los que se puede conocer algo aquí.
Los zares rusos comenzaron a construir su
palacio en este lugar, en las entonces afueras de Moscú, en el s. XIV. Se
convirtió en la residencia favorita de Iván el Terrible. Tuvo su era de gloria
bajo Alexei Mikhailovich, el padre de
Pedro el Grande, quien pasaba sus veranos aquí. El palacio de madera fue
recientemente reconstruido, siguiendo los rastros y utilizando algunos restos
del viejo, incendiado.
Las vistas externas son preciosas:
y tengo muchas fotos del interior, pero me resulta imposible subirlas en lo que me queda de la noche. Pueden verse buenas fotos aquí
Caminamos hasta la plaza de Pedro I y la
Iglesia de la Asunción, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, con
un mirador muy bello.
Agotados por la caminata, nos volvimos un rato
al hotel a tomar fuerzas. Nos esperaba un itinerario sugerido por la Lonely
Planet,
muy cerquita de nuestro barrio, pero hacia el
oeste… con énfasis en la arquitectura, impactante. Por ejemplo, este contraste:
la avenida Nueva Ararat, deslumbrante:
el conjunto del Radisson y Moscú City detrás…
la “Casa Blanca”…
El tour terminaba en un spot hipster que no supimos descifrar… era
más para “after office” que para una cena como la que necesitábamos, así que
volvimos pidiendo un Uber (no dábamos más… estábamos a 3.4km de la Plaza Roja)
y entramos al GUM, a un comedero en el tercer piso. Definitivamente, para bufet
mejor My My.
Mario se sacó la foto familiar 😉
y salimos… ¡a la lluvia!, a hacer algunas
fotos nocturnas, de despedida:
Cierro esto en la mañana del sábado 20, nos quedan unas horas hasta el mediodía, en que deberemos dejar el hotel y partir para el aeropuerto. El vuelo sale a las 6.10pm vía Londres…
Nos quedan muchas preguntas para esta Rusia. Moscú es una ciudad grandiosa, gigantesca, vibrante. A cada rato nos preguntábamos por Lenin o Stalin viendo esta ebullición del capital… Tanto en SP como aquí los guías nos traslucían una ensoñación o añoranza del pasado, quizá de distintos pasados. Ambos coincidieron en detestar los ’90, a Gorbachov («traidor») y a Yeltsin («el peor»). Es claro que Putin les ha devuelto el «orden» (que parece que siguen anhelando) pero también «protagonismo» y remembranzas de esa grandeza… Fascinantes preguntas, sin respuestas obvias, como siempre.
Ya es hora de ir volviendo, a encontrarse con los afectos, los espacios vitales, las ausencias… La próxima vez que me encuentre con mi amiga la computadora, seguramente me entrará la nostalgia por estas crónicas.
Pasamos 18 días y noches inolvidables, recorrimos ciudades con su magia peculiar y vivimos momentos únicos.
¡Que me cumpla feliz, que me cumpla feliz! Otra celebración exótica… ¡Moscú! ¡qué afortunada, siempre en algún lugar envidiable! 😉
Está visto que será imposible aprovechar estas últimas horas en Moscú (escribo esto el 19 por la noche, el vuelo sale mañana por la tarde) y cerrar las experiencias inolvidables de este viaje con el detalle acostumbrado. No tengo más remedio que hacer una crónica telegráfica y remitirme a sitios web o a cortar y pegar algo que nos haya resultado interesante.
Obviamente seguimos las recomendaciones de Eliana y, en primer lugar, el 18 a la mañana nos fuimos a VDNKh (o VDNJ, por sus siglas en la transliteración que se hace a nuestro alfabeto) y que significa “Exposición de los logros de la economía nacional”. Como se lee en Wikipedia, “es uno de los mayores espacios permanentes de feria de muestras y recreativo del mundo, y uno de los más populares espacios públicos de la ciudad de Moscú”.
Desde luego que tuvo un desarrollo y popularidad impresionantes en la época stalinista, fue decayendo bastante para que, finalmente, el empeño de estos alcaldes de Moscú lo esté integrando lentamente al disfrute por parte de moscovitas y turistas.
Me impactó una crónica que encontré acá y que transcribo por las dudas que alguna vez la levanten:
Cada vez
que visito Moscú intento pasar por tres o cuatro lugares señalados que
condensan el latir de la ciudad y muestran cómo va cambiando el día a día de
los moscovitas. Uno de ellos es la VDNkh, una especie de ‘heterotopia’ que concentra
y resume lo que acontece en los lugares cotidianos.
Desde
1992 este territorio (más grande que el principado de Mónaco) se denomina
Centro Panruso de Exposiciones (Всероссийский выставочный центр), aunque todo
el mundo lo sigue llamando por sus siglas soviéticas VDNKh, que además son las
que perviven en la parada de metro aledaña.
Aun
recuerdo cómo lo primero que me preguntó mi amiga Nadjejda al conocernos en
Moscú fue si ya había visitado la VDNKh. Juguetona ella (hace demasiados años
que no la veo), me sugirió que me presentara allí en ese mismo momento y le
contara a la vuelta mis impresiones… así que tomé el metro en yugo-zapadnaya
(estación suroeste) y, así, sin referencias y con la guardia baja, me topé con
la VDNKh como quien descubre la película “Freaks” de Tod Browning sin estar
prevenido.
La VDNKh
se construyó entre 1934 y 1939 por orden de Stalin, quien pretendía mostrar al
mundo los logros del pueblo soviético. El espacio, formado por 70 pabellones y
con 2.3 kilómetros cuadrados, pronto se convirtió en un lugar de peregrinación
que recibía tanto a altos cargos provinciales del partido como a mozas de
pueblo o machotes caucásicos, como podemos ver en esta graciosa película de
1939, “La criadora de cerdos y el pastor” (Свинарка и пастух)
Este centro de exposiciones era motivo de orgullo y símbolo de
unión para el pueblo soviético, así, en los 50 fue reconstruida y ampliada para
dar cabida a exhibiciones temporales, conferencias científicas y por supuesto,
a la joya de la corona: el museo del cosmos y el pabellón espacial, con
prototipos de los satélites Sputnik, los cohetes Soyuz y Vostok,
reconstrucciones de los Apollo norteamericanos, y un Tupolev 154.
Tras el colapso de la Unión Soviética la VDNKh fue uno de los
primeros lugares en Moscú donde se creó un mercado “capitalista”, pudiendo
encontrar allí desde kebabs turcos, a pantalones vaqueros, pasando por
diferentes tipos de armas, productos electrónicos chinos y comida en conserva.
De hecho, la VDNKh era el mejor lugar donde comprar cds piratas antes de que
apareciera la “Gorbushka”.
Paradójicamente, la escultura de Lenin se mantuvo, ahí, en el
centro, y con su gesto característico de una mano alargada y la otra tirando de
su chaqueta. Sin embargo, a mí me da la impresión de que en lugar de llamar a
la revolución ahora parece decir que él también lleva dinero suelto en el
bolsillo.
Churchill dijo de Stalin que “llegó a Rusia en una barcaza de
madera y la dejó en posesión de armas atómicas”. Sin embargo, un paseo por el
actual pabellón central de la VDNKh parece confirmar que el líder británico no
terminó de leer la historia: la utopia se acabó convirtiendo en bizarros
souvenirs, botellas de vodka con nombre y diseño kitsch que parecen ofrecerse
como la única salida, cobras y animales exóticos que dan un toque onírico al
lugar, y decenas de sacos de semillas que confirman el poder de la naturaleza
frente a las ideologías totalitarias.
La VDNKh
tiene algo de a-histórico en su historicidad, algo así como el Moscú de Yuri
Luzhkov en la descripción de la investigadora rusa Svetlana Boym: “histórico en
la forma y antihistórico en el contenido”; una “nostalgia
ficticia” presentada a través de formas épicas que, paradójicamente, “ignoran
cualquier trazo de la historia reciente”. Cierto paralelismo tiene también la
película “Parque
Soviético” (Парк
советского периода, 2006), con esa idea de crear en Odessa un Disneyland
soviético donde hermosas mujeres te sirven “po sovietskamu”.
Lo
cierto, es que cuando visité por primera vez la VDNKh me pareció un lugar donde
todo era posible pero nada resultaba factible, lo que viene a ser una buena descripción de los 90 en Rusia. Por
aquellos años surgió en el slang ruso una curiosa palabra para describir esta
condición: “bespredel”, una expresión que venía a decir algo así como “extrema
potencialidad de algo ilimitado que pronto se agota”.
La mayor diferencia de Rusia con el resto de repúblicas soviéticas
o los países de Europa del Este es precisamente esa falta de idea de futuro, o
proyecto que vaya más allá de la mera estabilización social, política y
económica. Así, la gente parece vivir en un tiempo “lost in translation” desde
hace 20 años, con una actualidad basada en la negación de la Perestroika y la
glorificación general de todo lo anterior a ella.
Durante los 90, esa “infinita potencialidad que continuamente se
agota” fue gestionada a través de malabarismos políticos e ideológicos, y en
los últimos años se ha conseguido con la formalización de lo público y el
establecimiento de rituales políticos soberanos.
Aun así, la observación y el paseo por la VDNKh es inagotable; de hecho gran parte de su potencialidad está en las reacciones encontradas que provoca entre sus visitantes, sea por nostalgia, extravagancia o desidia.
Apenas salimos del subte (la estación lleva el mismo nombre, VDNKh), nos encontramos con este magnífico Monumento a los Conquistadores del Espacio… bello
Ingresamos al parque…
hablando de monumentos, ¡monumental!
Continuamos por esa
avenida central
hasta la estatua de
Lenin
La primera fuente
famosa es La amistad entre los pueblos,
donde las estatuas femeninas representan las distintas repúblicas
pasamos frente a
varios pabellones
hasta llegar a la otra
fuente, la de la Flor de Piedra
En este hermoso
pabellón había una exposición interesantísima (de lo que pudimos comprender,
pues solo una pequeña parte estaba traducida al inglés) sobre el idioma ruso y
el alfabeto cirílico… tomé varias notas, pero imposible volcar todo eso ahora.
Hay espacios que se alquilan para celebrar bodas, así que hay novias por todas partes (y extravagancias kitsch)
Salimos otra vez y le
dimos la vuelta al monumento… ¡a punto de lluvia de cortina!
¡Volvieron mis nubes dramáticas!
Así fue, con lo que
volvimos a nuestra estación, almorzamos en el centro comercial y decidimos
descansar un rato (en mi caso, escribiendo el diario anterior) antes de
disfrutar del regalo de cumpleaños de mi mamá, ¡dos entradas para ver ópera en
el Bolshoi! Aunque tenía más sentido ver ballet, tuvimos en cuenta que en el
escenario del teatro antiguo y principal daban ópera (el ballet estaba en un
anexo moderno y más pequeño que construyeron para la etapa de fuerte
remodelación); además de que la ópera que daba es bellísima, La dama de pique, de Tchaikovsky (yo la
había visto con Ale Menicocci en 1995, en el Colón… no me acuerdo cómo fue que
conseguimos platea en primera o segunda fila… maravilloso).
El teatro es soberbio,
aunque bastante más pequeño que nuestro Colón. Van algunas fotos…
La puesta estuvo sen-sa-cio-nal. El aria del barítono que me fascina estuvo exquisita (se puede ver aquí por mi favoritoE). La escenografía era de una sobriedad y elegancia inenarrables… hubo efectos alucinantes, como una placa metálica en el fondo, inclinada, que provocaba el efecto de un espejo imperfecto de todo lo que ocurría en el escenario adelante… ¡Sin palabras! Goce completo.
A la salida ya teníamos elegido un restaurante
a apenas dos cuadras (del Teatro y del hotel). Brindamos por mi cumple y
comimos unos varinekes de salmón deliciosos, junto con otras cositas ricas.
Como no llovía, decidimos ir hasta la Plaza
Roja para verla iluminada… solo que la cierran a las 12 y eran las 12.10am…
volveremos.
El Bolshoi iluminadoLa cuadra de nuestro hotelLa calle que cruza la de nuestro hotel
Qué duda cabe que
habríamos de estar puntuales para encontrarnos con Eliana a un par de cuadras
del hotel, para empezar nuestro programa del segundo y último día con ella.
Eran las 9.10am,
Eliana ya había sacado turnos para el Kremlin
y la Armería del Kremlin con la
debida anticipación, así que caminaríamos los pocos metros hasta la Plaza del
Picadero (Manège), pasaríamos frente
al Hotel Four Seasons
antes Hotel Moscú
(estatal), con una historia interesante de dos proyectos que se presentaron
ante Stalin para elegir… aparentemente firmó los dos… y entonces, como the King can do no wrong, ¡hicieron la
mitad de cada uno!, algo que se advierte en las ventanas
Hacia la Plaza de la Revolución hay un edificio que pasó por múltiples destinos: Casa de la Moneda durante los zares, Parlamento de Moscú, Museo de Lenin hasta 1989/1992 (hoy fue trasladado a las afueras) y, desde 2012, Museo de la Guerra contra Napoleón.
También tenemos el
Museo Histórico
y un centro comercial
subterráneo al que nos lanzaríamos por la tarde, justo al comenzar a caer la
lluvia (¡otra vez! ¡por suerte el tiempo nos aguanta las visitas!).
Entre la muralla del Kremlin y el centro comercial corre un río entubado; ahora, han puesto una suerte de fuente artificial que acompaña ese camino
con estatuas que
rememoran cuentos rusos
Recientemente han
levantado una escultura en homenaje a Guermaguén, el Patriarca ruso que
resistió como mártir el intento polaco de imposición del catolicismo (s. XVII)
Entramos al Kremlin
por el ingreso principal y con muchas medidas de seguridad, claro, pues aquí
tiene su despacho nada menos que Vladimir Putin.
Ya teníamos una introducción de lo que el Kremlin era y representaba. Ahora era cuestión de ubicarlo históricamente en su momento de apogeo inicial: Iván el Terrible, quizá mejor llamado “el Temible”, “el severo”, el zar (“césar”) que comienza la etapa de monarquía absoluta. Hasta Iván, la nobleza reunida en la Duma (del ruso “pensar”) aconsejaba al príncipe o al monarca para que decidiera en ese sentido. Iván mató a todos los nobles rebeldes y extendió su gobierno absolutista durante 30 años.
Nuestra itinerario comenzaba con la Armería, parte del “Museo del Kremlin” con visita aparte y que no consiste exclusivamente en una exposición de armas (de hecho, solo 2 de las muchas salas del museo están destinadas a ello).
En la época de los
zares, la Armería era el espacio de producción, almacenamiento, talleres de
armas y joyas con importantes orfebres.
En 1806 Alejandro I
decidió convertirla en un museo en el que albergar y mostrar los tesoros de los
zares: orfebrería, vestimenta, carruajes, armas, regalos oficiales, etcétera. A
mediados del s. XIX comenzó la construcción del edificio actual. Hoy día ya no
caben los objetos y están construyendo otro espacio fuera del Kremlin para
poder exhibirlos adecuadamente (solo hay un 10% en exposición).
En esta parte están prohibidas las fotos, así que solo pudimos registrar el ingreso:
Algunos apuntes de
curiosidades contadas por Eliana y vinculadas con las piezas de museo que
veíamos…
Gran influencia bizantina en la orfebrería de los primeros tiempos, vinculada con los orígenes de la religión ortodoxa (988, “bautismo de Rusia”);
Iván el Terrible dio mucho impulso a la orfebrería. Amaba los zafiros, y en su época predominaba el celeste… Decía que el zafiro puede predecir la traición, cambiando de color;
Me gustaron unos cuencos relativamente grandes, de plata, en los que se compartía la cerveza (se iba pasando de mano en mano) y, por ello, se llamaban “hermanarios” (¡como nuestro mate!, embromamos);
En el s. XVII hubo grandes transformaciones en la iglesia ortodoxa: se traducen libros, comienzan a persignarse con tres dedos y la decoración de las iglesias y de los propios patriarcas se vuelve más suntuosa;
En el s. XVII aparecen recién los cubiertos personales (antes comían con las manos);
Las armaduras tejidas de “mallas” pesan solo 15kg y son muy difíciles de hacer; las de metal, 25kg. Los guerreros de más alto rango usaban aquéllas;
Im-pre-sio-nan-te la colección de huevos de Fabergé… bellísimos con las miniaturas que escondían dentro;
Interesante también la evolución de la vestimenta de los patriarcas (casullas);
El trono doble, por la sucesión del primer Romanov que tenía hijos de dos mujeres y hubo allí una disputa de la que resultó ganador Pedro el Grande;
Los gorros de Monómaco (esa banda de piel con la corona arriba) fueron traídos en el s. XIII de Bizancio. No hay entronización sin ese gorro, símbolo del poder junto con el cetro y el globo con la cruz;
Impresionante, también, la evolución técnica y ornamental de las carrozas, las de invierno (con trineos debajo), muy interesante.
No pudimos entrar a ver la colección de diamantes, porque tienen una administración distinta del Kremlin y venden ahí mismo un cupo limitado de tickets que se agota casi instantáneamente.
Salimos de la Armería
bordeando el Gran Palacio del Kremlin
lugar donde se
llevaban a cabo las coronaciones. Hoy en día, se utiliza para recepciones,
entrega de credenciales a embajadores, inauguración del Presidente, galas,
banquetes.
Sobre todo el Kremlin
no pueden volar aviones ni drones ni palomas (de noche sueltan halcones).
Llegamos así a la
Plaza de las Catedrales donde, efectivamente, hay varias y muy hermosas
¡Ay! A esta altura se me mezclaron todas… la Catedral del Arcángel (donde están las tumbas de todos los zares menos los Romanov, en SP; es una catedral-panteón, ordenada su construcción por Iván para destacar la importancia de Rusia), la Catedral de la Asunción (encargada a un arquitecto italiano, una catedral enorme para la tradición rusa, con 5 cúpulas, conchas, para sala de coronación), Catedral de la Anunciación (típica catedral rusa, encargada a un ruso; pequeña, privada para la familia real). Luego hay otras iglesias pequeñas, como la Iglesia del Manto de la Virgen (iglesia privada del Patriarca), el Palacio del Patriarca y la Iglesia del Gran Campanario. El conjunto es de gran belleza.
En uno de los
interiores de las iglesias (donde no nos dejaban sacar foto), había una iconografía
de la balanza y la mujer vendada, “¡justicia!”. Parece que en la religión
ortodoxa no hay purgatorio, sino solo cielo e infierno. El día del juicio final
“pesarán” nuestros hechos buenos y nuestros hechos malos…
Nos sacamos fotos
frente a una campana malograda mandada a construir por la emperatriz Anna y que
hoy es monumento,
frente a un cañón que
nunca fue disparado
Y he aquí el edificio triangular que ocupa Putin, parece que tiene una despacho que da al centro
Finalmente, un
edificio nuevo, el Palacio de los Congresos, donde se celebraban los congresos
del partido comunista con espacio para 6000 personas (antes se celebraban en el
Bolshoi, hasta 2000 personas). Un tercio del edificio es subterráneo para no
estropear la altura máxima del Kremlin.
Hoy se llevan a cabo
conciertos, festivales, fiestas de niños (en especial, la del Árbol de Navidad
entre el 25/12 y el 10/01 de cada año).
Última foto en el
Kremlin
¡y nos despedimos de
Eliana, ya con saudade y con mutuo
placer por los dos días compartidos! ¡felices con su compañía!
Nos hizo unas cuantas
recomendaciones para los días que nos quedan por nuestra cuenta y seguimos
camino, previo a hacer un tentempié en el centro comercial de la Plaza con esta
bella cúpula que replica el hemisferio norte
porque estábamos
verdaderamente flojos después de las 4 horas seguidas de estar parados y
caminar cansino.
[Sigo escribiendo esto
en 19 de julio; voy muy atrasada, estoy con poco resto de sueño y de fuerzas…
¡y ahora de tiempo! Me temo que voy a tener que ponerle títulos a las fotos y
ya…]
El tiempo ya estaba muy amenazante… entramos a hacer la visita a la Iglesia de San Basilio, conformada por esas 11 iglesias/capillas. El exterior ya nos había impactado largamente. Es, en dos palabras, im-presionante (Daniel H. dixit).
El interior es muy bello, muy ornamentado al estilo de las iglesias propiamente rusas (con frescos pintados, iconografía exuberante; no los mosaiquitos de SP, más europeizantes), pero al propio tiempo apabulla.
Uno se pierde en esos
pasillos interiores y recovecos que van formando las distintas iglesias, así
que fue un solaz encontraros a un grupo coral de hombres, Doros, en ese espacio de una acústica excelente y con ese entorno.
La verdad es que no sabemos si el cansancio o la humedad y la lluvia amenazantes, pero nos sentíamos sin fuerzas… Salimos de la iglesia apaleados y nos fuimos hacia el Parque Zaryadye, el que hicieron en el espacio luego de la demolición del Hotel Rusia. De pasada, chusmeamos los almacenes GUM… ¡exquisita vidriera! ¡y esas flores!
El tiempo estaba
realmente amenazante
pero al menos pudimos
constatar lo que decía la guía: “urbanismo natural”
Más allá de la broma (en las que siempre pensamos en Ricardo Ch y en su dedicación por el jardín), es verdaderamente hermoso y bien vale más profundización para quien esté interesado en arquitectura, aquí.
Aquí una muestra del afán “retro” del alcalde: todos los chiringuitos tienen este diseño, bien de los ’50:
¡pero rápidamente
tuvimos que refugiarnos en el centro multimedia (en el que ya no había entradas
para un show que “sobrevuela” Moscú) y terminamos en la cafetería, esperando
que amainara la lluvia furiosa.
Apenas aflojó un poco
salimos con algunas lucecitas…
Le dijimos adiós al
Memorial del Soldado Desconocido, con escolta y cambio de guardia cada hora
entre las 8am y las 8pm: “Tu nombre es desconocido pero tu hazaña inmortal”,
nos había traducido Eliana.
También nos destacó el
detalle: hay allí tumbas de “ciudades héroes” (Moscú, Stalingrado, Leningrado,
Brest, Kiev), en las que se guardan cápsulas con tierra de esas ciudades que
sufrieron la II Guerra.
Con ese tiempo asqueroso, no quedaba sino cenar y volver al hotel, agotados pero plenos de satisfacción por semejante día.
Viñetas
Ya dijimos
que los ortodoxos hacen la señal de la cruz de derecha a izquierda y los
católicos de izquierda a derecha. Eliana dice que algunos interpretan que los
ortodoxos cierran el alma y los católicos la abren.
Cuando le
preguntamos por el Mundial de Fútbol, Eliana exclamó “¡Quiero otro!”, no solo
por el trabajo que le generó (y más allá de que terminó agotada) sino por la
atmósfera de fiesta y de alegría que se vivió en la ciudad, inolvidable
Las dos
primeras semanas estaba absolutamente lleno de latinoamericanos. Una fiesta.
Las últimas dos semanas, un público totalmente diferente, aquel habitué de las semifinales y finales, no
importa quién, otra categoría, más serena 😉
Lo suponíamos: a las 8.30am no nos iban a ingresar al hotel La Maison Residence, pequeño, pocas habitaciones en un tercer piso y, lo más importante, súper bien ubicado a 400m del Bolshoi, de ahí, cruzando una gran avenida a la Plaza Roja, a una cuadra de la avenida Tverskaya, muy animada… espectacular.
Como nuestra guía
Eliana nos pasaba a buscar recién a las 12pm por el hotel, dejamos las valijas
en la recepción y salimos directo a la Plaza de la Revolución y del Picadero,
primero y a la gran Plaza Roja, después.
El día todavía estaba bastante luminoso, con algunos destellos de sol, incluso. Como después volveríamos con Eliana a toda esa zona y ya se iba a poner cada vez más gris para finalmente largarse a llover, voy a empezar directamente con nuestro encuentro con ella e ir intercalando las mejores fotos aunque no se correspondan con el momento de la visita guiada.
Difícil describir las sensaciones en la Plaza Roja… tan evocadora de tantos momentos, situaciones y leyendas de quienquiera que, como nosotros, fue testigo de la Guerra Fría, de la glasnost y de la caída brutal y sin una gota de sangre de un régimen de esas características.
A eso de las 11.30am
volvimos al hotel y ya teníamos disponible nuestra habitación, sobre la calle
Bolshaya Dmitrovka
toda una paquetería
A las 12, puntual, Eliana estaba en el lobby. Recomendada por mi amigo Horacio Massaccessi (que viajó el año pasado con la familia por el Mundial), habíamos arreglado todo el programa desde Argentina por e-mail con ella (eludenya@gmail.com). Desde el vamos fue muy profesional, se preocupó porque nuestro hotel aparecía con una dirección que no figuraba (luego resultó que tenía doble ingreso), y estuvimos en contacto desde San Petersburgo por WhatsApp.
Desde el primer momento nos cayó muy bien: habla un español exquisito y tiene una gran cultura, propia de sus estudios universitarios y de su larga trayectoria en turismo. ¡Aprendió el idioma aquí en Rusia! Lo estudió como segundo en la secundaria y luego, en la Universidad, sucedió que tuvo muchos compañeros latinoamericanos. Nació y se crió en Moscú (tercera generación de moscovitas por parte materna) y pasó buena parte de su adolescencia bajo el régimen de la URSS, por lo que habría de transmitirnos muchas de sus vivencias y sus emociones.
Desde el comienzo, para nosotros estaba muy claro que habíamos dejado ese bellísimo trasplante europeo en Rusia llamado San Petersburgo (todo un experimento de una dinastía enamorada del viejo continente), y empezábamos a degustar “la verdadera Rusia” (para muchos) o al menos «la otra Rusia», en Moscú.
Eliana venía acompañada de un chofer, Pablo, que nos transportaría en un Honda japonés (¡con volante a la derecha!), comodísimo y ultra moderno.
Moscú fue fundada en 1147 por un tal Yuri “mano larga”, en una época de “ciudades” con “príncipes”. A finales del s. XV se convirtió en la capital de un incipiente Estado ruso centralizado hasta que, en 1712, Pedro el Grande trasladó esa capital a la recientemente fundada San Petersburgo, luego de la conquista del Báltico contra Suecia en la Gran Guerra del Norte. Pasados dos siglos, en 1918, Moscú volvió a ser capital luego de la proclama de Lenin desde la habitación # 107 del Hotel Nacional.
A raíz del sentido de
las calles, dimos una gran vuelta en esa zona hasta llegar a la Plaza Roja, así llamada no por el color
de los ladrillos de los edificios que la rodean, ni por el comunismo. Su nombre
deriva de la palabra rusa Krásnaya, que
significa “roja”, pero en el antiguo sentido de “hermosa”, “bonita”: “plaza
bonita”, luego de que allí se erigiera la bellísima Iglesia de San Basilio a
partir de la victoria de Iván el Terrible sobre los mongoles en la ciudad de
Kazan (mediados del s. XVI). Y sí que es bella y fotogénica:
En realidad, se llama Iglesia de la Intercesión de la
Santísima Virgen en el Montículo, pero todos la conocen como San Basilio.
Y en realidad se trata de un conjunto de 11 iglesias, cada una con su altar,
íconos y torres, que visitaríamos luego por nuestra cuenta.
En la Plaza Roja está también el Kremlin, que significa “antigua fortaleza” o “ciudadela”, con su
plaza del comercio alrededor. Fue luego sede del poder de los zares, tuvo un
interregno con los Romanov (que trasladaron el poder del imperio a SP) y luego
recuperó protagonismo con la URSS. Actualmente es sede de la presidencia (Putin
tiene allí su despacho, al que va todos los días en helicóptero), de la guardia
presidencial, del Museo del Kremlin (la directora actual es la hija del
astronauta Yuri Gagarin) y de la Iglesia Ortodoxa. En suma, 800 años de
política, religión y arte.
El Kremin tiene 20 torres; la más hermosa e importante es la
que tiene el reloj:
En el centro de la
muralla del Kremlin que da a la Plaza, se alza el Mausoleo de Lenin, fallecido en 1924. No obstante haber pedido ser
enterrado junto a su madre en SP, su cuerpo fue embalsamado y exhibido en este
Mausoleo al que, lamentablemente, no pudimos acceder (hay días especiales y
cada tanto, como en esta oportunidad, se cierra por distintos motivos).
Y aquí el nombre de
nuestro amado perrito en ruso…
Seguimos en sentido de
las agujas del reloj y nos encontramos con la sede del Museo Histórico, construido en 1875 bajo Alejandro III, con el
símbolo del “águila bicéfala” en sus torres.
En 1930 se confeccionó una “lista de destrucciones” de edificios. En algunos casos, como el del Museo, se cambiaron las “águilas” por las estrellas rojas o por la hoz y el martillo; en otros, se tiraron abajo iglesias, torres, monasterios, etcétera. Parece que San Basilio estaba en la lista pero que el propio Stalin lo frenó.
En 1993-1995 volvieron
a construir una iglesia y un arco de ingreso, y reaparecieron los símbolos del
águila bifronte.
Finalmente, cierran el perímetro de la plaza los GUM, antiguos Grandes Almacenes Estatales, hoy Grandes Almacenes Principales, una galería increíble de tiendas de lujo y gastronomía que luego visitaríamos, en tres plantas y apenas… ¡2.5km!
El contorno de los GUM
celebra la primavera y el verano con una explosión de flores…
y hay quienes se ganan
la vida ofreciendo un viaje en el tiempo 😉
Salimos de la plaza hacia el sur, por detrás de San Basilio, para divisar una calle llena de iglesias, el Parque Zaryadye (flamante, sobre el antiguo predio ocupado por el Hotel Europa, estatal, de 3000 habitaciones, inviable). Este parque se extiende a lo largo del río Moscú (o Moscova, como traducen algunos), y lo visitaríamos después.
Desde este lugar
divisamos también uno de los siete Rascacielos
de Stalin (o Siete Hermanas),
construidos con ocasión de los 800 años de la ciudad (1947) y destinados a
vivienda (2), hoteles (2), ministerios (2) y universidad (1). Stalin quería
mostrar al mundo el “constructivismo” ruso. Leímos que se trata de una extraña combinación
de barroco ruso y gótico.
Retomamos el auto y
comenzamos a reconocer sitios importantes de la ciudad. Así, la Catedral Cristo Salvador (iglesia principal
de Moscú, más allá de que varias se llamen “catedral”)
Actualmente no se
puede visitar por los turistas por las colas y colas de feligreses que intentan
ingresar (creo recordar que por unas reliquias que han traído recientemente).
Fuimos atravesando
diversas zonas de la ciudad, con “destinos” específicos predominantes: la zona
de “medicina” (universidad y hospitales universitarios, estatuas de médicos
célebres), de “las artes” (con museos, academias, esculturas), etcétera.
Llegamos hasta un
parque muy bello con un convento de 500 años, construido por el padre de Iván
el Terrible como fortaleza y prisión para las mujeres de los zares de las que
querían desprenderse. Hoy está bajo reforma y no se sabe bien cuándo se
reabrirá al público.
Pasamos frente a la “Casa
Blanca”, sede de gobierno de la Federación Rusa
Para entonces, Eliana ya nos “malcriaba”. De algún modo estaba sorprendida por los datos que conocíamos (particularmente Mario, que había hecho bastante “los deberes” con Moscú) y por nuestras ganas de saber. Fue así que, fuera de programa, hicimos una visita soñada a uno de los Rascacielos, el destinado originariamente al Hotel Ucrania y que hoy regentea el Radisson. Lo han reciclado a nuevo, pero manteniendo todo su estilo originario y su esplendor. Entramos y constatamos que mucho de la iconografía soviética estaba intacta:
El interior es de una elegancia suprema
y sobre el final del ingreso hay una recreación
mágica de una maqueta ganadora de un concurso en los años ’70. Eliana aprovechó
para darnos un adelanto de la visita al Kremlin y para mostrarnos los edificios
que nos había contado que estaban y ya no están… espectacular…
Salimos para tener una perspectiva del hotel,
sencillamente magnífico
Seguimos por la Avenida Kutuzov, que tiene una arquitectura más importante, aun estalinista
y con el mismo destino de vivienda que los más típicamente “soviéticos” monoblocs.
Allá por 2000, el entonces alcalde de Moscú entendió que la ciudad necesitaba un centro financiero. Para ello, se destinaron unos terrenos y se hizo un proyecto de 23 rascacielos de los que ya hay 13 construidos, cada vez más altos (van por 405m).
Otro de los
Rascacielos de Stalin es sede de la Universidad Estatal de Moscú, fundada en
1755, con alrededor de 30000 estudiantes en la actualidad. Sigue siendo
pública.
El predio es espacioso
y da a un mirador privilegiado de Moscú
desde el que
claramente se divisa el estadio (de 1957, sede de los Juegos Olímpicos de 1980,
recientemente remodelado para el Mundial) y otro a la derecha, que replica el
formato de una cinta, destinado a gimnasia artística (disciplina destacadísima
en Rusia)
El siguiente punto fue el Parque de la Victoria, destinado principalmente a recordar la primera guerra patria (contra Napoleón), la segunda guerra patria (contra los alemanes, II Guerra, con 27 millones de caídos) y, en menor medida, la I Guerra (de la que Rusia no participó tanto, por estar ocupada en su propia guerra civil).
Se inauguró en 1995,
en la celebración de los 50 años de la II Guerra Mundial. Se trata de un
complejo memorial que conmemora los 1418 días de guerra. Tiene un obelisco de
141,8m (uno por cada día)
con cinco grados de
fuentes
Iglesias de tres religiones (ortodoxa, islámica, judía), y el arco por el que ingresó y se retiró Napoleón, luego de encontrar incendiada la ciudad y de no resistir el frío
Después de este
recorrido intenso (ya eran las 4pm aprox), Pablo nos dejó en la estación Kievskaya (“de Kiev”) del metro, donde
convergen dos líneas.
El metro moscovita ha sido una política pública constante, jamás se dejó de construir desde 1931, en que se concretó el primer proyecto (antes hubo intentos que no llegaron a realizarse) y se inauguró el primero en 1935. Ni en la II Guerra se paró la construcción ni mucho menos perdió importancia, pues ofició como refugio y se dice que casi 200 niños nacieron en el metro. Hoy, y a pesar del profundo revisionismo sobre su figura y la época, el sistema del metro de Moscú sigue llamándose «Vladimir Ilich Lenin» y buena parte de la iconografía lo recuerda. Puede verse una reseña interesante aquí.
Eliana nos contaba que ya pierde la cuenta del número de estaciones, pues permanentemente están inaugurando nuevas. Su último número es más de 220 estaciones. Ya es imposible para cualquier moscovita conocer los nombres de las estaciones, ¡por suerte está internet y el celular inteligente!
Las primeras
estaciones fueron las de la línea roja. En los ’50 se creó la primera línea
circular, con las estaciones más lindas y que iríamos a visitar acompañados de
Eliana.
Kiev es la capital de Ucrania, por
lo que todo en esta estación evoca a ese país y representa mayoritariamente al
trabajo (“¡hay que trabajar!”)
Seguimos hasta la
estación siguiente, con bellísimos azulejos
Y la muy blanca Belorusskaya (de Bielorrusia, o “Rusia
Blanca”), un pueblo en parte polaco y en parte ruso, cuya capital es Minsk y
que ha intentado guardar un equilibrio entre Europa y Rusia
Otra estación estaba
ornamentada con vitrales regalo de decoradores de Riga (recordar art nouveau…)
Y llegamos a la más linda, la estación Komsomolskaya (de la Juventud Comunista,
construida por ellos). Parece una sala de baile de un palacio del imperio… “Antes
los palacios eran para los zares y la nobleza; el pueblo merece tener sus
propios palacios bajo tierra”, con paneles de mosaicos, temas históricos
principales.
Llegamos a la última de nuestro recorrido, la
estación de la Plaza de la Revolución, con 76 esculturas que dan cuenta de la
evolución desde los tiempos revolucionarios a los tiempos pacíficos. Se dice
que habrían sido hechas con campanas refundidas, pero no se sabe…
Salimos del “pozo” y llovía… estábamos en la peatonal Arbat, la más animada del centro, y aquí terminaba el plan del día. ¡Por suerte la lluvia nos había aguantado hasta el final!
Combinamos con Eliana los detalles del día siguiente y empezamos a caminar por la peatonal. De repente, se largó un chaparrón de proporciones y la peatonal se transformó en un enorme charco… Nos refugiamos un rato en un negocio horrible de souvenirs hasta que asumimos que nos quedaba un larguísimo rato… ¡Al agua patos, y a correr al cercano My My (léase: mu mu), un comedero estilo bufet de comida rusa, muy bien puesto, buenos platos.
Estábamos empapados… llegamos al hotel hechos
sopa, pero felices por el día disfrutado.
Continuará. Voy atrasada.
Viñetas…
Oficialmente, Moscú tiene 12 millones de habitantes; se cree que ascienden hasta 20 millones.
Cuenta con un tercio de zonas verdes, hay cantidad impresionante de parques de libre acceso.
En Moscú se puede apreciar la arquitectura de los s. XV, XVI, XVII, XX y XXI. Los s. XVIII y XIX pertenecen a San Petersburgo.
En cada zona residencial hay un colegio, generalmente construido en la época soviética. Desde los ’90 hubo pocas construcciones “sociales” (escuelas, hospitales, jardines). Ahora se ven obligados por el crecimiento de la población y exigen a cada nueva urbanización esas construcciones.
La vivienda cuesta mucho y no muchos se arriesgan con hipotecas.
La transición tras la caída de la URSS fue traumática, también con relación a la vivienda. Quienes vivían en la propiedad colectiva, las recibieron a título de propiedad privada, pero luego empezó la necesidad de comprar, mudarse, etc.
Hoy la Iglesia Ortodoxa superó el poder que tenía antes del régimen soviético, durante el cual hubo una práctica clandestina de la religión. Eliana nos contaba que en su círculo son pocos quienes practican la religión, pero que es un fenómeno constatable: fechas religiosas, veneración a imágenes, reliquias que se van encontrando, etcétera.
Los funcionarios asisten a las celebraciones religiosas más importantes.
Existen frecuentes conflictos entre la Iglesia y el estado por el destino de museo dado a muchas de las iglesias durante el régimen soviético. La Iglesia pretende en muchos casos recuperar esos templos para la práctica religiosa y ahí sobreviene el conflicto. En algunos casos se salda con una administración compartida.
El peor período de la historia reciente fue el de Boris Yeltsin. Mucha gente quedó en la calle, “fuera de la vida”, sobre todo personas mayores, jubilados.
Eliana estaba en la universidad para entonces y el estipendio no le alcanzaba ni para el transporte. Los padres debían ayudar a sus hijos y no siempre podían. La inflación era galopante.
No saben ni quieren saber qué es de la vida de Gorbachov, “un traidor”.
Las relaciones con Ucrania están muy mal, sobre todo porque hubo mucho intercambio entre los pueblos y eso hoy está resquebrajado, tanto para los rusos en Ucrania como para los ucranianos en Rusia.
Ucrania oriental es más rusa; Ucrania occidental más polaca. Se replica la eterna rivalidad con Polonia. Muchos rusos en Ucrania quieren que Ucrania sea rusa, .
Hay 4 grados de primaria, 5 grados de secundaria y luego opción al politécnico, con bachillerato o nivel medio, o bien dos años para prepararse para examen en la universidad. El ingreso a la universidad es por las calificaciones en exámenes rigurosos de la escuela secundaria (matemática, lengua rusa y especialidad); si no se aprueba, se intenta al año siguiente. El que no aprueba, no entra. Esto va cambiando, y ahora son 4 exámenes, se pueden dar más e intentar sacar más calificaciones para poder elegir universidad (cualquiera del país, todo en función del mérito académico). Por ejemplo, en algunas facultades hay 40 plazas, 15 son gratuitas y 25 pagas; con más de 80 puntos, entran gratis, entre 70 y 80 puntos, entran pero pagando.
Hasta no hace
tanto, las parejas se casaban jóvenes (entre 20 y 22 años). Ahora, los jóvenes
privilegian la realización laboral y se casan entre los 30 y los 34.
Y está bien datar en 15 de julio esta entrada. A las 00.20 de ese día debíamos estar en un muelle, cerca de la estatua del Almirantazgo, para tomar un tour en barco que permite una de las atracciones más admiradas de la San Petersburgo de las “noches blancas” del verano: ver cómo se levantan los puentes de modo de habilitar el paso para ciertos barcos hacia y desde el Báltico.
En la espera a zarpar nos encontramos con una pareja de Zaragoza que habíamos conocido en el tour del Ermitage. Nos contaron una historia terrible con el alquiler de un departamento cerca del Palacio de Invierno (ellos llegaron a las 9pm a Moscú y recién apareció alguien a abrirles el depto a las 2am… de infarto).
El paseo en barco estuvo sen-sa-cio-nal, incluso pensando en el frío de la noche (más allá de las mantas que nos dieron) y en que se prolongó más de lo que imaginábamos (creíamos que llegábamos “a las puertas” del puente, lo veíamos levantar y volvíamos… pues no… dimos vuelta por todo el río Neva, por las islas, vimos tres puentes levantarse y otras atracciones). Mucho valor por lo pagado… volvimos al depto a las 3am, no teníamos recuerdo de volver de día a casa ¡y aquí a esa hora ya había amanecido!
Van, entonces, algunas
vistas desde el barco
el levantamiento del primer puente, el que da a la plaza principal
el que cruzamos
inicialmente para ir a la Fortaleza
Y otro más aguas
arriba del río
Por fin Mario pudo ver
el barco Aurora, con toda una
historia que le recordaba el viaje de Tete a Rusia con los tíos
Todo, con el marco de
una luna de cuadro, más allá de que no se aprecie en la foto
De vuelta caminando,
un recuerdo de la estatua de Pedro el Grande, quien soñó y empezó a concretar
esta ciudad de ensueño
Sin perjuicio de habernos dormido casi a las 4am, al día siguiente estábamos arriba poco después de las 8am, aunque sin apuro. Dejaríamos el depto con Olga (la señora de la limpieza) a eso de las 12pm y, hasta entonces, podíamos desayunar tranquilos a escasos metros de donde estábamos
visitar la Casa Singer (y comprarme una libreta de notas, porque agoté la que traje), ¡qué bella librería y qué vistas desde su café!
Nos despedimos de
nuestro “conventillo” con ubicación de 5*
y partimos hacia la
estación de trenes Moskosvskij Voksal,
primero, a dejar las valijas en consigna (excelente sistema y a muy buen
precio) y al Palacio Peterhof, en las afueras (30km), después. Para eso
debíamos ir hasta la estación de metro Avtovo,
¡un museo en sí misma, como tantas otras aquí!
y luego un bus (hay varios que llegan hasta el palacio; de nuevo, inesperada la amabilidad de la gente y del personal de los buses, aunque no hablen demasiado inglés).
Se suponía que tendríamos
un día tranquilo, pues el lunes sólo se visitan los jardines, pero no…
El Palacio Peterhof
fue comenzado por Pedro el Grande a instancias de su mujer, fue embellecido a
lo largo de los años y sirvió de palacio real hasta la Revolución de 1917,
principalmente como estancia de verano.
De clara inspiración
en Versalles, su estética choca particularmente en lo que resulta el enclave
principal: la fuente de las cascadas, con decenas de estatuas de un dorado
enceguecedor.
Empezamos a caminar
hacia el Palacio y hacia el ingreso de los Jardines Inferiores, el “plato
fuerte” de la visita
Ya ingresados en la
visita de pago, se suceden jardines y fuentes en medio de un bosque enorme
que da al Báltico y
desde donde se divisa SP
[Aquí mismo mandamos un mensaje a Lola de feliz cumple 😉 ]
Es muy divertido ver
disfrutar a los niños con el agua (suponemos que no lo será tanto para esos
padres…)
Un pequeño Ermitage, para el austero Pedro
Y por fin la gran
cascada y sus estatuas
¡Nos sacamos el micropolar un rato!
con vistas del
imponente palacio
En definitiva, se trata de una visita ineludible, más allá de que guste mucho o poco esta estética versallesca.
Desandamos el camino:
bus, metro desde Avtovo, estación de
la terminal de trenes, y nos metimos en un centro comercial para comer algo y
hacer tiempo. Allí nos encontramos con Gonzalo Hourquescos, su mujer Lucía Ivaldi
Artacho y sus tres hijos, recorriendo SP ¡y viajando a Moscú en nuestro mismo
tren! Charlamos largo rato y nos despedimos hasta las 11.55pm, horario en el
que partía el servicio espectacular que contratamos de coche cama… ¡nos
quedamos a vivir aquí!
Dormimos como angelitos… a las 3am nos despertamos creyendo que eran las 7.55am (horario de llegada), pero de nuevo… las noches blancas… El desayuno estuvo espectacular, salmón rosado, panqueques, frutas, quesos y otras delicias.
Nos despedimos de los Hourquescos y buscamos un Uber para ir hasta el hotel. Pero esa ya es otra historia. ¡Estamos en Moscú!
[Antes de tirarlos, vaya el recuerdo de mis apuntes del Ermitage y de cómo voy armando el blog con los títulos y números de las fotos (los Chapitos ya conocen mi rudimentaria técnica)
… todo mi empeño y toda la alegría que vislumbro en mi mamá y la que seguramente sentiré en el momento de releerlos]
Nuestra mañana arrancó con un desayuno y mi notebook en un bar vecino. Había salido el sol y tampoco era para perdernos demasiado de la mañana, hasta que se hiciera la hora de hacer el tour al Ermitageque habíamos contratado con Ruslan.
Pero antes de eso habríamos
de volver a la Iglesia Kazan, donde
siempre están oficiando celebración religiosa… queríamos entrar otra vez y
sentir esa magia de los cantos rusos del sacerdote (o como se los llame), del
coro y de toda la feligresía. Inolvidable… (me vuelve todo el tiempo el
recuerdo de las canciones folklóricas rusas de mi barítono preferido, Dmitri
Hvorostovski).
Por alguna razón, y estando apenas enfrente de la Iglesia Kazan, todavía no había fotografiado el gran edificio de la empresa Singer (la de las máquinas de coser), de gran éxito en Rusia, ostensiblemente. ¡Qué maravilla arquitectónica!
Luego de llegarnos
hasta el almacén gastronómico de los hermanos Eliseev y de deleitarnos la vista
con las delicias y rarezas que allí tenían
seguimos por una ruta
trazada por Mario de algunos lugares que nos faltaban. Fue así que conocimos el
Palacio de San Miguel, construido por Pablo —el hijo de Catalina la Grande—
para escaparle al miedo a ser asesinado… ¡a los 40 días de mudarse aquí lo
mataron! Sus sucesores ya no usaron el lugar como palacio y se reconvirtió para
uso del ejército y de su cuerpo de ingenieros, derivando en una universidad.
Por eso se lo conoce como el Castillo de los Ingenieros y hoy está incorporado
al complejo del Museo Ruso.
Adelante, una estatua
muy bella de Pedro el Grande
Nos dirigimos al
Jardín del Palacio de Verano, rodeado de canales, ¡y lleno de turistas!
Para nuestra enorme
sorpresa, fue apenas ingresar a los jardines y encontrarnos con esta puesta veraniega:
SP tiene mucha vida
cultural, con distintas expresiones. En las iglesias, los parques, sus teatros,
pero también sus calles y la música más popular.
Caminamos largo por el
parque, animadísimo en domingo a la mañana
y llegamos al Palacio
de Verano, obra harto austera de Pedro el Grande, sobre el otro canal:
Ya llegaría el
contraste de esta austeridad con el esplendor de Isabel, que mandó a iniciar la
construcción del complejo Ermitage.
En realidad, ella comenzó con el Palacio
de Invierno que es uno de los cinco edificios que conforman el complejo. Más
tarde, Catalina la Grande completó buena parte (con el Pequeño Ermitage y el
gran Ermitage) y, finalmente, lo terminó Nicolás I, con salas pensadas ya para
albergar obras de arte como en un museo.
La construcción final cuenta
hoy con más de 3.176.000 objetos de arte, imposibles de conocer… Fue un acierto
contratar esta visita guiada, que compartimos con dos parejas de españoles y
otra de chilenos y su hijita.
Entramos esquivando
hordas de chinos y de turistas (los guías de tour no chinoparlantes odian a los
chinos…, Ruslan hacía chistes todo el tiempo con ellos)
Imposible y quizá
inútil relatar y describir todo lo que vimos y lo que nos contó Ruslan… Por
suerte hay mucha información en la web, así que me voy a limitar a ponerle
algunos títulos y glosas a una mínima expresión de las fotos que sacamos.
Entramos y ya nos
hipnotizaron la luz y el brillo de la Escalera
de los Embajadores, con ese ingenioso juego de ventanas falsas y espejos
que le da tanta amplitud y profundidad
la Sala de los Mariscales de Campo, con
fotos de los héroes de guerra y marcos vacíos, como incentivo para alguna vez
tener el retrato allí.
la Sala de Homenaje a Pedro el Grande
la colosal
Sala de Baile
el detalle
impresionante de los pisos, combinando entre 4 y 25 tipos de madera, una pena
que no los protejan de las pisadas
la “capilla
familiar”, híper barroca, con las iniciales de Isabel (Elisabeth) I, púlpito e
imágenes de Cristo (no admitidos en la iglesia ortodoxa, pero aceptados porque
Pedro I quería, y mandaba, al estilo de sus gustos europeos)
la Sala de Guerra de la Patria, con
imágenes de los héroes de la batalla contra Napoleón y marcos vacíos porque no
se contaba con ellas para retratarlos
la Sala del Trono, con simetría entre suelo
y techo, salvo banderas y águilas (que no debían pisarse); el águila bicéfala,
símbolo del Imperio Ruso, representa el Este y el Oeste, el Poder de la Iglesia
y del Estado compartiendo el mismo corazón
Dejamos el Palacio de Invierno y pasamos al Ermitage, propiamente dicho, que viene
de “ermitaño”, “casa del ermitaño”.
Catalina II pensaba en
algo “austero” y pequeño, fue construyendo “pabellones” por su afán por
adquirir obras de arte… que nunca alcanzaban… Fue así que construyó el Pequeño
Ermitage y el Gran Ermitage, con cientos de pasillos y habitaciones en los que
colgaba sus obras para exhibir a los ilustres huéspedes.
Aquí se destacan una
serie de muebles hechos con diminutos azulejitos, en distintos estilos, todos
de influencia italiana
el archifamoso “Pavo
Real”, que es un reloj, regalo del conde de Orlov (amante de Catalina)
[Momento lleno de chinitos… imposible sacar mejor foto]
A medida que pasábamos
por las salas, las vistas al río Neva y a los canales quitaban el aliento…
Amsterdam, Venecia… ¡lo habían logrado!
Catalina también
construyó un teatro
Nicolás I fue el que
organizó las obras de arte, dividiendo salas por épocas y procedencia
(italianas, españolas, flamencas, holandesas, germánicas, francesas, inglesas,
etc.).
Hay Da Vinci
las maravillosas Logias de Rafael, copiadas del gran artista italiano y hechas por algunos de sus discípulos con representaciones del Antiguo y Nuevo Testamento
Una obra de Canaletto
nos hechizó con el juego de perspectiva al ir y volver por delante
Y luego vendría el
gran tesoro de obras españolas… Goya, Zurbarán, Murillo, El Greco, y tantos más
Tienen también la
mayor colección de Rembrandt fuera de Amsterdam
y cantidad de otros pintores holandeses, en una colección ya iniciada por Pedro I. Nos sorprendió un pintor holandés Paulus Potter (ver Punishment of a Hunter, por ejemplo) y Jan Steen, terriblemente detallista y realista.
Ruslan lo hizo verdaderamente bien: dinámico, entretenido, «posibilista»… no creo que hubiéramos disfrutado tanto de otra manera. Es un museo apabullante, al estilo del Louvre.
Luego de cuatro horas intensas, salimos…
Cenamos a la europea,
poco después de las 6.30pm, en una casa especializada en blinis. Es una cadena muy famosa y concurrida, Tepemok. ¡Vale la pena!
Escribo esto mientas
hacemos tiempo para… ¡la sorpresa de esta madrugada!
Luego de varias
alternativas sobre cómo aprovechar mejor los días en esta magnífica ciudad (sobre
todo por los nubarrones y la lluvia que acechan y llenan la pantalla del clima
en el celu) decidimos dejar Peterhof
para el lunes y quedarnos este sábado en la ciudad, con dos destinos
obligatorios (los típicos must-see de
todas las guías).
El primero, la Iglesia del Salvador de la Sangre Derramada,
llamada oficialmente de la Resurrección
de Cristo, pero conocida por todos de esa manera por la razón de ser de su
construcción y el homenaje que conlleva. La belleza de este (hoy) monumento
nacional es apabullante:
Parece ser que
Alejandro II (1855-1881), a diferencia de varios de sus antecesores, fue un
emperador reformista que quiso mejorar las condiciones de vida de su pueblo,
abrirse a nuevas posibilidades. Sancionó leyes benévolas, construyó hospitales
para los campesinos, abrió los estudios universitarios. No obstante, no pudo
con la inestabilidad de la época y las crecientes protestas sociales, por lo
que sufrió siete atentados de los que salió indemne. La última bomba que le
arrojaron no dio contra él, pero se bajó de su carruaje a ayudar a las personas
que estaban alrededor y ahí sí…. Perdió las piernas y luego murió desangrado.
Su hijo Alejandro III
reaccionó con furia. Atribuyó el asesinato a la “mano blanda” de su padre y a
la apertura a Europa. Era fundamental volver a Rusia, al liderazgo fuerte, a
las costumbres del pueblo: al diablo Europa, al diablo los estudios, al diablo
la libertad. Una señal de esta “vuelta” es la construcción de esta iglesia
“bien rusa”, casi un remedo de la de Moscú, justo en el lugar donde fue el asesinato
(lo cual está señalado con este espacio)
El interior es
riquísimo en azulejos, distintos tipos de mármoles (parece que finalmente costó
una fortuna y que Alejandro III no la vio terminada), con imágenes que
constantemente evocan la vida de Jesús y, paralelamente, la de Alejandro II
(“la sangre derramada…”)
La cúpula es
bellísima, con el Cristo Pantocrator
para no hablar de la
riqueza del altar.
SP está que explota de turistas y viajeros, ¡se siente en cada visita :(!
La salida de la
iglesia da a unos jardines bellísimos, Mikhailovsky
El día estaba nublado,
escasamente aparecía un rayo de sol y podríamos calificar el aire de más que
fresco… ¡9°! ¡verano! Ay…
Caminamos hacia uno de
los puentes sobre el Neva
para conocer nuestro
nuevo destino: la Fortaleza de San Pedro
y de San Pablo,
el lugar mismo donde
comenzó todo: allí fue que Pedro el Grande puso la piedra fundacional. Entramos
sacamos un ticket
combinado para las múltiples “atracciones” ahí en la isla y enseguida
encontramos la Catedral:
Afuera y enfrente, una
estatua de Pedro muy criticada, pero por alguna razón atractiva y muy
fotografiada (¡era alto!):
La Catedral es famosa por albergar las tumbas de casi toda la dinastía Romanov; obviamente, la de Pedro I
la de Catalina II
y no tan obviamente las
de Nicolás II y su familia (mujer, hijas, cocinero, médico, doncella). Sucede que
todos ellos fueron ejecutados, rociados con ácido y enterrados en una fosa
común de una casa en Ipatiev (Siberia) en 1918. Un joven jefe del partido
comunista llamado Boris Yeltsin mandó demoler la casa… que no quedaran
vestigios, que no se los convirtiera en mártires… Vueltas de la vida… ya en el poder, en 1991,
mandó buscar los cuerpos, ordenó pruebas científicas y, determinado que esos
eran los restos, fueron enviados a San Petersburgo en 1998, recibidos con
honores de Estado y salva de honor… Hoy yacen aquí en una capilla especial
y la Iglesia Ortodoxa
los canonizó.
[Conocemos buena parte de estas historias gracias a Miguel Ángel Ciuro, que nos envió estelinky con quien fuimos compartiendo parte de esta visita casi online…]
El recorrido en este
enclave fundacional seguía con un museo interactivo muy interesante, que iba
mostrando aspectos y momentos determinantes de la vida cotidiana en la SP
imperial (excelente, salvo por algunos recorridos no traducidos).
Como muestra de la
arquitectura, el urbanismo y la vivienda aparecieron… ¡las casas de
inquilinato!
Después de este fascinante
recorrido hicimos un tentempié en la plaza frente a la Catedral, para recuperar
fuerzas y empezar el último tramo: la prisión o Bastión Trubetskoy, donde se encarcelaba a prisioneros y convictos
de la época imperial,
y las huellas de
presos famosos, como Máximo Gorki, Aleksandr Uliánov (hermano de Lenin), o León
Trotsky
Nos despedimos de la
isla
caminando hacia el
otro puente
pasamos por la playa,
en la que había una exposición relacionada con navegación y velas y mucha gente
disfrutando de la tarde de sábado
Durante la caminata
las vistas eran preciosas, más allá del nublado intermitente…
¡Muy animado!
Llegamos con el último
resto de piernas a “nuestro barrio” alrededor de las 4.30pm, descansamos un
rato en el departamento, comencé a escribir algo y cerca de las 6.30pm salimos
a cenar “ruso”: unas tostadas con una mezcla de arenque, huevo duro y demases
(delicia), varenikes de papa y hongos y blinis de hongos… ¡Estamos casi
vegetarianos! La tostada era tan exquisita que repetimos. Felices por la opción
en Yat Restaurante.
Antes habíamos
preguntado por la estructura montada en la Plaza del Palacio: se trataba de un
concierto electrónico organizado por una FM. Habíamos elegido el restaurante,
entre otras cosas, por su cercanía, a apenas dos cuadras. A la salida, una
multitud muy tranquila disfrutaba de esta música tan peculiar…
[Empiezo a escribir esto el sábado 13 de julio… ayer murió Sabrina, nuestra perrita por más de 13 años, la compañera fiel de Lenin… Ya estaba muy viejita y seguramente sufriendo mucho, por lo que mejor así… solo que duele pensar que no la veremos más…]
Dos días atrás, el
jueves 11, salimos de Vilnius en vuelo de AirBaltic (que hizo escala en Riga, donde tienen el hub)
hacia San Petersburgo (en adelante,
SP, como la identifican en mucho aquí), la gran ciudad imperial rusa.
El avión aterrizó puntualmente a las 7.50pm. Teníamos mucha ansiedad por conocer este país y estas ciudades. El aeropuerto de SP es muy lindo y muy moderno, sospechamos que por el Mundial de Fútbol 2018. Fue muy fácil entrar al país (sin visa los argentinos, a diferencia nada menos que la UE) y encontrar el camino hasta el bus 39 que nos llevaría hasta la estación de metro Moskovskaya (por suerte, las estaciones estaban señaladas en inglés, además del ruso y su endemoniado cirílico). Lo primero que debemos decir es que, a diferencia del estereotipo tan extendido, los rusos son amabilísimos. De hecho, cuando preguntamos a la cobradora en el bus por la parada, un señor nos hizo seña de que él iba hacia allá, así que lo seguimos hasta el ingreso de la estación de metro y nos indicó donde comprar los tickets.
Ya en el subte, teníamos carteles indicadores
en inglés y altoparlantes que anunciaban las paradas.
Nos bajamos en Nevsky Prospekt, el centro neurálgico del barrio histórico, con esa imagen imponente de la Iglesia Kazan. Como nos quedábamos 4 noches, quise alquilar departamento, privilegiando la ubicación que, efectivamente, era insuperable, no podíamos estar en mejor lugar. En una línea larga de edificios imponentes no podíamos encontrar bien señalizada la altura de la calle Griboyedova… Es como que se nos cortaba y no aparecía, en medio de cantidad de boliches y comederos, la entrada del edificio. De nuevo, la amabilidad rusa: un mozo de un bar salió y se metió en un gran patio interno al que llegamos pasada una reja… era un laberinto o, más bien, un gran conventillo en el medio de la manzana… ¡Me habían advertido de los departamentos rusos! ¡Y no hice caso! El ingreso era ho-rri-ble… de no ser por la hora creo que lo hubiéramos pensado dos veces (ya eran pasadas las 9pm). El contacto nos estaba esperando. El departamento es un pañuelo de pequeño y apenas correcto, pero tiene todo lo indispensable, es limpio… y ya estaba. Consejo: no alquilar departamentos en Rusia o… ver muy bien. Las propias opiniones en booking.com pueden ser engañosas o no responder a las expectativas. Al día siguiente nos enteraríamos cómo es esta historia…
Nos acomodamos, fuimos al súper que está cruzando la calle posterior del complejo de departamentos, abierto 24/7, compramos lo indispensable (por ejemplo, agua), dejamos las cosas y salimos por la calle Griboyedova a buscar un lugar abierto para comer. Eran casi las 11pm… Encontramos una pizzería y un mozo entretenidísimo con el hecho de atender a “argentinos”. La verdad, nos alegró el rato.
Gran sorpresa cuando cerraron tras nosotros
(11.30pm) y caminamos apenas 30m hasta nuestra esquina. La Iglesia Kazan iluminada es bellísima, y el barrio no puede ser más
animado
Para el día siguiente (viernes 12), ya
teníamos reservado el free tour en
español desde Argentina. Esa misma noche en que llegamos Roslan se comunicó por WhatsApp mandándonos la ubicación del Monumento a Catalina II desde donde
partiríamos (a apenas 800m de donde estamos parando)
Armamos un grupo de 10, todos españoles y nosotros. Ruslan vivió su adolescencia en Alicante, a raíz de la decisión de su padrastro de negarse a seguir pagando coimas para poder trabajar en el comercio que tenía. La mamá era profesora de literatura y su padre director de escuela. De hecho, ellos siguen en España.
Es un joven culto, inquieto, animado y habla perfecto español. Por suerte nos repartió unos auriculares, lo que facilitó escucharlo y seguirlo. Eran las 9am y caminaríamos hasta bien pasada las 12.30pm.
Comenzó riéndose de los estereotipos acerca de
los rusos, de Putin, en verdad lo hizo muy divertido y, al propio tiempo, muy
lleno de datos históricos y de relecturas de la historia rusa… diríamos que no
tanto (o casi sin mención) de la época soviética. El denominador común de los
relatos parece ser un profundo sentimiento nacional. Difícil compararlo, nos
impacta muchísimo.
La dinastía Romanov se inició en el s. XVII pero tuvo su hora de gloria a partir de Pedro I, el Grande (1700-1725), quien admiraba Europa y quiso tener una capital con ese estilo. Estaba particularmente enamorado de Holanda, fue así que advirtió la importancia de una flota, de la salida al mar, recuperó el Báltico y pensó en esa vieja locación sueca para la ciudad que fundaría: San Petersburgo. Era un hombre muy alto (2,04m), muy inteligente y muy austero. Ruslan destacaba todo el tiempo el hecho de que se mezclara con el pueblo y que trabajara incluso a su lado, sin perjuicio de lo cual podía ser muy duro y despiadado (parecía decirnos: “con causa”). Él fue quien puso las bases de esta ciudad, con un estilo sobrio que se reflejaba en la arquitectura.
Su hija Isabel, en cambio, fue la “gastadora”
(1740-1761), iniciando un período en las construcciones públicas muy barroco
(por ejemplo, el Palacio Peterhof). No obstante su fama de dilapidadora, cabe
reconocerle gran inteligencia: siendo mujer se mantuvo más de 20 años en el
poder.
Luego de algunos incidentes llegó Catalina II, la Grande (1762-1796), una alemana casada con Pedro III (éste se enemistó con el ejército y “adoraba” todo lo alemán, o sea, todo lo asociado con el enemigo). Catalina fue brillante… Pedro murió finalmente en circunstancias muy raras o sospechosas y ella desarrolló una estrategia de alianza con el ejército y con la nobleza que la sostendría fuertemente en el poder. Catalina, sostenida por la nobleza, es lo que justamente viene a querer decir el monumento por el que arrancamos:
Fue una época de austeridad general, pero con
riqueza en los detalles, que podríamos llamar “clasicismo”.
En la primera mitad del s. XIX ya vendría una
fuerte influencia francesa, de la mano de Alejandro I, que venció a Napoleón
pero no a su sortilegio.
Empezamos a recorrer la ciudad con muestras de
una arquitectura grandiosa, cualquiera fuera el estilo. Por ejemplo, esta
famosa casa de venta de delicatesen,
una verdadera maravilla:
o el Teatro Alexandrinski, de la época
isabelina
Fue aquí que Ruslan nos hizo reparar en este “pastel rosa”:
para llamarnos la atención de la maravilla de edificio que era, de lo absolutamente común que era ese tipo de edificación por cuadras y cuadras y cuadras, unos al de lado de los otros… ¿y qué eran? Pues eran edificios particulares, construidos por personas adineradas con afán de invertir y hacer rendir su dinero alquilando distintas partes del edificio. En la planta baja podía haber comercios, en las dos plantas siguientes destino de vivienda para sí mismo o para alquiler a personas de la nobleza (véanse las grandes ventanas, los balcones) y, en las plantas superiores, subdivididos en pequeños alojamientos, pequeñas habitaciones (véanse las muy pequeñas ventanas), en las que vivían desde personas menos adineradas, bohemios, y aun lo más bajo de la población. Un poco la realidad descripta por Dostoievski. Eso hizo que se mezclaran distintos estratos sociales, que eso fuera muy común y que, con el tiempo, el período soviético (nacionalización) y la vuelta de la propiedad privada, ahora sean… ¡departamentos!, en los que los lugares comunes son horrendos o venidos abajo y los departamentos pueden ser muy lindos o al menos aceptables (“En SP, lo de afuera es UNESCO, gobierno; lo de adentro comunitario es horrible; lo de adentro privado, depende”). Con Mario nos empezamos a reír… “¡estamos en uno de esos!”, dijimos. ¡Y no éramos los únicos!
Si alguien construye ahora, por ejemplo, como este edificio de 2004:
debe respetar las reglas (luce verdaderamente armonioso con el resto).
A cada rato íbamos parando y Ruslan nos
vinculaba lugares con hechos históricos. Por ejemplo, Catalina hizo traer
muchos gatos al palacio, porque guardaba muchas obras de arte y quería evitar que
las ratas las comieran. Hoy el gato es un símbolo de SP, un animal venerado.
La avenida Nevsky Prospekt es el símbolo de la libertad religiosa que propiciaron los Romanov, particularmente Catalina. Eran muy abiertos, incluso ayudaban con la construcción de las iglesias. En esa calle conviven una iglesia armenia
una católica, asombrosamente despojada (hay
pocos católicos en Rusia; las misas se dan en polaco, español e inglés, además
del ruso)
otra luterana (a la que no le saqué foto); de lejos, la archi famosa Iglesia del Salvador de la Sangre Derramada (sobre la que volveremos mañana)
y la Catedral
de Nuestra Señora de Kazan, el edificio imponente que tenemos a apenas 30m
de donde paramos, ortodoxa, muy parecida a San Pedro en Roma, dedicada a la
victoria de Rusia sobre Napoleón.
Entramos a la iglesia durante un oficio religioso en el que no nos permitían sacar foto. Nos pasó igual que en Riga: quedamos impactados por el boato, los cánticos con esas bellas voces de bajo y el coro que acompaña, todas las personas paradas, los hombres “sacerdotes” yendo y viniendo por todo el templo… se ven muy religiosos, las mujeres con las cabezas tapadas, muchas personas asistiendo al culto. No hay bancos. Las misas pueden durar 2, 4, 8 ó 10 horas.
Más del 85% de los rusos son ortodoxos. La
religión nunca se apagó del todo con el régimen soviético. La religión era el
opio del pueblo, pero las personas que venían del anterior régimen mantuvieron
el sentimiento religioso. De hecho, no estaba prohibido, pero era “riesgoso”,
los fichaban. Los abuelos cuentan anécdotas de haber ido a misa al pueblo
vecino para no ser reconocido y delatado.
Al igual que lo que nos contaron en los Países Bálticos, durante el régimen las iglesias tuvieron destinos insólitos: desde almacén de verduras, depósitos de todo tipo, facultades, piscinas, baños en los altares… hicieron de todo con la humillación. En una entrevista, Yuri Gagarin dio certezas de la inexistencia de Dios. Habiendo estado en el espacio, afirmó que “Dios no existe, ahí afuera solo hay oscuridad y estrellas frías, no hay nada, se los aseguro”.
Le preguntamos a Ruslan si Putin era religioso y nos contestó que “muy religioso”. De hecho, aparentemente hay todo un tema con la influencia actual (muy poderosa) de la jerarquía eclesiástica rusa en la vida civil. Es un tema que ha revivido (a Ruslan lo bautizaron a los 11 años, luego de la caída del régimen).
Seguimos avanzando por esa avenida y, ahí no
más, el Palacio Strogonoff, ¡sí!, el
del ¡lomo Strogonoff! Toda una historia de la dinastía más rica del s. XVIII,
dueña del monopolio del hierro, y de su jerarca, un hombre que daba de comer a
las personas que le pedían este archifamoso guiso.
SP tiene 5.300.000 habitantes oficialmente; en
realidad, parece que 7.000.000, contando inmigrantes, indocumentados, el área
de influencia.
El metro de SP es más profundo (85m) que el de
Moscú, pero no tan bello en su conjunto. No es el más profundo del mundo (está
en Kiev, 110m).
Seguimos caminando a través de esas avenidas
espléndidas
con más casas de inquilinato (¡!)
el Hotel Astoria
el Ayuntamiento
y la alucinante Catedral de San Isaac…majestuosa:
Construida por Alejandro I (el mismo que ganó
la batalla a Napoleón y que construyó Kazan), tiene con detalles increíbles
vestigios de los ataques de la II Guerra
En la I Guerra el sentimiento antialemán hizo
que la ciudad pasara a llamarse Petrogrado,
aunque por poco tiempo… en 1924 adoptaría el nombre de Leningrado (Lenin nació aquí en San Petersburgo). Cuando cae la
URSS, un referéndum decidió la vuelta a la denominación de San Petersburgo por
el 54% de los votos.
Ruslan dedicó largo rato a detalles horrorosos
de la II Guerra… La abuela de su mujer sobrevivió al hambre, al frío y a otros
espantos con apenas 11 años. Hay algo en Rusia que los hace atarse a esa época
trágica y al orgullo de la resistencia. SP nunca cayó (sufrieron 782 días de
sitio alemán, pero no se rindieron).
Continuamos caminando hasta el verdadero
símbolo del Almirantazgo
y llegamos al río Neva, muy caudaloso, aunque de apenas 64km de largo. En SP está a solo 4km de desembocar en el Báltico. En la margen opuesta, en una isla, todo el complejo de academias, institutos, museos, creados por Pedro el Grande, con la prioridad en la cultura
La Plaza
del Palacio es soberbia… (¡5.4ha! ¡más del doble que la Plaza Roja en
Moscú!)
con su columna en homenaje a Alejandro I
y el no menos soberbio Palacio de Invierno del
complejo Ermitage
(Haremos la visita a Ermitage el domingo, con Ruslan).
Terminamos el recorrido con una lección sobre
cómo tomar el chupito de vodka: se brinda, se dice Paiéjali!, se expira el aire, se toma fondo blanco, se vuelve a
expirar, y luego se respira por la nariz… ¡duro!, pero lo hicimos 😉
Arreglamos con Ruslan para anotarnos a la visita al Ermitage el domingo y salimos por nuestra cuenta a hacer la visita a la Catedral San Isaac… ¡junto con algunos ortodoxos!
Si el exterior es imponente, el interior no le
va a la saga:
El trabajo en azulejos es, sencillamente,
increíble. Parecen óleos…
Justo coincidimos con un casamiento
Nos aguantamos los más de 200 escalones, pero
valía la pena…
¡Y qué vistas incomparables de la ciudad!
Ya estábamos muertos de hambre, así que cumplimos con la tradición de comernos unas típicas… ¿cómo se llamaban? ¿como las bolas de fraile, pero…? En fin, las donuts que se hacen de esta manera parece que desde 1958… ¡la cola era brutal! ¡son un éxito increíble!
Volvimos al departamento a las 4.30pm;
debíamos prepararnos para el teatro… ¡con la ropa que no teníamos! ¡al menos en
mi caso! ¡quedé ridícula de verano, de blanco, muerta de frío! En fin…
Teníamos entradas para La Bayadera, un clásico del ballet ruso, en el teatro más importante
de SP, el Mariinsky. Debemos confesar
que no somos fanáticos del ballet, ¡pero lo excelso se nota y se aprecia!
El teatro es precioso:
y hasta ahí pudimos sacar fotos. También en el
entretiempo de los actos, para los aplausos:
celu
Lo cierto es que quedamos fas-ci-na-dos, especialmente con el tercer acto. Algunos datos para que ojalá recordemos de muy viejitos… la bajada del telón tipo screen, la imagen de la ensoñación, la salida de las bailarinas una por una, todas juntas ya en escena y la subida del telón… ¡qué cuadro inolvidable! (se puede ver la foto aquí).
¡Cuánto placer estético! Estábamos felices… tanto, que nos volvimos caminando, nos olvidamos de la hora, terminamos comprando algo de comida y llevándola al depto… cuando recibimos la noticia de Sabrina… De repente nos inundó la tristeza, pero así son las cosas…
Voy un día atrasada en el relato. Hoy sábado fue otro día espectacular. Espero ponerme al día.
A título
anecdótico de Ruslan…
Todo el tiempo haciendo chistes
sobre Moscú, lo fea que es, lo menos que es, lo mucho que la desprecian. Al
contrario, SP es culta, grandiosa, señorial.
Durante la URSS había efectivamente
igualdad, solo que existían varios niveles de igualdad.
Putin roba, y mucho, pero hace. A
Ruslan le encanta (“… después de Yeltsin!”). Será un ladrón y un dictador, pero
es el líder ruso que necesitan, necesitan del látigo (sic). Es habilísimo; con Chechenia hizo lo mismo que hizo Catalina,
los chechenos lo aman.
¡Qué grandes
experiencias son los free tours! No
fallan… al menos aquí, los principios del libre mercado aplican. Estos
muchachos dan lo mejor de sí para ganarse una buena propina y para el turista
es una oportunidad única de pasar entre 2 y 3 horas entretenidas, instructivas,
interesantes…
Teníamos apenas la
mañana en Vilnius y sí que la
aprovechamos de la mano de Ieva, una
lituana rubia y altísima. El grupo era bien heterogéneo: españoles, griegos,
estadounidenses, ingleses, italianos, ¡y nosotros!
Ielva nos dio un resumen ultra apretado de la línea del tiempo lituano, desde
su “aparición” en la historia de occidente en el s. XIII hasta nuestros días,
con varios puntos en común con el resto de los Países Bálticos y una
singularidad definitoria: la vinculación con Polonia, que los convertiría en mayoritariamente
católicos y les generaría una relación un tanto difícil con ese país.
Actualmente, Lituania
es el país más grande en población (alrededor de 3 millones de habitantes) y
territorio de entre los Bálticos. Su geografía es muy llana, con campos y
bosques. Vilnius tiene 750.000
habitantes (bastante menos que Riga, que pasa largamente el millón).
Durante los s. XIV y
XV se extendían en un gran territorio, desde el Báltico hasta el Mar Negro. En
el s. XVI, un casamiento entre príncipes provocó la unión con Polonia, formando
un Commonwealth que, de a poco, fue
trasladando el poder a las fuerzas polacas y convirtiendo a Vilnius, incluso,
en la capital “de Polonia”.
Para el s. XIX la zona
se repartió en rusos, austríacos y prusianos, y Lituania cayó bajo el dominio
ruso, con una muy difícil relación y pertenencia.
En 1918 declararon su
independencia (fueron los primeros en la región), pero la libertad duraría muy
poco: sucesivamente cayeron bajo manos soviéticas / nazis / soviéticas durante
los episodios de la II Guerra.
Hoy gozan apenas de 29
años de vida independiente; en 2004 ingresaron a la UE.
En el momento de su
fundación, en el s. XIV, Vilnius ya
apostó al multiculturalismo: era una ciudad abierta, en la que coexistían el
barrio ruso, judío, polaco y alemán. La ciudad todavía tiene vestigios de todos
ellos, más allá de los avatares históricos.
En la Avenida
“Alemana” se pueden constatar estas huellas: casas pintadas de colores pastel
pero que revisten los originarios ladrillos rojos de la época de la fundación;
espacios abiertos para el paso de los tanques soviéticos crearon la propia
avenida y, de la otra “mano”, la “horrible” (según Ieva) arquitectura
soviética, con “forma de vagones de tren”… “que les hacen recordar los viajes a
Siberia…”
Ciertamente, no tienen
ningún buen recuerdo de la II Guerra: el 40% de los edificios fue destruido por
los bombardeos y las ejecuciones masivas de judíos (95%) momento y hoy día hay
apenas unos 3000 judíos lituanos. Existe la decisión de restaurar algunos
espacios y pensarlos como centros culturales o de la memoria, como esta antigua
sinagoga convertida en jardín de infantes por los soviéticos:
Algo que se puede
apreciar en el casco antiguo es el “patio interior”; prácticamente todos los
edificios lo tienen y pueden tener algunas referencias históricas.
Ieva aprovechó éste para hablar de religión: fueron originariamente un
pueblo muy pagano, con una conversión al cristianismo y, sobre todo, al
catolicismo muy resistida en los comienzos (comparten con los demás Países
Bálticos el haber sido los últimos de Europa en ser evangelizados). Parece que
finalmente el casamiento con la princesa polaca y los monjes lo lograron,
primero, gracias a “dádivas” a cambio del bautismo; luego, lo más efectivo:
educación (monasterios y escuelas católicas). En 200 años la población había
dejado el paganismo. Hoy, el 70% es católica (aunque no estrictamente “practicante”,
salvo los mayores); el 3% ortodoxos rusos.
Pero… ¿cuál es la
segunda “religión” para los lituanos? ¡El basketball! Parece que son muy buenos en ese deporte; de hecho han
ganado algunos títulos importantísimos y, sobre todo, en los juegos de Barcelona
de 1992 le ganaron el tercer puesto a Rusia… eso fue una gesta nacional. Hay
una película que da cuenta, The other
dream team.
Hay unas 60 iglesias
en Vilnius, 30 de las cuales están en
la ciudad antigua. En el s. XIV, con la construcción de la ciudad, cada uno de
los credos pujó por construir su iglesia, para no hablar del símbolo de estatus
que significaba esa construcción para muchas familias católicas. La mayoría de
los arquitectos fueron italianos.
Durante la dominación
de la Rusia imperial se transformaron en iglesias ortodoxas y durante la URSS…
¡en una variedad insólita de destinos! Depósitos de vodka, museos de ateísmo
(con críticas a la Inquisición y otras perversiones de la religión), salones de
exhibición de todo tipo (cine, arte, propaganda), ¡y hasta un estadio de basket
dentro de una iglesia!).
A esta iglesia
agustina la alquilan para antenas de telefonía celular para recaudar dinero.
Hoy está regenteada por un cura “buenmocísimo”, “cool”, joven y alegre, que está atrayendo inusitadamente a la
juventud a la iglesia a través del arte, de la música, de visitas guiadas, etc.
Una rareza, una “iglesia alternativa”, según Ieva.
Cruzamos por una calle
interna y llegamos al puente de ingreso a la República de Uzupis, que significa “detrás del río” y que efectivamente estaba
fuera de las murallas de la ciudad originaria.
Este lugar tuvo épocas
de “zona roja”, y durante el régimen soviético se usó para alojar a las tropas.
En los ’80 se levantó
la Academia de Ciencias en la cercanía y fue así que profesores, estudiantes,
la “bohemia” empezó a apropiarse del lugar. Hoy es la Vilnius hippie.
Para 1997 la comunidad
era tan grande y fuerte y se estaban divirtiendo tanto que decidieron declarar
su “independencia” un 1° de abril (día de los santos inocentes por estas
latitudes). Así es que, desde entonces, tienen presidente, gabinete de
ministros, leyes. El ministro de RR.EE. atiende… ¡en un pub! Y da credenciales de “embajador” de cualquier cosa a personas
de “otros países”. Ieva tiene en su
tarjeta el cartel de Ambassador to the
Uzupis Republik; es “embajadora de las rubias altas” 😉
Mario recargó
“energía” en el símbolo de UR, una mano que capta energía y de la que se cae el
vil dinero.
Sacamos foto al dios
del turismo: Jesus Backpacker
UR se convirtió en uno
de los lugares más caros de la ciudad. Muchos de los dueños-hippies están vendiendo aquí por
fortunas y mudándose al nuevo lugar cool:
los alrededores de la estación de trenes, sede de la movida actual.
La Constitución de UR
fue redactada en dos horas… y es hilarante: “Todos tienen derecho a morir, pero
no la obligación”
Un Angel Gabriel
(portador de un gran porro) fue levantado en un lugar estratégico y tiene fama
de obrar milagros.
Este bebedero público
sirve cerveza gratis los 1° de abril de cada año
Hablando de lo cual…
el alcoholismo es un gran problema en Lituania. Está prohibido beber en la
calle (¡aunque la multa es de € 10
apenas!), los supermercados dejan de vender alcohol a las 8pm y en domingos a
las 3pm, etc. Tienen gran orgullo de su cerveza artesanal.
Ya en los límites de
UR está la Plaza del Tíbet
cuya independencia
defienden. El Dalai Lama estuvo 4 veces en Lituania.
Después de pasar por
las bellas iglesias de St Anne’s y de
St. Bernardine’s
(ver más fotos de
ayer)
subimos por una
callecita preciosa, que no habíamos advertido el día anterior: la calle de la
Literatura,
dedicada a los
escritores y poetas lituanos…
¡… entre quienes
aparece nuestro amado y admirado JLB! Ieva
dijo que tenía ascendientes lituanos y luego habló de la raíz sánscrita del
idioma… ¿será?
Esta imagen representa
a los críticos literarios… 😉
Vilnius es un lugar especialmente elegido por las grandes productoras como set de filmación. De hecho, Chernobyll fue filmada prácticamente
toda aquí. Otra, War &… (no me
acuerdo qué), también. Están esperando el estreno de una serie sobre Catalina
la Grande, también filmada aquí. Están felices con eso.
En realidad, en los
tres países nos dio toda la sensación de que están felices de “pertenecer”… a
la UE, a Occidente, a la OMC, a la NATO… no escuchamos una sola voz crítica. A
lo sumo, hay que mejorar, hay que integrar el interior del país…
Están contentos con su
economía y esperan crecer. El salario mínimo es de € 350 después de impuestos (lo que permite
apenas sobrevivir); el promedio en Vilnius
es de € 1000. Tienen un gran
problema en la emigración de jóvenes, que empezó con la crisis de 2008/2009:
pasaron de 3,5 millones de habitantes a 2,8 millones. Esto se estaría
revertiendo por el clima de inversiones, buen ambiente para IT y star ups (¡envidian a los estonios y
compiten con ellos!).
Aman a la presidenta
que termina su mandato hoy, cinturón negro de karate, dos mandatos de 5 años.
Mañana asume el nuevo, una especie de Macron lituano y por eso las
disposiciones del acto y de seguridad en las calles.
La bandera fue creada
en 1918 y es amarilla por un nuevo amanecer, verde por los bosques y campos que
caracterizan al país y roja por la sangre derramada para lograr la libertad.
También recuerdan la bandera anterior, aquella del país que iba del Mar Báltico
al Mar Negro
El tour terminó en la
Plaza de la Catedral. Francisco I (o
nuestro Jorge Bergoglio) estuvo aquí el año pasado, sitio de grandes eventos y
concentraciones populares.
Volvimos rápidamente
al hotel (nos dejaban un breve late
check-out), pedimos el Uber (€ 5,36) y
aquí estoy, en el aeropuerto de Vilnius,
escribiendo esta inolvidable experiencia mientras hacemos tiempo para el vuelo
a San Petersburgo…
Se viene la Gran Rusia. Solo un adelanto… estamos parando frente a este monumento increíble, la Catedral de Kazan…