Ahora las montañas (en serio)

14 ABR 2022

Francavilla al Mare – Guardiagrele – Piana delle Mele – Francavilla al Mare – Forano

Ahora sí… íbamos hacia el oeste y hacia arriba, a las montañas «de verdad». En media hora, llegamos a Guardiagrele, con una población de casi 10.000 habitantes, el primer lugar donde vivió Lilian cuando vino por primera vez y donde nacieron sus dos hijas, Martina y Fiorella.

Es be-llí-si-mo, más allá de que uno entienda que es un lugar muy pequeñito y aislado en el que vivir… y que tampoco ha de ser fácil…

A lo lejos… el mar…

Las imágenes son irresistibles…

(ahí atrás, la Majella)

Y luego, il gran Sasso!

El hierro forjado es una marca del lugar

más allá de que -con las modas y la pérdida de ciertas tradiciones- van quedando menos o tratando de adaptarse a los nuevos tiempos…

(por ejemplo, con esta fuente en una plaza más reciente)

Las casas de la calle principal están construidas en bóvedas interiores… como en este restaurante (parece que todos son así aquí en Guardiagrele)

Seguimos por la principal, encontrándonos con estas intersecciones…

y la Mostra, donde quizá pronto venga Lilian a exponer… cosas lindísimas adentro!! Me acordé mucho de Normita, la filigrana, esas puntillas milimétricas, había cosas muy muy lindas… en metal, cerámica, vidrio… de todo

También de La Presentosa, una joya tradicional de este lugar, que se vende en las joyerías y que reciben las mujeres de sus novios o prometidos, como señal de alianza

Algo que Lilian nos había hecho prometer era no dejar Guardiagrele sin probar la típica pasticceria del lugar… «las tetas de monja»… que sucede que vienen de a tres 😉

Compramos la «teta» en una panadería y la fuimos a comer en un bar atendido por ¡venezolanos! Ella, hija de un italiano de ahí mismo, Guardiagrele, emigrado a Caracas y vueltos a vivir a Italia; él, venezolano de pura cepa. Los hijos, dos muñecos. Todos, muertos de saudade por el ruido y la vida y todo de Caracas…

La iglesia principal tiene unas campanas impresionantes, que cambiaron no hace tanto

Mantiene pinturas antiquísimas…

En la otra punta de la ciudad, aquella plaza con la fuente de hierro y un mirador imponente

Con il Sasso detrás…

Nos quedaba la iglesia de San Francisco, con su bello y ascético claustro

… para ya partir todavía más arriba… hacia Piana delle Mele, en camino hacia las pistas de esquí (a las que, obviamente, no llegamos).

En la zona del Parco Naturale Majella todavía había nieve

Se trata de un parque de aventura, camping, recreo, etcétera, pero apenas si estaban limpiando y acomodando todo para el fin de semana y la Pasquetta.

Como no pudimos comer nada allí (tutto chiuso), volvimos raudamente a Francavilla, a la casa de Lilian, y en 5′ nos preparó una picada espectacular y ya salimos para tomar el bus de vuelta… no sin antes cumplir con el deseo de mi amiga de sacarnos fotos en el puente de Pescara, súper moderno y bellamente emplazado al lado del mar…

Nos despedimos con un arrivederci, un hasta siempre, un infinitas gracias, un nos vemos cualquier día de estos… seguramente será así…

Desde el bus, imágenes que seguían reverberando en el recuerdo…

Hacia el sur de Francavilla

13 ABR 2022

Francavilla al Mare – Ortona – San Vito – Francavilla al Mare

Nuestra guía y amiga no nos dio respiro… nos pasó a buscar a eso de las 9am con un programa que culminó con nuestros celulares marcando 12.7km… apenas 😉

El objetivo era conocer la «costa alta», acantilada, más al sur de Francavilla. En pocos kilómetros, un cambio radical de escenario. Entramos a Punta Ferruccio, más concretamente, Ripari di Giobbe, donde hay un camping con playa (al día de hoy, todavía cerrado por «fuera de temporada») que Lilian quería que conociéramos para que tuviéramos una idea de un camping por la zona… Por suerte, otro día divino

con uno de los dos macizos -la Majella– si mirabas para un lado… y el bello mar si mirabas para el otro:

¡A bajar! ¡y cómo! (aunque lo duro sería remontar la subida, pero felices…)

La playa es de piedra y, como decíamos, no hay nadie hoy… se llena de turistas, sobre todo alemanes, en el verano

Desde allí, nos dirigimos a Ortona, un paese divino… hermoso, con una ancha peatonal llena de barcitos, callejuelas laterales de otros lados

y unas pasarelas espectaculares que dan al mar, con grandes construcciones como un teatro…

iglesias

casonas señoriales

y, a lo lejos, la vista del puerto

Desde ahí caminamos hasta la Iglesia de San Tommaso Apostolo, donde está la tumba de aquel «que no creía»…

Por esa misma calle desembocamos en el Castello Aragonese, una fortaleza al lado del mar, desde la que apreciar unas vistas que quitan el aire…

El puerto…

Precisamente hasta el puerto bajamos…

Y allí mismo saludé al mar en nombre de Mario 😉

Hasta que llegó el momento de almorzar… ¡de antología! En San Vito Chietino, una playa que «domina l’Adriatico lungo la Costa dei Trabocchi». Está llena de restaurantes para comer pescado y mariscos… inolvidable:

¡Y Lilian no come pesce! Peccato.

Un trabocco es un dispositivo construido al lado del mar para facilitar la pesca, característico de esta zona del Adriático, de ahí la Costa dei Trabocchi. Hoy, se reconvirtieron en parte del paisaje, con pequeños restaurantes o bares… muy pintorescos

San Vito tiene su parte «baja» y «alta»… arriba, es un pueblito encantador…

Los vecinos arreglan sus frentes de distintas maneras, muy alegres y dedicados

Al final del pueblito, un belvedere alucinante…

Desde allí ya se ve no solo Majella sino, también, Il gran Sasso (el otro macizo, más imponente pero más lejano, con forma de Bella Durmiente; aquí todavía no se ve porque no era un día diáfano… la distancia no permitía una buena foto).

Ya bajando y retornando en dirección a Francavilla, paramos en el Cimitero militare canadese di Ortona, un lugar inesperado… cientos de canadienses muertos en la II Guerra, enterrados aquí

Llegando ya a Francavilla, y cerquita de la casa de Lilian, recorrimos un parque principalmente destinado a pasear perros y con una iglesia «desacralizada», cerrada y en estado de casi abandono.

Seguía siendo un día precioso, pero ya para esa altura nuestras piernas no daban más… era la tardecita, volvimos a la casa. Lilian y Cristi fueron a buscar porchetta, una carne de cerdo que se cocina deshuesada y es exquisita… Acompañamos con prosecco… a morir!

La vuelta al departamento en el que parábamos incluyó la presentación de Daniela, la consuegra de Lilian, una psicóloga fuera de serie, jovial y simpática. Por suerte, tuvimos la chance de agradecerle personalmente su generosa hospitalidad y de darle un pequeño presente. Lilian y ella se llevan súper, con lo que la familia ampliada es una bendición (y aclaró que es por todos lados, también por los «injertados» de los otros hijos). Conversamos en un fluido italo-spagnuolo (mmmmmm… pobre Lili, haciendo de traductora)… y a dormir!!!

Y un día estuvimos viajando otra vez…

12 ABR 2022

Forano – Francavilla al Mare

Acá estamos, en Forano, provincia de Rieti, región del Lazio, a 60km de Roma, retomando con Cristi Avena el viaje que la peste nos robó, allá por mayo de 2020. Y aunque todos hemos cambiado mucho (no solo el mundo y las circunstancias que nos traían por aquí), seguimos apostando a disfrutar y vivir esta experiencia única y -ciertamente- privilegiada.

Hablando de privilegios, la posibilidad de reencontrarme con mi amiga Lilian de «Sanlo», radicada hace ya muchísimos años en una playa increíble, sobre el Adriático, llamada Francavilla al Mare, provincia de Chieti, región Abruzzo.

Su infinita generosidad hizo que planeáramos una estancia de tres días y dos noches allí (del 12 al 14 de abril) y su hospitalidad-hasta-el-más-mínimo-detalle la convirtió en una realidad inolvidable… GRACIAS, INFINITAS GRACIAS.

Ese martes 12 nos despertamos a las 6am, bajamos la pendiente que une Forano y Gavignano Sabino (el pueblo a nivel de las vías del tren, con el que conectamos habitualmente hasta la estación Roma Tiburtina. No más salir del departamento, la niebla mañanera le dio un aspecto increíble a la antigua y bella casa que tenemos justo enfrente…

… y el camino no le fue a la zaga…

Ningún problema con la conexión tren – bus. La estación de bus es, como tantas, fea… parece en construcción, ojalá la embellezcan (la de tren apenas al lado es muy moderna y agradable).

Antes de subir al bus Dicarlo nos pidieron el Green Pass (entiendo que si no lo teníamos, directamente no viajábamos… así que menos mal que finalmente lo pudimos conseguir). El bus iba lleno…

Lilian nos había advertido que el paisaje era bellísimo… que atravesaríamos las altas montañas del Abruzzo con hermosas vistas… no defraudó:

El bus salió a las 10am y, teóricamente, llegaba 12.20pm. Paró un par de veces no sabemos bien por qué (una de ellas, en área de parking de una estación de servicio… ¿un tema eléctrico? ¿alguna alerta en el tablero?, jamás lo sabremos porque siguió, sin problema).

¡Alegría inmensa reencontrarnos con Lilian!… felices

(As time goes by!!!)

La propuesta de nuestra anfitriona era exprimir el tiempo de las tres juntas, así que ahí no más tiramos las mochilas en el baúl del auto y arrancamos de caminata por el centro de Pescara, una ciudad moderna, reconstruida casi en su totalidad tras los bombardeos de la II Guerra.

Y queda solo hacer unos pocos pasos para dar con el mar…

Una playa extensa… de arena fina, con la apariencia propia de la temporada (muy demorada la primavera… todavía fresco fresco)

Volvimos sobre nuestros pasos, nos fotografiamos con un ícono del lugar

y caminamos por un puente que cruza el río Pescara (que va a desembocar ahí no más al mar)

y que conecta con lo poco que quedó de la Pescara vieja… ahora muy aggiornada a la movida del arte, la gastronomía y la noche

… homenajes al poeta local Gabriele D’Annunzio:

Continuamos caminando hasta la Cattedrale di San Cetteo, el patrono de Pescara, donde bautizaron al Matti, el nietito de Lilian

… para luego volver por el puente, buscar el auto en el estacionamiento y -hacia el sur, en pocos 15′- llegar a Francavilla al Mare.

Si nos preguntaran por una característica de Francavilla diríamos «¡larguísima!». Es verdaderamente extensa… pocas cuadras de ancho y lunga, molto lunga… tanto, que tiene tres «centros», con sus sendos bares, plazas, iglesias, vida animada… Desde ya que los recorrimos todos. En el primero, atacándole a unas pizze al taglio, deliciosísimas, como todas en Italia. Nos cruzamos a la costanera, que tiene partes inexplicables (muy construida con casas que avanzan sobre el mar y bloquean virtualmente toda la vista), los lidos (balnearios), muy prolijitos

y esa pasarela que impuso un Sindaco contra viento y marea, disfrutada por los mortales que no viven en la primera fila… de nuevo la arena fina

… las escolleras…

Y como la passeggiata incluía degustaciones de sabores destacados del lugar (no por el origen, como en este caso, napolitano, sino por lo buenos que son), hicimos otra parada… que se convirtió en un punto altísimo del viaje: la aragostina… un hojaldre crocante como jamás comimos, relleno de una pastelera suave, nada empalagosa… para el recuerdo

(Parece que vienen rellenas de ricota también… no quiero ni imaginar)

El último centro que recorrimos es precioso, está más al sur y tiene el encanto de un puente… muy animado

¿Hace falta decir «che bello mare, l’Adriatico»? Es hermoso… ese color tan especial… ese horizonte fundido con el cielo (sobre todo, como lo veríamos a los dos días, desde las montañas altísimas). Fascinadas.

Trepamos hasta una zona alta de Francavilla, con una iglesia más moderna y, sobre todo, con unas vistas impactantes hacia el norte

Ya empezaba a atardecer, así que el recorrido terminaba en la casa de Lilian, en un lugar bellísimo de Francavilla, alto, tranquilo, sin ruidos, con hermosas vistas a un campo de olivos y a la montaña… Lamentablemente, tuvimos unas «bajas» en el encuentro: Ricardo (a quien no veo hace 30 años, seguro!), de viaje por trabajo, las hijas Martina (mamá de Matti, embarazada de Bianca) y Fiorella, las dos «guardadas» con Covid positivo (aparentemente hay una ola bastante extendida por aquí, casi sin síntomas, ¿variante XE?, no me acuerdo bien), ellas y sus parejas. Por suerte, pudimos conocer a Alesio, el menor de Lilian, un encanto, a punto de su «laurea». También pudimos conocer a Laila…

… ¡y el jardín zen de Ricardo, lleno de bonsais y plantas preciosas!

Capítulo aparte, todo el trabajo de artesana y, más todavía, el trabajo artístico de Lilian… con cera, acrílico y otras técnicas… bellísimo todo!!!

(mi preferido)
(di-vi-no, además por su significado ;)… una evocación de la familia… mi muy preferido)

Como no había hecho nada… Lilian se puso a cocinar tagliatelle ai funghi, que acompañamos con Montepulciano d’Abruzzo (obviamente!)

Final a toda orquesta para un día largo pero feliz y abundante en risas, anécdotas, recuerdos… lo pasamos genial las tres! Nos alojamos en un pequeño depto en el edificio donde vive la familia de los consuegros de Lilian, con todas las comodidades y todo lo que necesitábamos… increíble! Caímos rendidas…

A domani…