Y llegó Phi Phi…

 

 

15FEB2016

¡Feliz cumple Flor! Te recordamos desde muy temprano, a las 6.15am, cuando bajamos a desayunar y todavía no habías cumplido años en Argentina. 😉

La combi de Andaman Wavemaster nos pasó a buscar un tanto retrasada, pero llegamos lo más bien. Ya apenas subimos nos hicieron un upgrade al sector «premium» (habíamos comprado «first class», la categoría intermedia, y había una «standard»). Aparentemente, nuestro sector estaba sobrevendido.

El viaje duró unas tres horas largas, el barco se mueve un poco (nada grave) y, eso sí, quienes salían a cubierta tenían momentos de grandes salpicadas de agua… Agua azul, azul profundo y cada vez que pasábamos cerca de unas rocas o islas, el degradé hacia el esmeralda y el contraste con la piedra gris profundo, alguna vegetación verde o un poco de arena blanca preanunciaba un paisaje de sueño.

 

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La primera parada es en la parte más poblada y animada de Phi Phi: Ao Ton Sai, aparentemente, la que también sufrió de manera más violenta los estragos del tsunami de 2004.

[Recordamos, simplemente, que el tsunami ocurrió el 26 de diciembre de 2004, a raíz de un terremoto de 9.3. En Tailandia golpeó el litoral del Mar de Andamán (al oeste, parte del Océano Índico; la costa este corresponde al «Golfo de Tailandia, parte del Mar de la China Meridional y no sufrió daño alguno por el tsunami). Sólo en este país se confirmaron 5000 muertes]

En esta parada se bajó la mayoría de la gente. El resto, continuábamos a los distintos resorts de Hat Laem Thong.

No más llegar, bajamos y nos aseguramos de que también bajaran nuestras valijas. Personal del Zeavola Resort nos estaba esperando, listos para cargar con el equipaje nuestro y de otra pareja (un yanqui hijo de salvadoreño y neoyorquina y una eslovaca, ambos residentes de Kuala Lumpur).

Zeavola cumple con todas las promesas (o casi, luego volveremos) de Sebastián Taleb cuando le dijo a Mario que «se la jugara… 15 años de casados, el lugar para celebrarlo» ;), con la página web y con las calificaciones de Tripadvisor: paradise on earth.

El que tenga curiosidad, googlee… Van a ir algunas fotos. Solo podemos decir que nunca estuvimos en un hotel igual, en medio de la selva, al lado del mar, con un clima entre agradable y caluroso (al mediodía el sol pega brutalmente en la playa) y con un confort relajado, que en modo alguno sentimos como «lujo» (más allá de que, de hecho, lo sea), suponemos que por la estética tailandesa (todo madera teca, todo muy zen… puro relajación). Cada detalle está cuidado. La habitación/cabaña/»village» tiene 60m2 y está dividida en tres partes, una de ellas (el dormitorio propiamente dicho) es la única que está totalmente cerrada (una pared de teca y tres de vidrio); el resto, todo «abierto», incluido el baño y el área del lavatorio, una pequeña terracita.

 

Para lectores preocupados por el bolsillo, efectivamente ha de ser el hotel más caro que pagamos en la vida (y tenemos bien ganada fama de un poco pijoteros, con lo cual tampoco hace falta mucho…), pero luego acá todo es muy razonable: anoche cenamos en el restaurante del hotel, sobre la playa… un sueño… dos platos principales de cocina thai (ambos con mariscos deliciosos), dos cervezas grandes y un «mojito de maracujá» de postre, por el equivalente a u$s 35 (incluye el 10% de servicio)… O sea… Casi inverosímil comparado con cualquier destino europeo. Ni qué hablar de la costa argentina 😉

[Para mis amigos enófilos, que son muchos, el vino más barato en el restaurante del hotel es australiano y cuesta u$s 45; el más barato argentino («Portillo», de Salentein), u$s 58  ¡¿¿??! Olvídenlo… Salvo las felices excepciones en Italia, España o Alemania, quizá Francia, no tomamos vino… Caro lo más barato y, en general, malo.]

Como decíamos antes, nos guardamos este día tan especial y agridulce para la intimidad. Escribo esto al día siguiente, ya mejor.

Que hablen las fotos.

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