Estocolmo II

7JUL2016

Qué hermosa ciudad y qué bendición el buen clima… día a día.

[Parece que, como en muchos otros lugares, hablar del clima es deporte nacional en Suecia… para nosotros ya es un milagro que hayan pasado dos días sin lluvias… no siempre hay el buen tiempo para venir a estas latitudes… inviernos insoportables y oscuros, veranos menos que suaves y húmedos… Hasta ahora, maravilloso]

Decidimos continuar con actividades al aire libre y seguir la recomendación de Martti: tomar la línea 80 del ferry que usan los suecos para trasladarse a barrios residenciales de las afueras de Estocolmo para, de esa manera, conocer la perspectiva desde el mar.

Dicen que es exagerado hablar de «la Venecia del norte» pero un poco lo es: menos concentración urbana, muchísimo menos tráfico, pero estamos en medio de miles (literalmente) de islas conectadas por puentes y/o por agua, con un paisaje más extendido y «limpio», mucho verde, construcción muy tradicional y homogénea, una belleza.

Salimos de Nybroplan, bien en el centro, y fue apenas salir para tener unas vistas increíbles de la Estocolmo que dejábamos:

Nos bajamos en Nacka Strand, que aparentaba un barrio populoso y con una estación de ferry muy bonita:

Seguimos en otro ferry hasta el final del recorrido de la línea, Frihamnen. A nuestra derecha, aparecían edificios modernos, muy prolijos y más densamente poblados; a nuestra izquierda, casonas importantes, con parques cuidados y amplios. Dimos toda la vuelta, volvimos ya cerca del mediodía al punto de origen, Nybroplan, reconfortados por el aire marino, las vistas y el sol…

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Ya acercándonos a la costa, las imágenes del muy acomodado barrio de Östermalm (Este) son soberbias, con una arquitectura de gran clase y armonía:

El día seguía tan pero tan hermoso que nos decidimos a caminar por este barrio,

por la calle Strandvågen, donde tienen sus casas los «ricos y famosos» del lugar, por ejemplo… ¡los ABBA!

La realidad es que lo último que uno espera ver aquí es lujo u ostentación… todo es muy medido y elegante, proporcionado. El propio «diseño» nórdico, tan famoso, es de líneas simples, «netas», de una sobriedad notoria y, al propio tiempo, creativo y moderno. Me encanta, bah…

Empezamos a «trepar» hacia el norte, en busca del Historiska Museet, vivamente recomendado y por el que -equivocadamente- no teníamos demasiado entusiasmo. Resultó sen-sa-cio-nal: la exposición «Meet the Vikings» es una muestra de lo mucho que se puede enseñar de manera inteligente y entretenida, así como del uso que se puede hacer de las NTICs en la museología (particularmente para atraer a las jóvenes generaciones). «Lo vikingo» ha sido usado de múltiples maneras por los suecos: primero, al querer controlar el Báltico, necesitaban de los antiguos dioses nórdicos para forjar un gran pasado; en 1809, cuando Suecia perdió Finlandia a manos de los rusos luego de 600 años de dominación, el culto a «lo vikingo» trajo consuelo, como un ideal que alimentaba el sentimiento nacionalista; lo propio cuando los dinamarqueses perdieron territorio con los alemanes. Más tarde, «lo vikingo» se asimiló a derechos electorales y democracia, emulando la tradición del derecho a votar del hombre libre vikingo. Finalmente, las contradicciones: los rudos nazis veneraban «lo vikingo» y la paz se justificó con el uso vikingo de las espadas sólo para sobrevivir… ¿Qué imagen de «lo vikingo» reciben las nuevas generaciones con esos juguetes estereotipados y con los filmes violentos? Si yo pude asimilar eso en tan poco rato… ¡imagínense la tabula rasa de un niño! Fantástico.

Pudimos apreciar colecciones de todo tipo: vestimentas, ornamentos, armas, las bellas runas (¡qué hermosas son!) y hasta escuchamos (con auriculares, en inglés) cuentos nórdicos tradicionales…

A la salida, en un patio interior, nos encontramos con actividades para chicos (¡y no tan chicos!):

Y, para terminar, hicimos un recorrido cronológico por la historia sueca, en el que Mario rindió sus honores a Kristina:

Ya afuera del museo, tomamos el bus # 69 hacia Ladugårdsgärdet, considerado el único «parque nacional» en el ejido de una ciudad. Llegamos al final del recorrido, hasta la torre de comunicaciones Kaknåstornet, pero desistimos de subir al ver las postales de las vistas, solo el parque y la costa céntrica de Estocolmo… demasiado lejos.

Volvimos con el mismo bus; allí nos enganchamos hablando con un matrimonio de un alemán y una canaria; llevaban más de 40 días recorriendo Escandinavia en casa rodante, más de 11.000km… a Mario se le piantó el lagrimón, porque era su proyecto en este viaje y abdicamos… Nos recomendaron Francia como caravana-«friendly».

Nos bajamos en el Kungsträdgården, otro bello parque en medio de la zona más refinada del centro.

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Seguimos hasta la Ópera, con vistas al Parlamento y al Palacio Real (que quedó para mañana). Trepamos por Drottning («nuestra» calle peatonal) y descubrimos una deli recomendada por Lonely Planet en el mercado de Hötorget. Eran las 4.30pm y decidimos que mientras yo escribía el diario, Mario volvería antes del cierre (6pm) a buscar materiales para nuestro picnic. Ya tenemos elegido el menú de pescado que comeremos esta noche… ja ja, a menos de la mitad de precio que servido en un restaurante.

La idea es hacer una cena europea y salir a caminar… no sé si llegaremos a ver Estocolmo iluminada, ¡pero lo intentaremos!

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