30SEP2016
La hospitalidad de Diana y Carlos es de otro mundo… Quizá eso forme parte de la «cultura paisa», los habitantes de la región de Antioquia, gente amable y bien dispuesta, siempre lista para el saludo cariñoso y pendiente de lo que cualquiera pueda necesitar. No se trata ni de servilismo ni de pleitesía con el extranjero; más aún, son así entre ellos, ¡se tratan bien! Hablan muy dulce, tanto en el tono como en las palabras que eligen: «¿me regala una firma, por favor?», «¡que tenga feliz día!», «con mucho gusto», y así.
Finalmente, el plan de este viernes fue descansar y aprovechar la finca durante la mañana y, después del mediodía, ir a la Universidad Católica de Oriente (UCO), donde trabaja Diana.
Apenas ella salió temprano esa mañana (7.30am), atrás fuimos con Carlos… ¡a caminar paseando los perros! El día estaba soleado y templado y yo elegí a mi preferida: la rottweiler Lisa… es sencillamente divina, cariñosa y tranquila. También iban Sander (el rottweiler macho) y Salomón (el siberiano). En la finca quedaban otro siberiano y dos pastores alemanes…
Apenas salimos, y como es natural, los perros estaban excitadísimos y nos arrastraron lindo… Lo bueno es que rápidamente acomodan el resuello y empiezan a andartranquilos. No se incomodan por los autos o las motos, ni por la gente ni por otros perros. Hacen siempre el mismo trayecto, por lo que están muy bien acostumbrados.
Caminamos 5.5km, con subidas y bajadas, y un paisaje de fincas bellísimo:
La caminata nos dejó famélicos, así que desayunamos riquísimas arepas y jugos de fruta. El nieto de Diana es, sencillamente, un sol. No para de reír y sonreír, siempre de buen humor, divertido… Divino.
Al mediodía almorzamos «sancocho» hecho a la leña. Es una sopa/guiso, hecha con pollo (en el caso, de la finca), con yuca, papa, plátano… muy nutritivo y sabroso, muy típico de estas tierras. Nos matamos de la risa largamente con los caseros… A Odilia le colgaron el sambenito de «Buscada», por la cantidad de muertes (de pollos y gallinas) que lleva encima. Lupa preparó el almuerzo y también se sumó a las cargadas.
Diana llegó para cuando terminábamos, comió algo y enseguida partimos para la Universidad. Habían preparado una reunión con el Decano y otros siete profesores (incluidas Diana y Beatriz) para que nos presentáramos e intercambiáramos ideas sobre líneas de investigación y temas de interés. Resultó ser una reunión «cheverísima», con múltiples beneficios recíprocos y, además, entretenida. ¡Nos echaron del salón a las tres horas y media de charla-que-te-charla! Espectacular.
El campus de la UCO es hermoso, edificios nuevos en medio de una vegetación exuberante. Además, la mantendrá «joven y bella» por la trepada hasta la Facultad de Derecho; Río Negro es muy montañosa… las calles suben y bajan con pendientes de miedo.
La ciudad ya tiene ciento y tantos miles de habitantes y un horizonte de crecimiento próximo vertiginoso. La construcción, los centros comerciales, los planes inminentes de urbanización, la cercanía del aeropuerto internacional…
A la salida, nos fuimos al centro comercial San Nicolás, donde nos encontramos con Carlos, las chicas y el nietito. Cenamos en el patio de comida y nos volvimos a la finca a tomar una copa de vino y a ver videos de una iniciativa lindísima de esta familia: todos los años organizan «la novena del niño Jesús» (desde el 16 de diciembre y hasta el propio 24 a las 10pm). Invitan alrededor de 300 niños de la región, preparan obras de teatro, bailes y coros con algunos de ellos, cosen vestimenta y la regalan a esos niños y, con la colaboración de algunos amigos, compran un regalo para cada uno de ellos que asista a la novena… Carlos lee las oraciones y todos participan activamente en la organización. Entregan los regalos el 24 a la noche. La casa queda patas para arriba pero ellos felices y llenos del amor y el reconocimiento de su comunidad. Admirable.
A la mañana siguiente madrugábamos. El vuelo a Acandí salía a las 8.18am… ¡del aeropuerto local, en Medellín! Mala suerte, estando en Río Negro. Pobres nuestros anfitriones…